Desde que
salieron de Egipto, Dios guió a los israelitas por el camino del desierto. Esa
trayectoria no era fortuita, sino era el plan divino. Dios los llevó a través
del desierto para transformarlos en un pueblo libre y responsable, en lugar de
una multitud de personas esclavas y dependientes, tal como habían sido por
cientos de años. Las dos primeras lecciones las aprendieron en el Mar Rojo y en
Mara. La siguiente prueba fue más adelante:
(Éxodo 16:1) Y partiendo de Elim toda la congregación de los hijos de
Israel, vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días
del mes segundo después que salieron de la tierra de Egipto.
Desierto de Sin |
Ya había pasado
un mes desde que salieron de Egipto, y para entonces la comida ya escaseaba, y
en medio del desierto no había lugar donde comprar comida, ni podían sembrar y
cosechar. El Señor conocía sus necesidades, pero no dijo ni hizo nada en ese
momento porque estaba probando sus corazones (Deu. 8:2).
Veamos ahora
cómo reaccionó el pueblo de Israel ante la escasez de alimentos...
(Éxodo 16:2-3) Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró
contra Moisés y Aarón en el desierto. Y les decían los hijos de Israel:
Mejor hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos
sentábamos a las ollas de las carnes, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues
nos habéis sacado a este desierto, para matar de hambre a toda esta
multitud.
Todos
entendemos la preocupación por la falta de alimento, pero uno supondría que la
reacción debió ser orar y clamar a Dios, en lugar de quejarse y murmurar. Por
lo demás, debemos notar que la queja era distorsionada, ya que en Egipto no
gozaban de abundancia. La queja y la murmuración puede llevarnos a perder la
perspectiva de la realidad y aún creer mentiras. A veces lo que uno añora del
pasado es desproporcionado e irreal, y eso les ocurrió a los israelitas ante
esta prueba.
Como esclavos,
los Hijos de Israel habían dependido de los egipcios para su sustento diario. Sin
duda ellos estaban felices de ser libres, pero cuando vieron que les quedaba
poca comida, entonces comenzaron a extrañar Egipto. Dios los llevó a esa
situación porque quería arrancar esa dependencia de sus corazones, y quería mostrarles
que Él era su Proveedor y que aprendieran a confiar en Dios para su sustento.
(Éxodo 16:4) Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan
del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá una porción para cada día, para que
yo lo pruebe si anda en mi ley, o no.
Dios no cambió
las circunstancias, ya que siguieron en el desierto. No les mostró un granero,
ni les regaló un plantío, ni les trajo carretadas de comida. Les dio algo
mejor: les aseguró que tendrían su porción diaria. Y aún esto era una prueba de
fe, porque el alimento no lo iban a recibir "en grandes cantidades, por
adelantado", sino que sólo iban a recibir la porción necesaria, día a día.
Notemos que
Dios dijo: "para que lo pruebe si
anda en mi ley, o no". La fe no sólo es una cuestión mental o de
intenciones, sino que se demuestra con los hechos (Santiago
2:18-20,26). El Señor les dio una instrucción, y los puso a prueba para
ver si realmente creían en El. La prueba de fe era la siguiente: Cada día iban
a recoger sólo el alimento necesario para vivir (con excepción del día sexto,
en el que debían recoger el doble para reposar el séptimo día--Exo. 16:5. De
esto hablaremos más adelante).
Esta
instrucción se la dio Dios directamente a Moisés. Y ahora debía transmitirla a
los israelitas...
LLAMADO DE ATENCIÓN POR LA MURMURACIÓN
Antes de
explicarles al pueblo sobre la forma en que Dios iba a proveerles de alimento,
Moisés aprovechó a llamarles la atención por su mala actitud. Les hizo ver que
aunque las murmuraciones iban dirigidas en contra de Moisés y Aarón, en
realidad contra quien se estaban rebelando era Dios.
(Éxodo 16:6-8) Entonces dijo Moisés y Aarón a todos los hijos de Israel:
A la tarde sabréis que Jehová os ha sacado de la tierra de Egipto: Y a la
mañana veréis la gloria de Jehová; porque Él ha oído vuestras murmuraciones
contra Jehová; porque nosotros, ¿qué somos, para que vosotros murmuréis contra
nosotros? Y dijo Moisés: Jehová os dará a la tarde carne para comer, y a
la mañana pan en abundancia; por cuanto Jehová ha oído vuestras murmuraciones
con que habéis murmurado contra Él: y, ¿qué somos nosotros? Vuestras
murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová.
Para confirmar
las palabras de Moisés, Dios hizo manifiesta Su Presencia delante de todo el
pueblo.
(Éxodo 16:9-10)
Y dijo Moisés a Aarón: Di a toda la congregación de
los hijos de Israel: Acercaos a la presencia de Jehová; que Él ha oído vuestras
murmuraciones. Y hablando Aarón a toda la congregación de los hijos de
Israel, miraron hacia el desierto, y he aquí la gloria de Jehová, que apareció
en la nube.
En ese momento,
Dios volvió a hablar con Moisés, y le dijo que no sólo iba a enviar Pan del
Cielo en la mañana, sino que también esa tarde iban a recibir carne.
(Éxodo 16:11-12) Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Yo he oído
las murmuraciones de los hijos de Israel; háblales, diciendo: Entre las dos
tardes comeréis carne, y por la mañana os saciaréis de pan, y sabréis que yo
soy Jehová vuestro Dios.
Maná, pan del Cielo |
Y así sucedió. Dios
proveyó alimento para Israel.
(Éxodo 16:13-14) Y venida la tarde subieron codornices que cubrieron
el campamento; y a la mañana descendió rocío en derredor del campamento. Y
cuando el rocío cesó de descender, he aquí había sobre la faz del
desierto una cosa menuda, redonda, menuda como una escarcha sobre la
tierra.
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