Poco tiempo después de haber llegado a Egipto, José presentó
al Faraón a su familia recién llegada de Canaán.
(Génesis 47:1-2) Entonces José vino e informó a Faraón, y dijo: Mi padre y
mis hermanos, con sus ovejas, sus vacas y todo lo que tienen, han venido de la
tierra de Canaán; y he aquí, están en la tierra de Gosén. (2) Y
tomó cinco hombres de entre sus hermanos, y los presentó delante de
Faraón.
Curiosamente no llevó a todos delante del rey, sino sólo
a cinco. Antes de hacerlo, José les
instruyó lo que debían decir.
(Génesis 47:3-4) Entonces Faraón dijo a sus hermanos: ¿Cuál es
vuestra ocupación? Y ellos respondieron a Faraón: Tus siervos son pastores de
ovejas, tanto nosotros como nuestros padres.
(4) Dijeron también a Faraón:
Hemos venido a residir en esta tierra, porque no hay pasto para los rebaños de
tus siervos, pues el hambre es severa en la tierra de Canaán. Ahora pues,
permite que tus siervos habiten en la tierra de Gosén.
José se había ganado la gracia del Faraón. El rey estaba dispuesto a darle lo que
quisiera como agradecimiento de todo lo que José había hecho por él y por todos
los egipcios.
(Génesis 47:5-6) Y Faraón dijo a José: Tu padre y tus hermanos
han venido a ti; (6) la tierra de Egipto está a tu disposición. En
lo mejor de la tierra haz habitar a tu padre y a tus hermanos; que habiten en
la tierra de Gosén, y si sabes que hay hombres capaces entre ellos, ponlos a
cargo de mi ganado.
El buen precedente de José abrió oportunidades para sus
hermanos en Egipto, y el Faraón les ofreció trabajo—bajo el entendido que sean
tan responsables como José.
LE PRESENTA A
JACOB
Luego de la conversación del Faraón con los hermanos de José,
éste también le presentó a su padre, Jacob.
(Génesis 47:7-10) José trajo a su padre Jacob y lo presentó a Faraón; y
Jacob bendijo a Faraón. (8) Y Faraón dijo a Jacob: ¿Cuántos años
tienes? (9) Entonces Jacob respondió a Faraón: Los años
de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los años de
mi vida, y no han alcanzado a los años que mis padres vivieron en los días de
su peregrinación. (10) Y Jacob bendijo a Faraón, y salió de su
presencia.
Jacob no sólo mide los años físicos, sino por la calidad
de ellos. La realidad es que él había
sufrido mucho a lo largo de su vida.
Todo el tiempo que había creído que José ya no vivía, él estuvo “como
muerto”. Fue hasta que se enteró que su
hijo vivía, que él sintió que volvió a vivir (Gen. 45:26-28).
Algunos comentaristas señalan que aquí se hace evidente
la superioridad espiritual de Jacob, ya que fue él quien bendijo a Faraón, y no
al revés (47:7,10).
EN MEDIO DE LA
HAMBRUNA
En medio del hambre generalizada, la familia de Jacob siempre
tuvo provisión, y nunca les faltó nada.
(Génesis 47:11-12)
Así, pues, José estableció allí a su
padre y a sus hermanos, y les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor
de la tierra, en la tierra de Ramsés, como Faraón había mandado. (12) Y
proveyó José de alimentos a su padre, a sus hermanos y a toda la casa de su
padre, según el número de sus hijos.
Pero no todos fueron tan afortunados como la familia de
Jacob…
(Génesis 47:13-17)
No había alimento en toda la tierra, de
modo que el hambre era muy severa, y la tierra de Egipto y la tierra de Canaán
languidecían a causa del hambre.
(14) Y José recogió todo el
dinero que había en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán a cambio del
grano que le compraban, y José trajo el dinero a la casa de Faraón. (15)
Cuando se acabó el dinero en la tierra de Egipto y en la tierra de
Canaán, todos los egipcios vinieron a José, diciendo: Danos alimento, pues ¿por
qué hemos de morir delante de ti?, ya que nuestro dinero se ha acabado. (16)
Entonces José dijo: Entregad vuestros ganados y yo os daré pan por
vuestros ganados, puesto que vuestro dinero se ha acabado. (17)
Trajeron, pues, sus ganados a José, y José les dio pan a cambio de los
caballos, las ovejas, las vacas y los asnos; aquel año les proveyó de pan a
cambio de todos sus ganados.
En los años de abundancia en Egipto, el Faraón almacenó
granos como reserva para los años de escasez, tal como le fue revelado en sus
sueños. José fue puesta a cargo del
almacenamiento, y luego de la distribución de esos granos. Pero, como lo mencionamos anteriormente, el
Faraón no “regaló” lo que había guardado, sino que lo vendió, tanto a egipcios
como a extranjeros.
En el primer año, los egipcios entregaron todo su dinero,
a cambio de alimento. Cuando se les
acabó, comenzaron a entregar su ganado. Por
eso el Faraón le pidió a los hermanos de José que le ayudaran a cuidar sus
ganados (47:6).
Pero la sequía continuó…
(Génesis 47:18-22)
Y terminado aquel año, vinieron a él el
segundo año, y le dijeron: No encubriremos a mi señor que el dinero se ha
acabado, y que el ganado pertenece a mi señor. No queda nada para mi señor,
excepto nuestros cuerpos y nuestras tierras.
(19) ¿Por qué hemos de morir
delante de tus ojos, tanto nosotros como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y
a nuestra tierra a cambio de pan, y nosotros y nuestra tierra seremos siervos
de Faraón. Danos, pues, semilla para que vivamos y no muramos, y no quede la
tierra desolada. (20) Así compró José toda la tierra de Egipto para
Faraón, pues los egipcios vendieron cada uno su campo, porque el hambre era
severa sobre ellos; y la tierra vino a ser de Faraón. (21)
En cuanto a la gente, la hizo pasar a las ciudades, desde un extremo de
la frontera de Egipto hasta el otro.
(22) Solamente la tierra de los
sacerdotes no compró, pues los sacerdotes tenían ración de parte de Faraón, y
vivían de la ración que Faraón les daba. Por tanto no vendieron su tierra.
Todo Egipto quedó endeudado con el Faraón. En otras palabras, estaban esclavizados a él. Le debían la vida a Faraón y a José, quienes
les proveyeron alimento en el momento de mayor necesidad.
Pero la meta no era tener una nación de esclavos, sino
una nación productiva. Para ello, José
ideó un plan para ponerlos a trabajar a todos.
(Génesis 47:23-26)
Y José dijo al pueblo: He aquí, hoy os he
comprado a vosotros y a vuestras tierras para Faraón; ahora, aquí hay semilla
para vosotros; id y sembrad la tierra.
(24) Al tiempo de la cosecha
daréis la quinta parte a Faraón, y cuatro partes serán vuestras para sembrar la
tierra y para vuestro mantenimiento, para los de vuestras casas y para alimento
de vuestros pequeños. (25) Y ellos dijeron: Nos has salvado la vida.
Hallemos gracia ante los ojos de Faraón mi señor, y seremos siervos de
Faraón. (26) Entonces José puso una ley respecto a la
tierra de Egipto, en vigor hasta hoy: que Faraón debía recibir el quinto; sólo
la tierra de los sacerdotes no llegó a ser de Faraón.
En otras palabras, José estableció un sistema de
impuestos en Egipto. El buen liderazgo
de José ayudó a que el Faraón prosperara en gran manera.
LOS ISRAELITAS EN
EGIPTO
Mientras tanto, ¿qué pasó con los Hijos de Israel en
Egipto?
(Génesis 47:27) E Israel habitó en la tierra de Egipto, en Gosén; y
adquirieron allí propiedades y fueron fecundos y se multiplicaron en gran
manera.
Mientras que los egipcios se endeudaban, los israelitas
prosperaban. Seguramente los egipcios
resintieron esto, y puede ser que por ello después terminaron esclavizando a los
israelitas, luego de morir José (Exo. 1:6-14).
LOS AÑOS DE JACOB
La Biblia dice que Jacob vivió otros 17 años, luego de
llegar a Egipto. Podría decirse que Dios le devolvió a Jacob los años perdidos
de José.
(Génesis 47:28) Y Jacob vivió en la tierra de Egipto diecisiete años; así
que los días de Jacob, los años de su vida, fueron ciento cuarenta y siete
años.
Jacob ya no volvió a regresar a la Tierra Prometida. Sin embargo, él quiso asegurarse de ser enterrado
junto a los patriarcas. Para ello, le
hizo jurar a José que llevaría sus restos a Hebrón.
(Génesis 47:29-31)
Cuando a Israel se le acercó el tiempo de
morir, llamó a su hijo José y le dijo: Si he hallado gracia ante tus ojos, por
favor, pon ahora tu mano debajo de mi muslo y trátame con misericordia y
fidelidad: Por favor, no me sepultes en Egipto.
(30) Cuando duerma con mis
padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos. Y José
respondió: Haré según tu palabra. (31) Y Jacob dijo: Júramelo . Y se lo juró.
Entonces Israel se inclinó en adoración en la cabecera de la cama.
UNA MEJOR PATRIA
Podría pensarse que Dios no cumplió su promesa de
regresar a Jacob a la Tierra Prometida.
Pero sabemos que Dios es fiel y siempre cumple sus promesas, pero no
siempre lo hace de la forma en que nosotros “interpretamos” sus palabras. El libro de Hebreos explica claramente para
que lo entendamos…
(Heb. 11:13-16) Todos éstos murieron en fe, sin haber recibido las
promesas, pero habiéndolas visto y aceptado con gusto desde lejos, confesando
que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. (14)
Porque los que dicen tales cosas, claramente dan a entender que buscan
una patria propia. (15) Y si en verdad hubieran estado pensando en
aquella patria de donde salieron, habrían tenido oportunidad de volver. (16)
Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, celestial. Por lo
cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado
una ciudad.
La Ciudad a la que se refiere es la Nueva Jerusalén. Los patriarcas vieron esa meta con sus ojos
espirituales. Nosotros también debemos
poner nuestra vista en ella, pues esta es nuestra herencia y destino eterno.
En el próximo capítulo comenzaremos a ver la bendición de
Jacob a sus hijos antes de morir…
EXCELENTE ESTUDIO, GRACIAS
ResponderEliminarMuy buenos estudios DIOSlos bendiga! me son de gran ayuda u bendicion
EliminarExcelente muy bueno aprender uno así mil bendiciones
ResponderEliminarGracias por este maravilloso estudio del libro de Génesis, ha sido de gran utilidad para Mi y mi familia y hemos aprendido mucho.
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