A Pablo y a Silas se les unió Timoteo, y siguieron su viaje. Dondequiera que iban, entregaban las cartas
con las conclusiones del Concilio de Jerusalén.
(Hechos 16:4-5) Y conforme pasaban por las
ciudades, entregaban los acuerdos tomados por los apóstoles y los ancianos que
estaban en Jerusalén, para que los observaran.
(5) Así que las iglesias eran
confirmadas en la fe, y diariamente crecían en número.
Nótese que el crecimiento de las iglesias o
congregaciones de creyentes no era sólo en número sino en calidad (“confirmadas”
en la fe, del griego Stereoo: afirmar, solidificar).
LLAMADO A MACEDONIA
Pablo tenía la intención de pasar por muchas
ciudades, pero el Espíritu de Dios lo guió a evitar ciertas ciudades.
(Hechos 16:6-8) Pasaron por la región de Frigia y Galacia,
habiendo sido impedidos por el Espíritu Santo de hablar la palabra en Asia, (7) y
cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no
se lo permitió. (8) Y pasando por Misia, descendieron a
Troas.
Es importante que busquemos continuamente la
dirección del Señor para ver donde Él quiere que vayamos. A veces el Señor cierra algunas puertas
porque está a punto de abrir otra…
(Hechos 16:9-10) Por la noche se le mostró a Pablo una visión:
un hombre de Macedonia estaba de pie, suplicándole y diciendo: Pasa a Macedonia
y ayúdanos. (10) Cuando tuvo la visión, enseguida procuramos
ir a Macedonia, persuadidos de que Dios nos había llamado para anunciarles el
evangelio.
Pablo respondió de inmediato, y se dirigió a
Macedonia, al lugar donde el Señor los estaba enviando.
Troas > Samatrocia > Neápolis >
Filipos
(Hechos 16:11-12) Así que, zarpando de Troas, navegamos con
rumbo directo a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis, (12) y de allí a
Filipos, que es una ciudad principal de la provincia de Macedonia, una colonia
romana; en esta ciudad nos quedamos por varios días.
Posiblemente Pablo y sus compañeros no sabían exactamente cuál era
el propósito y misión del viaje a macedonia; pero ellos se posicionaron
obedientemente en el lugar al que el Señor los había enviado. Macedonia queda al
norte de Grecia. Es la región de donde
venía Alejando el Magno. Pero en ese
tiempo era una colonia romana. Allí no
habían muchos judíos, por lo tanto no fueron a la sinagoga en el día de
reposo. Pero salieron a las afueras de
la ciudad para estudiar la Palabra y compartir.
(Hechos 16:13) Y en el día de reposo salimos fuera
de la puerta, a la orilla de un río, donde pensábamos que habría un lugar de
oración; nos sentamos y comenzamos a hablar a las mujeres que se habían
reunido.
No sólo Pablo y sus compañeros se reunieron en
ese día, sino que se les unieron más personas que querían escuchar su
mensaje. Se menciona en particular a una
mujer que tenía hambre de Dios…
(Hechos 16:14-15) Y estaba escuchando cierta mujer llamada Lidia, de
la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, que adoraba a Dios; y el
Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía. (15) Cuando ella y su familia se bautizaron,
nos rogó, diciendo: Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid a mi casa y quedaos
en ella. Y nos persuadió a ir.
El Señor estaba tocando corazones de gentiles
y judíos, de pobres y ricos, pues el Señor no hace acepción de personas. Lidia era una comerciante que era rica, ya que las telas de púrpura eran muy
costosas y finas. Evidentemente tenía
una casa grande, pues los invitó a quedarse con ellos.
En camino a la casa de Lidia, se les apareció
otra mujer que tenía un espíritu malo…
(Hechos 16:16-17) Y sucedió que
mientras íbamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una muchacha
esclava que tenía espíritu de adivinación, la cual daba grandes ganancias a sus
amos, adivinando. (17) Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, gritaba
diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os proclaman el
camino de salvación.
Lo que decía la adivina era cierto: ellos eran
siervos de Dios, y hablan las buenas nuevas de salvación. Pero, aunque era cierto, era incómoda la
forma en la que lo hacía. Por lo tanto,
Pablo actuó…
(Hechos 16:18) Y esto lo hacía por muchos días; mas
desagradando esto a Pablo, se volvió y dijo al espíritu: ¡Te ordeno, en el
nombre de Jesucristo, que salgas de ella! Y salió en aquel mismo momento.
La mujer fue liberada del espíritu de
adivinación. Esto fue bueno para ella,
pero molestó a otros…
(Hechos 16:19-21) Pero cuando sus amos vieron que se les había
ido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los
arrastraron hasta la plaza, ante las autoridades; (20) y
después de haberlos presentado a los magistrados superiores, dijeron: Estos
hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, (21) y
proclaman costumbres que no nos es lícito aceptar ni observar, puesto que somos
romanos.
Los amos de la muchacha se molestaron porque
ya no podían usarla para adivinar, lo cual era un negocio para ellos. Para deshacerse de Pablo y sus compañeros,
comenzaron a provocar animadversión en contra de los visitantes. Tanto el pueblo como las autoridades se
levantaron en contra de ellos.
(Hechos 16:22-24) La multitud se levantó a una contra ellos, y
los magistrados superiores, rasgándoles sus ropas, ordenaron que los azotaran
con varas. (23) Y después de darles muchos azotes, los
echaron en la cárcel, ordenando al carcelero que los guardara con seguridad; (24)
el cual, habiendo recibido esa orden, los echó en el calabozo interior y
les aseguró los pies en el cepo.
EN LA PRISIÓN
Ciertamente no es agradable ser acusados
falsamente, azotados y encarcelados…pero la persecución no bajó el ánimo de
Pablo y Silas.
(Hechos 16:25) Como a medianoche, Pablo y Silas oraban y
cantaban himnos a Dios, y los presos los escuchaban.
Las autoridades humanas encarcelaron a Pablo y
Silas, pero quien realmente está en control es Dios…y lo mostró con unas
señales.
(Hechos 16:26-27) De repente se produjo un gran terremoto, de
tal manera que los cimientos de la cárcel fueron sacudidos; al instante se
abrieron todas las puertas y las cadenas de todos se soltaron. (27)
Al despertar el carcelero y ver abiertas todas las puertas de la cárcel,
sacó su espada y se iba a matar, creyendo que los prisioneros se habían
escapado.
El carcelero era responsable de los
prisioneros. Pero al ver las puertas
abiertas, supuso que todos habían huido…pero no fue así.
(Hechos 16:28) Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te
hagas ningún mal, pues todos estamos aquí.
Podemos imaginarnos el alivio que sintió el
carcelero.
(Hechos 16:29) Entonces él pidió luz y se precipitó adentro,
y temblando, se postró ante Pablo y Silas.
El carcelero no sólo se sintió aliviado, sino
que su corazón fue tocado, y creyó en Jesús.
(Hechos 16:30-33) y después de sacarlos, dijo: Señores, ¿qué
debo hacer para ser salvo? (31) Ellos respondieron: Cree en el Señor Jesús, y
serás salvo, tú y toda tu casa.
(32) Y le hablaron la palabra del
Señor a él y a todos los que estaban en su casa. (33) Y
él los tomó en aquella misma hora de la noche, y les lavó las heridas;
enseguida fue bautizado, él y todos los suyos.
En Hechos vemos mucho los contrastes en la
forma en que la gente recibe o rechaza a los que llevan el mensaje del
Evangelio. Unos los persiguen y los
lastiman, mientras que otros les agradecen y los reciben con mucha
hospitalidad.
(Hechos 16:34) Llevándolos a su hogar, les dio de comer, y se
regocijó grandemente por haber creído en Dios con todos los suyos.
Cuando las autoridades locales se enteraron de
lo que había pasado durante la noche, decidieron liberarlos.
(Hechos 16:35-36) Cuando se hizo de día, los magistrados
superiores enviaron a sus oficiales, diciendo: Suelta a esos hombres. (36)
El carcelero comunicó a Pablo estas palabras, diciendo: Los magistrados
superiores han dado orden de que se os suelte. Así que, salid ahora e id en
paz.
Seguramente Pablo estaba agradecido de que le
permitieran irse en paz. Pero no se fue
sin antes confrontarlos, pues los habían atacado como extranjeros, pero en ese
momento se identificó como romano (pues él contaba con esa ciudadanía).
(Hechos 16:37-39) Mas Pablo les dijo: Aunque somos
ciudadanos romanos, nos han azotado públicamente sin hacernos juicio y nos han
echado a la cárcel; ¿y ahora nos sueltan en secreto? ¡De ninguna manera! Que
ellos mismos vengan a sacarnos.
(38) Y los oficiales informaron
esto a los magistrados superiores, y al saber que eran romanos, tuvieron
temor. (39) Entonces vinieron, y les suplicaron, y
después de sacarlos, les rogaban que salieran de la ciudad.
Al ser liberados, regresaron a casa de
Lidia.
(Hechos 16:40) Cuando salieron de la cárcel, fueron a casa
de Lidia, y al ver a los hermanos, los consolaron y partieron.
E el próximo capítulo veremos la continuación de este Segundo Viaje
Misionero de Pablo…
mui bien esplicado DIOS los siga usando para su gloria ame
ResponderEliminarPerfecto!!
ResponderEliminarPerfecto!!
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