viernes, 12 de mayo de 2017

EXODO 16:1-14. Prueba en el Desierto de Sin


Desde que salieron de Egipto, Dios guió a los israelitas por el camino del desierto. Esa trayectoria no era fortuita, sino era el plan divino. Dios los llevó a través del desierto para transformarlos en un pueblo libre y responsable, en lugar de una multitud de personas esclavas y dependientes, tal como habían sido por cientos de años. Las dos primeras lecciones las aprendieron en el Mar Rojo y en Mara. La siguiente prueba fue más adelante:
(Éxodo 16:1) Y partiendo de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del mes segundo después que salieron de la tierra de Egipto.  

Desierto de Sin

Ya había pasado un mes desde que salieron de Egipto, y para entonces la comida ya escaseaba, y en medio del desierto no había lugar donde comprar comida, ni podían sembrar y cosechar. El Señor conocía sus necesidades, pero no dijo ni hizo nada en ese momento porque estaba probando sus corazones (Deu. 8:2).

Veamos ahora cómo reaccionó el pueblo de Israel ante la escasez de alimentos...
(Éxodo 16:2-3) Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto. Y les decían los hijos de Israel: Mejor hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de las carnes, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto, para matar de hambre a toda esta multitud.  

Todos entendemos la preocupación por la falta de alimento, pero uno supondría que la reacción debió ser orar y clamar a Dios, en lugar de quejarse y murmurar. Por lo demás, debemos notar que la queja era distorsionada, ya que en Egipto no gozaban de abundancia. La queja y la murmuración puede llevarnos a perder la perspectiva de la realidad y aún creer mentiras. A veces lo que uno añora del pasado es desproporcionado e irreal, y eso les ocurrió a los israelitas ante esta prueba.

Como esclavos, los Hijos de Israel habían dependido de los egipcios para su sustento diario. Sin duda ellos estaban felices de ser libres, pero cuando vieron que les quedaba poca comida, entonces comenzaron a extrañar Egipto. Dios los llevó a esa situación porque quería arrancar esa dependencia de sus corazones, y quería mostrarles que Él era su Proveedor y que aprendieran a confiar en Dios para su sustento.
(Éxodo 16:4) Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá una porción para cada día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no.  

Dios no cambió las circunstancias, ya que siguieron en el desierto. No les mostró un granero, ni les regaló un plantío, ni les trajo carretadas de comida. Les dio algo mejor: les aseguró que tendrían su porción diaria. Y aún esto era una prueba de fe, porque el alimento no lo iban a recibir "en grandes cantidades, por adelantado", sino que sólo iban a recibir la porción necesaria, día a día.

Notemos que Dios dijo: "para que lo pruebe si anda en mi ley, o no". La fe no sólo es una cuestión mental o de intenciones, sino que se demuestra con los hechos (Santiago 2:18-20,26). El Señor les dio una instrucción, y los puso a prueba para ver si realmente creían en El. La prueba de fe era la siguiente: Cada día iban a recoger sólo el alimento necesario para vivir (con excepción del día sexto, en el que debían recoger el doble para reposar el séptimo día--Exo. 16:5. De esto hablaremos más adelante).

Esta instrucción se la dio Dios directamente a Moisés. Y ahora debía transmitirla a los israelitas...

LLAMADO DE ATENCIÓN POR LA MURMURACIÓN
Antes de explicarles al pueblo sobre la forma en que Dios iba a proveerles de alimento, Moisés aprovechó a llamarles la atención por su mala actitud. Les hizo ver que aunque las murmuraciones iban dirigidas en contra de Moisés y Aarón, en realidad contra quien se estaban rebelando era Dios.
(Éxodo 16:6-8) Entonces dijo Moisés y Aarón a todos los hijos de Israel: A la tarde sabréis que Jehová os ha sacado de la tierra de Egipto: Y a la mañana veréis la gloria de Jehová; porque Él ha oído vuestras murmuraciones contra Jehová; porque nosotros, ¿qué somos, para que vosotros murmuréis contra nosotros? Y dijo Moisés: Jehová os dará a la tarde carne para comer, y a la mañana pan en abundancia; por cuanto Jehová ha oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra Él: y, ¿qué somos nosotros? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová.  

Para confirmar las palabras de Moisés, Dios hizo manifiesta Su Presencia delante de todo el pueblo.
(Éxodo 16:9-10) Y dijo Moisés a Aarón: Di a toda la congregación de los hijos de Israel: Acercaos a la presencia de Jehová; que Él ha oído vuestras murmuraciones. Y hablando Aarón a toda la congregación de los hijos de Israel, miraron hacia el desierto, y he aquí la gloria de Jehová, que apareció en la nube. 

En ese momento, Dios volvió a hablar con Moisés, y le dijo que no sólo iba a enviar Pan del Cielo en la mañana, sino que también esa tarde iban a recibir carne.
(Éxodo 16:11-12) Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel; háblales, diciendo: Entre las dos tardes comeréis carne, y por la mañana os saciaréis de pan, y sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios. 

Maná, pan del Cielo

Y así sucedió. Dios proveyó alimento para Israel.
(Éxodo 16:13-14) Y venida la tarde subieron codornices que cubrieron el campamento; y a la mañana descendió rocío en derredor del campamento. Y cuando el rocío cesó de descender, he aquí había sobre la faz del desierto una cosa menuda, redonda, menuda como una escarcha sobre la tierra.  


Estudios de otros capítulos de este libro: Éxodo
Clase virtual de este libro: Audio de Éxodo



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Son bienvenidos las dudas y comentarios (con el entendido que se hagan con respeto)...