En el capítulo anterior vimos que entre los diáconos
elegidos para apoyar a los apóstoles se encontraba un hombre llamado Esteban,
quien estaba lleno de sabiduría y del Espíritu Santo. A él lo llevaron ante el Concilio con
acusaciones falsas.
(Hechos 6:11-14) Entonces, en secreto persuadieron a algunos hombres
para que dijeran: Le hemos oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y
contra Dios. (12) Y alborotaron al pueblo, a los ancianos y a
los escribas, y cayendo sobre él, lo arrebataron y lo trajeron en presencia del
concilio. (13) Y presentaron testigos falsos que dijeron:
Este hombre continuamente habla en contra de este lugar santo y de la ley; (14)
porque le hemos oído decir que este nazareno, Jesús, destruirá este
lugar, y cambiará las tradiciones que Moisés nos legó.
Se le acusaba de hablar y enseñar cosas ofensivas en contra
Moisés y contra Dios. Estas acusaciones
no eran nada nuevo, ya que también a Jesús se las hicieron. Pero la Biblia señala claramente que esas
acusaciones eran falsas, tanto para Jesús como Esteban, ya que ellos no estaban
en contra de la Ley de Dios ni del Templo.
Antes de entrar a ver la defensa de Esteban ante tales
falacias, iremos primero a los Evangelios para ver lo que Jesús dijo sobre el
Templo y sobre la Ley…
a. Lo que Jesús dijo del Templo:
Jesús profetizó el Templo caería, pero eso no quiere decir
que Él lo deseara. Ël simplemente una
profecía de lo que sucedería si no se arrepentían y no dejaban de usar el
Templo como mercado.
(Mateo 24:1-2) Cuando salió Jesús del templo, y se iba, se le
acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. (2)
Mas respondiendo El, les dijo: ¿Veis todo esto? En verdad os digo: no
quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada.
Jesús volvió a mencionar la destrucción del Templo luego de
su entrada triunfal en Jerusalén, unos días antes de morir. En ese día, algunos le dieron la bienvenida
como el Mesías, pero la mayoría lo rechazaron.
(Lucas 19:35-44) Y lo trajeron a Jesús, y echando sus mantos sobre
el pollino, pusieron a Jesús sobre él.
(36) Y mientras El iba avanzando,
tendían sus mantos por el camino. (37) Cuando ya se acercaba, junto a la bajada del
monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, regocijándose, comenzó
a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto, (38)
diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el
cielo y gloria en las alturas! (39) Entonces algunos de los fariseos de entre la
multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. (40)
Respondiendo El, dijo: Os digo que si éstos callan, las piedras
clamarán. (41) Cuando se acercó, al ver la ciudad, lloró
sobre ella, (42) diciendo: ¡Si tú también hubieras sabido en
este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. (43)
Porque sobre ti vendrán días, cuando tus enemigos echarán terraplén
delante de ti, te sitiarán y te acosarán por todas partes. (44) Y
te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra
sobre piedra, porque no conociste el tiempo de tu visitación.
Jesús no “deseaba” la destrucción del Templo, sino
simplemente profetizó que ocurriría. Si
eso hubiera deseado, no lo hubiera limpiado como lo hizo acto seguido de pronunciar
estar palabras, ni hubiera escogido ese lugar para enseñar (Luc. 19:45-48), tal
como lo hicieron los apóstoles después de Él.
Jesús explicó que la causa de la futura destrucción del
Templo y de Jerusalén (que se dio en el año 70 d.C.) fue por rechazarlo a pesar
de que Él era el Mesías. Esto es lo mismo
que Esteban va a explicar en su defensa ante el Concilio.
b. Lo que Jesús dijo de la Ley:
En cuanto a la Ley, Jesús mismo dijo que no vino a anular la
Ley…
(Mateo 5:17-19) No penséis que he venido para abolir la ley o los
profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. (18)
Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se
perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se
cumpla. (19) Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos
mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado
muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los
enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.
A veces a los religiosos les pareció que Jesús iba “en
contra” de la Ley, pero no era así. La
realidad es que Él obedecía la Ley de Dios (Torá escrita), pero no se sometía a
las tradiciones judías, que eran leyes de hombres.
(Lucas 11:37-52) Cuando terminó de hablar, un fariseo le rogó que
comiera con él; y Jesús entró y se sentó a la mesa. (38)
Cuando el fariseo vio esto, se sorprendió de que Jesús no se hubiera
lavado primero antes de comer, según el ritual judío. (39)
Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de
afuera del vaso y del plato; pero por dentro estáis llenos de robo y de
maldad. (40) Necios, el que hizo lo de afuera, ¿no hizo
también lo de adentro? (41) Dad más bien lo que está dentro como obra de
caridad, y entonces todo os será limpio.
(42) Mas ¡ay de vosotros,
fariseos!, porque pagáis el diezmo de la menta y la ruda y toda clase de
hortaliza, y sin embargo pasáis por alto la justicia y el amor de Dios; pero
esto es lo que debíais haber practicado sin descuidar lo otro. (43)
¡Ay de vosotros, fariseos!, porque amáis los primeros asientos en las
sinagogas y los saludos respetuosos en las plazas. (44)
¡Ay de vosotros!, porque sois como sepulcros que no se ven, sobre los
que andan los hombres sin saberlo.
(45) Respondiendo uno de los
intérpretes de la ley, le dijo: Maestro, cuando dices esto, también a nosotros
nos insultas. (46) Y El dijo: ¡Ay también de vosotros,
intérpretes de la ley!, porque cargáis a los hombres con cargas difíciles de
llevar, y vosotros ni siquiera tocáis las cargas con uno de vuestros
dedos. (47) ¡Ay de vosotros!, porque edificáis los
sepulcros de los profetas, y fueron vuestros padres quienes los mataron. (48)
De modo que sois testigos, y aprobáis las acciones de vuestros padres;
porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros. (49)
Por eso la sabiduría de Dios también dijo: "Les enviaré profetas y
apóstoles, y de ellos, matarán a algunos y perseguirán a otros, (50)
para que la sangre de todos los profetas, derramada desde la fundación
del mundo, se le cargue a esta generación,
(51) desde la sangre de Abel
hasta la sangre de Zacarías, que pereció entre el altar y la casa de Dios; sí,
os digo que le será cargada a esta generación." (52)
¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley!, porque habéis quitado la llave
del conocimiento; vosotros mismos no entrasteis, y a los que estaban entrando
se lo impedisteis.
Jesús y sus discípulos obedecían la Ley de Dios, pero no se
sentían comprometidos a seguir las tradiciones de los hombres, y eso incomodaba
a los religiosos.
(Marcos 7:5-9) Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron:
¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino
que comen con manos inmundas? (6) Y El les dijo: Bien profetizó Isaías de
vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo con los labios me
honra, pero su corazón está muy lejos de mí.
(7) "Mas en vano me rinden
culto, enseñando como doctrinas preceptos de hombres." (8)
Dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los
hombres. (9) También les decía: Astutamente violáis el
mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
Hay muchas tradiciones religiosas que no son malas en sí;
pero el peligro de éstas es que la gente cree estar sirviendo a Dios con esos “rituales”—y
no es así. Más bien, muchas veces los
rituales nos distraen de conectar con Dios, y lo que a Él más le interesa es
nuestro corazón y que tengamos una relación cercana con Él.
RESPUESTA DE ESTEBAN
Esteban fue llevado ante el Concilio en Jerusalén porque
estaba siendo acusado de enseñar en contra de la Ley y amenazar con destruir el
Templo (Hechos 6:11-14). Estas
acusaciones eran serias, pero en esencia eran falsas. Delante del Concilio, el Sumo Sacerdote le
preguntó a Esteban si eso eran ciertas esas acusaciones, y le dieron la
oportunidad de responder…
(Hechos 7:1) Y el sumo
sacerdote dijo: ¿Es esto así?
La respuesta de Esteban fue larga y extensa (Hechos 7:2-53). Si la leemos de corrido, podría parecer que
no está respondiendo a sus acusadores.
Pero al hacer un resumen de su discurso, podemos ver que él tocó los
temas más importantes en su defensa: los patriarcas, Moisés, la Ley y el Templo.
Lo interesante es que Esteban no se defendió ante los
hombres, es decir, sus palabras no iban dirigidas para ser excusado por el
Concilio. Más bien, su discurso apuntaba
a mostrarles que él era un verdadero judío y que respetaba a los patriarcas, a
Moisés y la Ley de Dios. Pero al final,
él va a dar cara-vuelta a la historia, y los va a confrontar por rechazar al
Mesías, así como los antepasados habían perseguido y matado a los profetas de
antaño.
Antes de entrar a leer versículo por versículo, hagamos un
resumen del discurso de Esteban:
i. Historia de la nación de Israel, desde Abraham
hasta Moisés (7:2-38):
Primero, Esteban establece una base del origen de Israel,
haciendo un resumen del llamado de los patriarcas y la formación del pueblo de
Israel. Al hablar de Moisés, él quería
hace evidente que no tenía nada en contra de Moisés ni la Ley de Dios, tal como
le acusaban.
ii. Rebelión de los antepasados (7:39-43)
A Esteban lo acusaban de ir en contra de la Ley de Dios,
pero no era cierto. El puso como ejemplo
a los antepasados quienes realmente se opusieron a Dios y llevaron una vida de
desobediencia, a pesar de que iban al Templo.
Con osadía, luego él les señalará que están actuando como los antepasados
al rechazar a Jesús.
iii. Respuesta sobre
el Templo (7:44-50):
Esteban reconoce que Dios instruyó al pueblo sobre la
edificación del Tabernáculo y del Templo; pero luego hace ver que estas son
sólo edificaciones, y la soberanía de Dios va más allá de las cuatro paredes.
iv. Rechazo al Mesías
(7:51-53)
Al final, Esteban advierte que si no aceptan a Jesús, están
rechazando al Mesías que Dios tenía preparado para Israel.
EL DISCURSO DE
ESTEBAN
Teniendo ya claros los temas generales del discurso de
Esteban, leámoslo verso por verso…
Lo primero que Esteban hace es establecer que él está
identificado con el pueblo de Dios, haciendo un recuento de sus orígenes y con
el propósito por el cual Dios los eligió.
(Hechos 7:2-7) Y él dijo:
Escuchadme, hermanos y padres. El Dios de gloria apareció a nuestro padre Abraham
cuando estaba en Mesopotamia, antes que habitara en Harán, (3) y
le dijo: "Sal de tu tierra y de tu parentela, y ve a la tierra que yo te
mostraré." (4) Entonces él salió de la tierra de los caldeos
y se radicó en Harán. Y de allí, después de la muerte de su padre, Dios lo
trasladó a esta tierra en la cual ahora vosotros habitáis. (5) No
le dio en ella heredad, ni siquiera la medida de la planta del pie, y sin
embargo, aunque no tenía hijo, prometió que se la daría en posesión a él y a su
descendencia después de él. (6) Y Dios dijo así: "Que sus descendientes
serían extranjeros en una tierra extraña, y que serían esclavizados y
maltratados por cuatrocientos años.
(7) "Pero yo mismo juzgaré a
cualquier nación de la cual sean esclavos"--dijo Dios-- "y después de
eso saldrán y me servirán en este lugar."
Luego de hablar sobre cómo Abraham llegó a la Tierra,
Esteban sigue hablando de su descendencia, y la formación de una nación…
(Hechos 7:8-16) Y Dios le dio el pacto de la circuncisión; y
así Abraham vino a ser el padre de Isaac, y lo circuncidó al octavo día; e
Isaac vino a ser el padre de Jacob, y Jacob de los doce patriarcas. (9) Y
los patriarcas tuvieron envidia de José y lo vendieron para Egipto. Pero Dios
estaba con él, (10) y lo rescató de todas sus aflicciones, y le
dio gracia y sabiduría delante de Faraón, rey de Egipto, y éste lo puso por
gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa.
(11) Entonces vino hambre sobre
todo Egipto y Canaán, y con ella gran aflicción; y nuestros padres no hallaban
alimentos. (12) Pero cuando Jacob supo que había grano en
Egipto, envió a nuestros padres allá la primera vez. (13)
En la segunda visita, José se dio a conocer a sus hermanos, y conoció
Faraón el linaje de José. (14) Y José, enviando mensaje, mandó llamar a
Jacob su padre y a toda su parentela, en total setenta y cinco personas. (15) Y
Jacob descendió a Egipto, y allí murió él y también nuestros padres. (16) Y
de allí fueron trasladados a Siquem, y puestos en el sepulcro que por una suma
de dinero había comprado Abraham a los hijos de Hamor en Siquem.
Luego hizo un resumen de la historia de Moisés…
(Hechos 7:17-29) Pero a medida que se acercaba el tiempo de la
promesa que Dios había confirmado a Abraham, el pueblo crecía y se multiplicaba
en Egipto, (18) hasta que surgió otro rey en Egipto que no
sabía nada de José. (19) Este rey, obrando con astucia contra nuestro
pueblo, maltrató a nuestros padres, a fin de que expusieran a la muerte a sus
niños para que no vivieran. (20) Fue por ese tiempo que Moisés nació. Era
hermoso a la vista de Dios, y fue criado por tres meses en la casa de su
padre. (21) Después de ser abandonado para morir, la hija
de Faraón se lo llevó y lo crió como su propio hijo. (22) Y
Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y era un hombre
poderoso en palabras y en hechos.
(23) Pero cuando iba a cumplir la
edad de cuarenta años, sintió en su corazón el deseo de visitar a sus hermanos,
los hijos de Israel. (24) Y al ver que uno de ellos era tratado
injustamente, lo defendió y vengó al oprimido matando al egipcio. (25)
Pensaba que sus hermanos entendían que Dios les estaba dando libertad
por medio de él, pero ellos no entendieron.
(26) Al día siguiente se les
presentó, cuando dos de ellos reñían, y trató de poner paz entre ellos,
diciendo: "Varones, vosotros sois hermanos, ¿por qué os herís el uno al
otro?" (27) Pero el que estaba hiriendo a su prójimo lo
empujó, diciendo: "¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros? (28)
"¿Acaso quieres matarme como mataste ayer al egipcio?" (29)
Al oír estas palabras, Moisés huyó y se convirtió en extranjero en la
Tierra de Madián, donde fue padre de dos hijos.
Esteban siguió hablando de Moisés, haciendo referencia a su llamado
para librar a los israelitas de la esclavitud en Egipto.
(Hechos 7:30-36) Y pasados cuarenta años, se le apareció un ángel en
el desierto del Monte Sinaí, en la llama de una zarza que ardía. (31)
Al ver esto, Moisés se maravillaba de la visión, y al acercarse para ver
mejor, vino a él la voz del Señor: (32)
"Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, de Isaac, y de
Jacob." Moisés temblando, no se atrevía a mirar. (33) Pero
el Señor le dijo: "Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar
donde estás es tierra santa. (34) "Ciertamente he visto la opresión de mi
pueblo en Egipto y he oído sus gemidos, y he descendido para librarlos; ven
ahora y te enviaré a Egipto."
(35) Este Moisés, a quien ellos
rechazaron, diciendo: "¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?" es
el mismo que Dios envió para ser gobernante y libertador con la ayuda del ángel
que se le apareció en la zarza.
(36) Este hombre los sacó,
haciendo prodigios y señales en la tierra de Egipto, en el mar Rojo y en el desierto
por cuarenta años.
Esteban también aprovechó a hacer referencia al profeta que
Dios prometió enviar como mediador.
(Hechos 7:37) Este es el mismo Moisés que dijo a los hijos
de Israel: "Dios os levantará un profeta como yo de entre vuestros hermanos."
En el capítulo tres leímos que Pedro hizo la misma
referencia ante el Concilio, diciendo claramente que ese enviado era Jesús.
(Hechos 3:18-23) Pero Dios ha cumplido así lo que anunció de
antemano por boca de todos los profetas: que su Cristo debería padecer. (19)
Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean
borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor, (20) y
El envíe a Jesús, el Cristo designado de antemano para vosotros, (21) a
quien el cielo debe recibir hasta el día de la restauración de todas las cosas,
acerca de lo cual Dios habló por boca de sus santos profetas desde tiempos
antiguos. (22) Moisés dijo: El Señor Dios os levantará un
profeta como yo de entre vuestros hermanos; a Él prestaréis atención en todo
cuanto os diga. (23) Y sucederá que todo el que no preste atención
a aquel profeta, será totalmente destruido de entre el pueblo.
En su defensa, Esteban aclaró que no estaba en contra de la Ley
ni del Templo. Más bien, les dijo que
eran ellos quienes se estaban oponiendo al Plan de Dios al rechazar al Mesías,
que es Jesús.
En la siguiente entrada seguiremos leyendo sobre el discurso
de Esteban…
Excelente comentario señores. Muchas gracias
ResponderEliminarLeo mucha observacion del estudio pero estaria excelente si metieran APLICACION PARA HOY EN DIA A NUESTRAS VIDAS.
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