Al habérsele quitado el derecho de primogenitura
a Rubén, Simeón pudo haberlo obtenido por ser el segundo en línea. Pero tanto él como Levi, el tercer hijo,
perdieron ese derecho debido a un acto violento: tomaron venganza en sus
propias manos (Gen. 34).
Siméon y Levi actuaron juntos; de la
misma manera, juntos recibieron la bendición final de su padre…
(Génesis 49:5-7) Simeón y Leví son hermanos; sus armas instrumentos de
violencia. (6) En su consejo no entre mi alma, a su asamblea
no se una mi gloria, porque en su ira mataron hombres, y en su obstinación
desjarretaron bueyes. (7) Maldita su ira porque es feroz; y su furor
porque es cruel. Los dividiré en Jacob, y los dispersaré en Israel.
Simeón y Leví tomaron la justicia en
sus propias manos. Se vengaron de la
violación de su hermana Dina matando al hombre culpable, junto con todos los
hombres de ese pueblo. Dejaron vivos
sólo a las mujeres e hijos, y aun a ellos los tomaron como esclavos, y como botín
todo su ganado y sus pertenencias (Génesis 34). Lo que hicieron ellos no fue
justicia sino venganza, lo cual trajo más injusticia. Con ese acto impetuoso,
ellos deshonraron a su padre, haciéndolo quedar mal, ya que él había llegado a
un arreglo con ese pueblo. Pero los
hijos violaron el pacto (Gen. 34:30).
A pesar de la amonestación de Jacob,
ellos no se arrepintieron; más bien, se justificaron (Gen. 34:31). Ellos
siguieron cargando con su error por el resto de sus vidas. Por la falta de arrepentimiento, las
consecuencias afectaron a sus descendientes…
(Génesis 49:7) Maldita su ira
porque es feroz; y su furor porque es cruel. Los dividiré en Jacob, y los
dispersaré en Israel.
La profecía de Jacob se cumplió al
pie de la letra. A la hora de la
repartición de territorios en la Tierra Prometida, los levitas y los simeonitas
terminaron separados y dispersados.
* A la tribu de Simeón le fueron asignadas tierras dentro del territorio
de la tribu de Judá (Jos. 19:9). Para
colmo, las ciudades que fueron asignadas a Simeón estaban todas en la región
más árida e inhóspita, conocida como el desierto del Neguev.
*
La tribu de Levi no recibió territorio
propio, sino que les fueron asignadas 48 ciudades dispersadas en todo el
territorio de Israel (Jos. 21:41-42).
Esta asignación de tierras podría
parecer “injusta”, como un castigo; pero no fue ésa la intención de Josué. En el momento de la colonización, esa
asignación fue estratégica. Al entrar a
la Tierra Prometida, la tribu de Simeón contaba con poca población, y por eso
se le incluyó con Judá. En cuanto a la
dispersión de Levi, no fue un castigo sino un privilegio, como lo veremos a continuación…
Un simeonita y un levita
En la Biblia vuelve a darse un
suceso que involucra a dos miembros importantes de estas dos tribus. Pero en esta ocasión, uno toma el camino del
pecado y otro de la santificación…
Cuando los israelitas se asentaron
cerca de Madián, en camino a la Tierra Prometida, el pueblo cayó en pecado de
idolatría y adulterio con las mujeres madianitas. Como consecuencia, el Señor desató una plaga
en medio de ellos. Muchos israelitas lo
lamentaron y se arrepintieron, pero otros siguieron pecando descaradamente,
como fue el caso de un simeonita.
(Num. 25:6-14) Y he aquí que un hombre, uno de los hijos de Israel, vino
y presentó una madianita a sus parientes, a la vista de Moisés y a la vista de
toda la congregación de los hijos de Israel, que lloraban a la puerta de la
tienda de reunión. (7) Y cuando lo vio Finees, hijo de Eleazar, hijo
del sacerdote Aarón, se levantó de en medio de la congregación, y tomando una
lanza en su mano, (8) fue tras el hombre de Israel, entró en la
alcoba y los traspasó a los dos, al hombre de Israel y a la mujer por su
vientre. Y así cesó la plaga sobre los hijos de Israel. (9) Y
los que murieron por la plaga fueron veinticuatro mil. (10)
Entonces habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: (11)
Finees, hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha apartado mi furor
de los hijos de Israel porque demostró su celo por mí entre ellos, y en mi celo
no he destruido a los hijos de Israel.
(12) Por tanto, di: "He
aquí, yo le doy mi pacto de paz;
(13) y será para él y para su
descendencia después de él, un pacto de sacerdocio perpetuo, porque tuvo celo
por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel." (14)
El nombre del hombre de Israel que fue muerto con la madianita era
Zimri, hijo de Salu, jefe de una casa paterna de Simeón.
Zimri, descendiente de Simeón,
continuó pecado descaradamente, delante de toda la congregación. Por el contrario, Finees, descendiente de
Levi, se levantó en celo divino e hizo justicia en medio del pueblo.
A partir de este suceso, ningún
simeonita volvió a sobresalir en la historia de Israel. Por el contrario, su población disminuyó
considerablemente. Según el primer censo
(al salir de Egipto), la tribu de Simeón contaba con 59,300 hombres (Num.
1:23). Pero en el segundo censo (40 años
más tarde), su número había descendido dramáticamente a 22,200 (Num. 26:14). Más de la mitad de sus hombres habían
muerto. Esto puede hacernos pensar que
muchos de los que murieron por el pecado con las madianitas en Baal-peor venían
de la tribu de Simeón. Aun así, en esa
ocasión murieron 24,000 en total, lo cual no explica la pérdida de 37,100 hombres. Es posible que los otros
hayan muerto en las otras plagas o que no hayan tenido muchos hijos.
Otro dato interesante de la tribu de
Simeón es que no fue incluida en las últimas bendiciones que Moisés dio a las tribus
de Israel antes de morir.
¿Qué pasó después con la tribu de
Simeón? Como ya mencionamos, a ellos les
fue asignado su territorio en medio de Judá, en la región desértica del sur de
Israel.
Podríamos suponer que ellos se
asimilaron en la tribu de Judá, pero eso sólo fue en parte. Hay ciertas referencias que apuntan a que algunos
de ellos migraron hacia el norte. Cuando
Israel se dividió en dos Reinos, sólo unos pocos se aliaron con Judá (2 Cro. 11:16-17;
2 Cro. 15:9). De los simeonitas que se
asimilaron a Judá, se menciona sólo un remanente de 500 hombres (1 Cro. 4:42-43). Ellos fueron los que ocuparon la región de
los amalecitas, en la tierra de Edom, en el desierto al sur de Judá. Aunque para los ojos humanos ellos parecen
haber desaparecido, no lo ha sido así para Dios. Esta tribu es mencionada entre
los 144,000 redimidos de Apocalipsis (7:7).
¿Qué pasó con la tribu de LEVI?
A diferencia de los simeonitas, los
levitas aprendieron de los errores del pasado y buscaron revertir la maldición
que trajo el pecado de su padre.
El celo de justicia de Levi lo llevó
en el principio a una venganza impulsiva y desmedida para defender una causa
humana. Pero sus descendientes, usaron
ese ímpetu para bien, y no para mal. Los
descendientes de Levi no optaron por la venganza, sino se encendieron del celo
de Dios y defendieron la causa divina.
El momento que cambió el destino de
los levitas fue entorno al pecado del Becerro de Oro. Los levitas fueron los únicos que se
levantaron del lado de Dios (Exo. 32:25-29). El resultado de esto fue la
santificación de los levitas. Dios los
apartó para servirle como sacerdotes.
Sólo ellos iban a poder entrar en el Tabernáculo para servir al Señor y
ofrecer los sacrificios. Anteriormente,
todos los primogénitos se les consideraban como “sacerdotes” de su familia; pero
luego los levitas fueron consagrados para tomar el lugar de los primogénitos en
todo Israel (Num. 3:5-13).
Tal como profetizó Jacob, también los
levitas fueron dispersados en todo el territorio de Israel, pero por diferente
razón que los simeonitas. A los levitas les
fueron asignadas 48 ciudades donde habitar, las cuales estaban dispersadas en
todo el territorio de Israel.
No les fue dado territorio a los
levitas, pero recibieron una mejor heredad.
(Deu. 10:8-9) En aquel tiempo el SEÑOR apartó la tribu de Leví para que
llevara el arca del pacto del SEÑOR, y para que estuviera delante del SEÑOR,
sirviéndole y bendiciendo en su nombre hasta el día de hoy. (9)
Por tanto, Leví no tiene porción o herencia con sus hermanos; el SEÑOR
es su herencia, así como el SEÑOR tu Dios le habló.)
(Deu. 18:1-2) Los sacerdotes levitas, toda la tribu de Leví, no tendrán
porción ni heredad con el resto de Israel; comerán de las ofrendas encendidas
al SEÑOR y de su porción. (2) Y no tendrán heredad entre sus hermanos; el
SEÑOR es su heredad, como les ha prometido.
Los levitas iban a dedicarse a servir
al Señor. No les fue dada tierra porque
ellos no tendrían que trabajar en el campo.
Para su sustento recibirían ofrendas, primicias y el diezmo de las demás
tribus.
(Deu. 18:3-4) Y este será el derecho de los sacerdotes de parte del
pueblo, de los que ofrecen como sacrificio buey u oveja: darán para el
sacerdote la espaldilla, las quijadas y el cuajar. (4) Le
darás las primicias de tu grano, de tu mosto, de tu aceite y del primer
esquileo de tus ovejas.
(Num. 18:8) Entonces habló el SEÑOR a Aarón: He aquí que yo te he
dado el cuidado de mis ofrendas, todas las cosas consagradas de los hijos de
Israel; te las he dado a ti como porción, y a tus hijos como provisión
perpetua.
(Num. 18:20-24) Entonces el SEÑOR dijo a Aarón: No tendrás heredad en su
tierra, ni tendrás posesión entre ellos; yo soy tu porción y tu herencia entre
los hijos de Israel. (21) Y he aquí que yo he dado a los hijos de Leví
todos los diezmos en Israel por heredad, a cambio de su ministerio en el cual
sirven, el ministerio de la tienda de reunión.
(22) Y los hijos de Israel no se
acercarán más a la tienda de reunión, no sea que carguen con un pecado y
mueran. (23) Sólo los levitas servirán en el ministerio de
la tienda de reunión, y ellos cargarán con la iniquidad del pueblo; será
estatuto perpetuo por todas vuestras generaciones, y entre los hijos de Israel
no tendrán heredad. (24) Porque el diezmo de los hijos de Israel, el
cual ofrecen como ofrenda al SEÑOR, yo lo he dado a los levitas por heredad;
por tanto, he dicho en cuanto a ellos: "Entre los hijos de Israel no
tendrán heredad."
Moisés bendijo a la tribu de Levi
con las siguientes palabras:
(Deu. 33:8-11) Y de Leví dijo: Tu Tumim y tu Urim sean para tu varón
santo, a quien pusiste a prueba en Masah, con quien luchaste en las aguas de
Meriba; (9) el que dijo de su padre y de su madre:
"No los conozco"; y no reconoció a sus hermanos, ni consideró a sus
propios hijos, porque obedecieron tu palabra, y guardaron tu pacto. (10)
Ellos enseñarán tus ordenanzas a Jacob y tu ley a Israel. Pondrán
incienso delante de ti, y holocaustos perfectos sobre tu altar. (11)
Bendice, oh SEÑOR, sus esfuerzos, y acepta la obra de sus manos;
quebranta los lomos de los que se levantan contra él y de los que lo odian,
para que no se levanten más.
La tribu de Levi logró revertir la
maldición, y volvió en bendición.
Lamentablemente varias generaciones
después sus descendientes no guardaron su camino y se desviaron. Lo que habían ganado, lo estaban perdiendo en
el tiempo de Malaquías. La advertencia
que el profeta hizo a los levitas es la siguiente:
(Mal. 2:1-9) Y ahora, para vosotros, sacerdotes, es este
mandamiento. (2) Si no escucháis, y si no decidís de corazón
dar honor a mi nombre--dice el SEÑOR de los ejércitos-- enviaré sobre vosotros
maldición, y maldeciré vuestras bendiciones; y en verdad, ya las he maldecido,
porque no lo habéis decidido de corazón.
(3) He aquí, yo reprenderé a
vuestra descendencia, y os echaré estiércol a la cara, el estiércol de vuestras
fiestas, y seréis llevados con él.
(4) Entonces sabréis que os he
enviado este mandamiento para que mi pacto siga con Leví--dice el SEÑOR de los
ejércitos. (5) Mi pacto con él era de vida y paz, las cuales
le di para que me reverenciara; y él me reverenció, y estaba lleno de temor
ante mi nombre. (6) La verdadera instrucción estaba en su boca, y
no se hallaba iniquidad en sus labios; en paz y rectitud caminaba conmigo, y
apartaba a muchos de la iniquidad.
(7) Pues los labios del sacerdote
deben guardar la sabiduría, y los hombres deben buscar la instrucción de su
boca, porque él es el mensajero del SEÑOR de los ejércitos. (8)
Pero vosotros os habéis desviado del camino, habéis hecho tropezar a
muchos en la ley, habéis corrompido el pacto de Leví--dice el SEÑOR de los
ejércitos. (9) Por eso yo también os he hecho despreciables
y viles ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos y
hacéis acepción de personas en la ley.
Lo ganado se debe cuidar. Los descendientes no se deben confiar en las
glorias de sus antepasados. Cada
generación debe guardar su bendición viviendo en rectitud y justicia (Ezequiel
18).
muy interesante este estudio me gusta mucho la enseñanza del antiguo testamento.
ResponderEliminarMuchas gracias!!!! Excelente estudio biblico!!! Dtb
ResponderEliminarJudit La Protagonista Del Libro Deuterocanónico Homónimo Dijo Ser Descendiente De Simeón, Siendo Una De Las Pocas Simeonitas Que Sobrealieron De Esa Tribu...
ResponderEliminarGracias... Impresionante estudio, muy profundo.
ResponderEliminarGracias, lo daré este sábado.
ResponderEliminarGracias a Finess toda la tribu de levi se limpio el pecado que habian hecho junto con simeon al matar a todos los hombres de aquella ciudad. con o sin culpa y se llevaron todas las mujeres, hijos y el ganado. La palabra de Jacobo quedo por el suelo ya que jacobo ya habia llegado a un acuerdo con esas personas. Levi se redimio, pero simeon siguieron haciendo lo malo
ResponderEliminarA sido de Bendiciones a mi porque yo pertenesco a la casa de Levi, Puedo ver parte de mi personalidad en ello precision estudio
ResponderEliminartodavia no me entere de que les dijo a simeon
ResponderEliminarLa Falta de confianza será alimentada por nuestras acciones y su resultado será el rechazo.
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