viernes, 14 de noviembre de 2025

NUMEROS 12. Murmuración de María y Aarón



En el episodio anterior, vimos cómo mucho del pueblo murieron por dejarse llevar por sus deseos y rechazar lo que Dios les había dado. Allí tuvieron que enterrar a los codiciosos y rebeldes. Ese lugar en el desierto quedó marcado por lo que pasó, y por eso recibió el siguiente nombre: 
(Números 11:34) Y llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso.

Kibrot-hataava” significa literalmente: tumbas de los codiciosos.  

Luego de enterrar a los codiciosos ese día, dejaron ese lugar de muerte, y siguieron avanzando hacia la Tierra Prometida. 
(Números 11:35) De Kibrot-hataava partió el pueblo a Hazerot, y se quedó en Hazerot.

Lo que debía ser una parada de uno o dos días en Hazerot, se extendió a una semana por una situación que sucedió allí, lo cual leeremos en el capítulo 12…


PROTESTA DE LOS HERMANOS MOISÉS

En Hazerot, los hermanos de Moisés, María (heb. Miriam) y Aarón, se reunieron para comentar sobre dos asuntos que les preocupaba sobre Moisés:

1. La esposa de Moisés;

2. El liderazgo de Moisés en Israel.


Veamos ahora, punto por punto, estos asuntos que preocupaban a la familia…


1. LA MUJER CUSITA

El primero punto es que los hermanos de Moisés no estaban de acuerdo con la mujer que Moises había tomado por esposa. 

(Números 12:1-2) María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita.


Sabemos que Moisés tenía una esposa llamada Séfora, pero parece que no era ella a quien se referían. Séfora era hija de Jetro, y ellos eran de Madián, donde Moisés se refugió por 40 años. Hay ciertos detalles en la historia que indican que Séfora no acompañó a Moisés en el proceso de liberación de los israelitas. Luego del incidente en el camino, relacionado a la circuncisión del hijo mayor (Exo. 4:18-26), parece que Séfora regresó a Madián, con su padre. Esto se confirma cuando Jetro encuentra a Moisés al pie del Monte Sinaí (Exo. 18:1-5). 

(Éxodo 18:5) Y vino Jetro, suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de Moisés al desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios.


Esta es la última vez que la Biblia menciona a Séfora, lo cual abre la duda si ella regresó de nuevo a Madián con su padre. No queda claro en el texto. Pero si Séfora abandonó a Moisés, eso pudo abrir la puerta para que buscara a otra mujer. 


No sabemos si los hermanos se oponían a que Moisés tuviera otra mujer, o por el hecho de que la mujer que él escogió no era israelita, sino “cusita”, es decir, proveniente de Cus, que hoy es Etiopía, en África, al sur de Egipto. Tal vez ella también era esclava en Egipto, y se unió al pueblo de Israel en su liberación. En realidad, sólo podemos suponer, porque el texto no lo deja claro. Lo curioso es que la Biblia no menciona el nombre de la mujer cusita, ni se vuelve a mencionar más. 


Hay un detalle interesante en los primeros versículos, que vale la pena mencionar porque es revelador, y tiene que ver con la identificación de quién fue la persona que criticó. Esto es algo visible en hebreo, pero no siempre en las traducciones. En el primer versículo, el verbo “hablar” está conjugado en singular femenino, lo cual revela que la crítica venía de María. Aunque Aarón no habló, también debemos reconocer que no la detuvo. Pero en el versículo dos, el verbo está conjugado en plural, lo que implica que ambos dijeron lo mismo, y esto es lo que analizaremos a continuación…


2. LIDERAZGO DE MOISÉS

La crítica de los hermanos hacia Moisés no era sólo sobre la elección de su esposa, sino algo aún más delicado: su liderazgo. 

(Números 12:2) Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová.


María y Aarón eran mayores que Moisés, y seguramente lo miraban como el pequeño de la familia. Este menosprecio de los hijos mayores hacia los menores es un caso que ha repetido en la Biblia, tal como sucedió con José y David. También los hermanos de Moisés lo menospreciaron. Lo que olvidaron es que fue Dios quien lo puso en esa posición de autoridad, y tal vez sin darse cuenta, estaban yendo en contra del orden que Dios había establecido.


Esta crítica no fue pública, sino hecha en la privacidad de la familia. Nadie lo oyó, pero Dios sí, y Él intervino, porque el asunto era delicado, y se necesitaba dejar una advertencia para los que se atrevieran a rebelarse contra la autoridad de Moisés y Aarón (como lo veremos más adelante en Números 16 & 26). 


RESPUESTA DE MOISÉS

Algo que la Biblia resalta es que Moisés no defendió su posición, ni peleó con sus hermanos por su crítica. Él estaba en liderazgo porque Dios lo puso allí, y no porque él buscara protagonismo. Esto lo afirma la Palabra de Dios cuando dice: 

(Números 12:3) Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.


Existe la posibilidad que Moisés estaba presente cuando María y Aarón lo criticaron. A pesar de eso, Moisés fue humilde y no se defendió. El siguiente versículo nos da a entender que Moisés estaba presente, porque Dios habla a los tres… 


REACCION DE DIOS ANTE LA CRITICA 

Dios consideró esta crítica a Moisés tan seria, que no dejó que pasara ni siquiera un día sin tratar el asunto. En ese mismo momento, Dios convocó a los tres hermanos al tabernáculo de reunión para juzgar el conflicto:

(Números 12:4-5) Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y a María: Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y salieron ellos tres. Entonces Jehová descendió en la columna de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón y a María; y salieron ambos.


El primer punto que Dios trató fue el de la crítica a la autoridad de Moisés. Este fue el mensaje que Dios les dio:

(Números 12:6-8) Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?


Por su humildad, Moisés no se defendió, pero Dios si lo hizo. Resaltó la relación especial que Moisés tenía con Dios, mucho más cercana que cualquier otro profeta. Dios le hablaba “cara a cara”, y claramente (no por sueños o profecías que hay que interpretar). No sólo es alguien que habla con Dios todo el tiempo, sino que le obedece. Esto es algo que los hermanos no habían apreciado de su hermano menor. 


El castigo por esto fue que Dios se apartó de ellos.

(Números 12:9) Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue.


No hay peor castigo para un creyente que Dios se aparte, y eso fue lo que pasó en ese momento. Y con ello vino el castigo del otro punto, que es la crítica sobre la mujer de Moisés. 

(Números 12:10) Y la nube se apartó del tabernáculo, y he aquí que María estaba leprosa como la nieve; y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa.


Debemos notar que la lepra vino sólo sobre María. No obstante, Aarón sintió el golpe, y clamó por misericordia.

(Números 12:11) Y dijo Aarón a Moisés: ¡Ah! señor mío, no pongas ahora sobre nosotros este pecado; porque locamente hemos actuado, y hemos pecado.


Aquí comenzamos a ver el cambio en Aarón, porque habló con humildad a su hermano menor, diciendo “señor mío”. Aarón reaccionó como se debe ante una llamada de atención del Señor: se arrepintió. Él reconoció su pecado, y pidió perdón. Curiosamente, no oímos nada de María. Tal vez ella necesitaba un tiempo para procesar lo que le estaba pasando, y lo que ella había hecho. 


LEPRA Y MURMURACIÓN

Podríamos preguntarnos: ¿por qué sólo a María le sobrevino la lepra? Como ya mencionamos, quien habló mal de la mujer cusita fue María, pero Aarón no dijo nada. Esto podría explicar la razón. 


La tradición judía cataloga la murmuración como “lengua mala” (heb. Lashon haRa), lo cual se considera como un pecado que causa mucho daño social. Si alguien murmura, puede causar ruptura en las relaciones y división en la comunidad. Ante esto, la lepra bíblica parece ser el castigo por este pecado. 


Pero no sólo debe ser visto como “castigo”, sino que también es la solución adecuada para el problema. La Biblia manda que el leproso sea apartado, y eso trae dos consecuencias:

  1. Si alguien tiene lepra, debe alejarse de la sociedad, y esto ayuda a evitar la propagación del mal—tanto el contagio de la enfermedad como la propagación de la murmuración; 
  2. Por otro lado, el aislamiento también brinda la oportunidad al leproso de meditar sobre lo que ha hecho y arrepentirse. 


La instrucción de apartar a los leprosos ya la habíamos estudiado en el capítulo cinco: 

(Números 5:2-3) Manda a los hijos de Israel que echen del campamento a todo leproso… Echaréis tanto a hombres como a mujeres; los echaréis fuera del campamento para que no contaminen su campamento, donde yo habito en medio de ellos.


Pero es importante saber que esta expulsión no tiene que ser para siempre. Si el leproso es sanado por Dios, la persona podrá regresar a la comunidad, luego de pasar una inspección realizada por los sacerdotes. (Nota: todas las instrucciones sobre la lepra se encuentran en Levítico 13).


INTERCEDEN AARÓN Y MOISÉS

Al ver a su hermana María llena de lepra, Aarón intercedió por ella.

(Números 12:12) No quede ella ahora como el que nace muerto, que al salir del vientre de su madre, tiene ya medio consumida su carne.


También Moisés intercedió, y le pidió a Dios que la sanara. 

(Números 12:13) Entonces Moisés clamó a Jehová, diciendo: Te ruego, oh Dios, que la sanes ahora.


Moisés sabía que Dios la podía sanar de inmediato, porque algo similar le sucedió a él. Cuando Dios lo llamó desde la zarza ardiente, una de las señales que recibió fue que su propia mano se llenó de lepra, pero Dios lo sanó de inmediato (Exodo 4:6-7). Esa era una señal que serviría para autenticar el liderazgo de Moisés ante los israelitas (Éxodo 4:8). Ahora sus propios hermanos debían recibir ese mismo mensaje, confirmando que Moisés era el líder elegido por Dios. 


El Señor pudo haber sanado a María en el instante, pero no lo hizo, y el Señor explica por qué:

(Números 12:14) Respondió Jehová a Moisés: Pues si su padre hubiera escupido en su rostro, ¿no se avergonzaría por siete días? Sea echada fuera del campamento por siete días, y después volverá a la congregación.


La imagen de “escupir en el rostro” es un mensaje muy fuerte, porque eso sólo sucedería en un caso extremo en el que la hija ponga en vergüenza al padre. En cierta forma, eso fue lo que hizo María con el Señor. Dios estaba dispuesto a perdonarla, como un padre lo haría con su hija, pero ella debía pasar un tiempo apartada para darle la oportunidad de arrepentirse. La misericordia de Dios es grande, pero el retorno no aplica sino para los que se han arrepentido, porque nadie puede burlarse de Dios (Éxodo 34:6-7; Gálatas 6:7). 


SIETE DÍAS FUERA DEL CAMPAMENTO

El dictamen de Dios fue que María debía salir fuera del campamento por una semana. Siete días es el tiempo en que alguien con lepra debía permanecer fuera del campamento (Num. 5:2-3).


La Biblia cuenta que todo el campamento esperó hasta que María fuera restaurada.

(Números 12:15) Así María fue echada del campamento siete días; y el pueblo no pasó adelante hasta que se reunió María con ellos.


En Deuteronomio se menciona la ley de la lepra, y hace referencia al caso de María. Lo que le pasó fue una lección para todo el pueblo.

(Deuteronomio 24:8-9) En cuanto a la plaga de la lepra, ten cuidado de observar diligentemente y hacer según todo lo que os enseñaren los sacerdotes levitas; según yo les he mandado, así cuidaréis de hacer. Acuérdate de lo que hizo Jehová tu Dios a María en el camino, después que salisteis de Egipto.


PUEDEN AVANZAR

Como mencionamos al principio, todo esto ocurrió en Hazerot. Pero cuando se resolvió este problema, el pueblo pudo seguir avanzando. 

(Números 12:16) Después el pueblo partió de Hazerot, y acamparon en el desierto de Parán.


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Enlace a otros capítulos: NUMEROS


viernes, 7 de noviembre de 2025

NUMEROS 11:10-35. Respuesta a la petición de carne


En la segunda parte del capítulo 11 de Números, vemos la reacción de Moisés ante la queja del pueblo por la comida. Hasta ese momento, Moisés había mostrado mucha paciencia con el pueblo, pero sus demandas llegaron al colmo. ¿Cómo es posible que sean tan mal agradecidos, cuando Dios les da de comer todos los días, de gratis? ¿Por qué piden por sus antojos, y menosprecian el milagro del Maná? ¿Por qué sueñan con estar en Egipto, cuando están a pocos días de llegar a la Tierra Prometida?


Tanto Dios como Moisés estaban molestos por la mala actitud del pueblo. 

(Números 11:11-15) Y oyó Moisés al pueblo, que lloraba por sus familias, cada uno a la puerta de su tienda; y la ira de Jehová se encendió en gran manera; también le pareció mal a Moisés.


Recordemos que el pueblo no tenía hambre, sino que estaban haciendo capricho por sus deseos. 


En esta ocasión, Moisés no pidió misericordia por ellos, sino que se quejó con Dios. 

(Números 11:11-12) Y dijo Moisés a Jehová: ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres?


Aquí comenzamos a ver un cambio de actitud de Moisés hacia pueblo. Anteriormente, cuando el pueblo fallaba, Moisés intercedía por ellos ante Dios para que les tuviera misericordia (Exo. 32:30-32); pero ahora su paciencia se estaba agotando. Moisés estaba tan frustrado, se quejó con Dios por ponerlo como líder de un pueblo tan rebelde.


En esta conversación, también se hace evidente otra dinámica de los israelitas en el desierto. Ellos no ven a Dios como su líder, sino que sólo buscan a Moisés como intermediario. Ellos esperan que Moisés les arregle su vida—y en este caso, aún sus antojos. 


Moisés ya no sabe que hacer, y le pregunta a Dios: 

(Números 11:13-14) ¿De dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos. No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía.


¿Qué podía hacer Moisés para satisfacer las demandas del pueblo? Literalmente, no podía hacer nada. Estaban demandando algo imposible, pero ellos no se daban cuenta de lo irracional de su petición, pues sólo pensaban en su deseo. 


Cuando la populacho se rebela, puede volverse peligrosa, y eso es lo que percibió Moisés. El pueblo estaba tan alterado y era tan demandante, que Moisés sintió que podían perder el control y matarlo. Ante esa amenaza, Moisés le pidió a Dios que le quitara la vida antes que lo hiciera la plebe. 

(Números 11:15) Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal.


No sólo la actitud de Moisés cambió, sino también el ánimo del pueblo hacia Moisés. Un año antes lloraban por él cuando creían que había muerto, pero ahora lo querían matar. 


En el fondo, la rebelión del pueblo no sólo era contra Moisés, sino contra Dios. ¿Por qué? Porque no les estaba dando lo que ellos querían. 


RESPUESTA DE DIOS

¿Qué reacción tendrá ahora Dios ante la sublevación del pueblo? Si el Señor había mandado fuego ante la primera queja, ¿qué haría ahora? 


La respuesta de Dios es muy interesante, porque usó una estrategia completamente diferente. En la primera ocasión, Dios mostró su disgusto y su ira con fuego. Pero en esta segunda ocasión, les dará dos mensajes:


1. Les mostrará que puede levantar más líderes como Moisés;

2. Les dará lo que piden, hasta que se harten. 


Regresemos ahora a la historia, y veamos lo que Dios le explica a Moisés…


PARTE 1 DE LA ESTRATEGIA:

La primera parte de la estrategia es mostrar al pueblo que el líder de Israel es Dios, y Él delega la autoridad a quien quiere. Hasta ese momento, Moisés tenía la unción, pero ahora también la recibirán otros 70 líderes entre el pueblo, quienes apoyarán a Moisés en el manejo del pueblo. 

(Números 11:16-17) Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo.


Sin duda, Moisés sintió alivio al saber que contaría con el apoyo de los ancianos. Por otro lado, el pueblo se dará cuenta que si se rebelan, no es contra un hombre, sino contra un equipo de liderazgo, y específicamente contra Dios, quien pone y quita líderes. 


PARTE 2 DE LA ESTRATEGIA

Luego, Dios explica a Moisés el segundo punto de su estrategia:  

(Números 11:18-20) Pero al pueblo dirás: Santificaos para mañana, y comeréis carne; porque habéis llorado en oídos de Jehová, diciendo: ¡Quién nos diera a comer carne! ¡Ciertamente mejor nos iba en Egipto! Jehová, pues, os dará carne, y comeréis. No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días, sino hasta un mes entero, hasta que os salga por las narices, y la aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis a Jehová que está en medio de vosotros, y llorasteis delante de él, diciendo: ¿Para qué salimos acá de Egipto?


Aunque parezca que Dios está cediendo ante los caprichos del pueblo, en realidad está manifestando su disgusto por la petición que están haciendo. Tal vez al oír esto, todavía se arrepientan. Pero si a ellos no les importa lo que piensa Dios, entonces comerán hasta hartarse. Con esto, Dios deja claro que su petición es injusta, y el darles carne no es una recompensa.


Moisés protestó por esta parte del plan:

(Números 11:21-22) Entonces dijo Moisés: Seiscientos mil de a pie es el pueblo en medio del cual yo estoy; ¡y tú dices: Les daré carne, y comerán un mes entero! ¿Se degollarán para ellos ovejas y bueyes que les basten? ¿o se juntarán para ellos todos los peces del mar para que tengan abasto?


Moisés no podría creer que Dios iba a darle a los revoltosos lo que demandaban injustamente. Tampoco podía imaginar cómo iban a resolver el asunto de darle carne a tanta gente. 


Ante su duda, Dios le dijo que no se preocupara de eso, porque Él se encargaría del milagro: 

(Números 11:23) Entonces Jehová respondió a Moisés: ¿Acaso se ha acortado la mano de Jehová? Ahora verás si se cumple mi palabra, o no.


Moisés no sabía exactamente cuál era el plan de Dios, pero él obedeció. Moisés hizo su parte, y Dios hizo la suya, e hizo milagros en los dos puntos de su estrategia, como veremos a continuación… 


CUMPLIMIENTO 1: UNCIÓN SOBRE MÁS LÍDERES

Luego que Moisés reunió a los 70 líderes, Dios hizo su milagro sobre ellos ante los ojos de todo el pueblo.

(Números 11:24-25) Y salió Moisés y dijo al pueblo las palabras de Jehová; y reunió a los setenta varones de los ancianos del pueblo, y los hizo estar alrededor del tabernáculo. Entonces Jehová descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron.


Así como Dios convirtió a Moisés en un profeta, de igual manera Él puede levantar a otros líderes entre el pueblo.


Dos de los líderes no llegaron a la asamblea, pero también ellos recibieron la unción donde se encontraban.

(Números 11:26-27) Y habían quedado en el campamento dos varones, llamados el uno Eldad y el otro Medad, sobre los cuales también reposó el espíritu; estaban éstos entre los inscritos, pero no habían venido al tabernáculo; y profetizaron en el campamento. Y corrió un joven y dio aviso a Moisés, y dijo: Eldad y Medad profetizan en el campamento.


Josué se preocupó, porque pensaba que los que habían faltado, no habían llegado como una forma de rebelión contra Moisés.

(Números 11:28) Entonces respondió Josué hijo de Nun, ayudante de Moisés, uno de sus jóvenes, y dijo: Señor mío Moisés, impídelos.


Pero Moisés calmó a Josué, diciendo que eso era obra de Dios. 

(Números 11:29-30) Y Moisés le respondió: ¿Tienes tú celos por mí? Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos. Y Moisés volvió al campamento, él y los ancianos de Israel.



Estos setenta ancianos de Israel no sólo van a apoyar a Moisés en su liderazgo, sino que también servirán de testimonio al pueblo de que la máxima autoridad en Israel no es Moisés, sino Jehová, Dios de Israel. 


Si el pueblo se rebela contra los líderes, es como si se rebelaran contra Dios mismo. Este principio del que habla Pablo en Romanos sobre las autoridades: 

(Romanos 13:1-2) Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. Por consiguiente, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, sobre sí recibirán condenación.


Después de dejar claro que Dios delegó Su autoridad en Moisés y los 70 ancianos, vino la segunda parte de la respuesta de Dios…


CUMPLIMIENTO 2: RECIBEN LO QUE PIDIERON

La segunda parte de la estrategia es dar a los revoltosos lo que estaban pidiendo. Esto no es porque “Dios esté cediendo”, sino que es parte de la lección. 


Lo que los rebeldes pedían era carne, y eso les mandó: 

(Números 11:31-32) Y vino un viento de Jehová, y trajo codornices del mar, y las dejó sobre el campamento, un día de camino a un lado, y un día de camino al otro, alrededor del campamento, y casi dos codos sobre la faz de la tierra. Entonces el pueblo estuvo levantado todo aquel día y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron codornices; el que menos, recogió diez montones; y las tendieron para sí a lo largo alrededor del campamento.


Dios les va a dar lo que quieren…pero pronto se darán cuenta que lo que su carne desea no es lo mejor para ellos.

(Números 11:33) Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande. 


No se sabe exactamente qué plaga les sobrevino por comer las codornices en el desierto. Pero lo que sí sabemos es que los codiciosos murieron por su codicia, y los revoltosos murieron por su rebelión. 


La lección que recibieron los israelitas en el desierto no es sólo para aquel tiempo, como dice Pablo, sino también para nosotros: 

(1 Corintios 10:6) Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.


El problema que vemos en Números 11 es de codicia, porque desearon lo que no tenían, en lugar de apreciar lo bueno que Dios ha dado. 


Muchas veces lo que deseamos no es lo mejor. Si Dios dice que NO, es mejor aceptarlo, porque Él sabe lo que es mejor para nosotros. Si insistimos en pedir lo que el alma desea, recordemos esta lección, porque tal vez nos dé lo que codiciamos, pero con ello vengan consecuencias indeseables. 


La mejor petición que podemos hacerle a Dios no es “pedirle lo que desea el alma”, sino es preguntarle a Dios “qué es lo que Él quiere”, porque eso siempre será lo mejor. 



En el próximo episodio, estudiaremos en capítulo 12, que narra lo que pasó en el siguiente lugar donde acamparon. 

(Números 11:35) De Kibrot-hataava partió el pueblo a Hazerot, y se quedó en Hazerot.


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