EL ENEMIGO SE LLEVÓ EL ARCA
En el capítulo 4 vimos que los filisteos se llevaron el Arca del Pacto, y las consecuencias que ello tuvo en Israel. Ahora en los capítulos 5 y 6 veremos qué pasó con el Arca mientras estuvo en posesión de los enemigos.
(1 Sam. 5:1-2) Los Filisteos tomaron el arca de Dios y la llevaron de Ebenezer a Asdod. (2) Entonces los Filisteos tomaron el arca de Dios y la introdujeron en el templo de Dagón, y la pusieron junto a Dagón.
Los filisteos se llevaron el Arca como una señal de su victoria sobre los israelitas. No la destruyeron ni la colocaron en cualquier lugar. La llevaron al templo de Dagón en Asdod (hoy Gaza), como una honra a su dios que ellos creían que les había ayudado a vencer al Dios de Israel. Esto mismo hicieron con Sansón cuando lo atraparon luego que Dalila le cortara su cabello y éste perdiera sus fuerzas al romper su voto nazareo.
(Jue. 16:23-24) Y los príncipes de los filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a su dios Dagón, y para regocijarse, pues decían: Nuestro dios ha entregado a nuestro enemigo Sansón en nuestras manos. (24) Y cuando la gente lo vio, alabaron a su dios, pues decían: Nuestro dios ha entregado en nuestras manos a nuestro enemigo, al que asolaba nuestra tierra, y multiplicaba nuestros muertos.
La realidad es que en ninguno de los dos casos Dagón no venció a YHVH Dios de los ejércitos, sino que fue el pecado de Israel que los llevó a la derrota. El peor enemigo del creyente no es el que está fuera, sino el que uno deja entrar dentro del corazón. Su desobediencia llevó a Israel a la derrota, no sus enemigos (Jue. 2:11-14).
Lo peor de todo es que el Nombre de Dios fue deshonrado por Israel ante las demás naciones. Pero Dios no dejó así las cosas, pues Él mismo mostró quién Él era ante todo el pueblo filisteo. Dios no iba a permitir que Su Nombre fuera burlado.
(1 Sam. 5:3-4) A la mañana siguiente, cuando los de Asdod se levantaron temprano, vieron que Dagón había caído rostro en tierra delante del arca del SEÑOR. Así que tomaron a Dagón y lo pusieron otra vez en su lugar. (4) Pero al levantarse temprano al día siguiente, otra vez Dagón había caído rostro en tierra delante del arca del SEÑOR. Y la cabeza de Dagón y las dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral; sólo el tronco le quedaba a Dagón.
El Señor hizo que el dios filisteo se postrara ante el Arca de Su Presencia. No sólo eso, sino que le cortó la cabeza y las dos manos al ídolo. No hay cabeza ni autoridad ni acciones que prevalezcan en contra de YHVH. El Señor mismo mostró a los filisteos que el Dios de Israel es más poderoso que sus dioses. Como resultado, ellos temieron a YHVH.
(1 Sam. 5:5-7) Por tanto, hasta hoy, ni los sacerdotes de Dagón ni ninguno de los que entran en el templo de Dagón, pisan el umbral de Dagón en Asdod. (6) Y la mano del SEÑOR se hizo pesada sobre los de Asdod, y los desoló y los hirió con tumores, tanto a Asdod como a sus territorios. (7) Cuando los hombres de Asdod vieron lo que les sucedía, dijeron: "El arca del Dios de Israel no debe quedar con nosotros, pues su mano es dura sobre nosotros y sobre Dagón nuestro dios."
Aún así, los filisteos todavía no querían humillarse ante los israelitas y entregar el Arca de vuelta. Así que simplemente la trasladaron a otra ciudad filistea. De Asdod a Gat, y luego a Ecrón. Pero dónde iba el Arca, el Señor enviaba plagas y juicios.
(1 Sam. 5:8-12) Así que enviaron a buscar e hicieron venir a todos los príncipes de los Filisteos, y les dijeron: "¿Qué haremos con el arca del Dios de Israel?" "Que se traslade el arca del Dios de Israel a Gat," respondieron ellos. Y trasladaron el arca del Dios de Israel. (9) Pero después que la habían trasladado, la mano del SEÑOR estuvo contra la ciudad causando gran confusión; e hirió a los hombres de la ciudad, desde el menor hasta el mayor, saliéndoles tumores. (10) Entonces enviaron el arca de Dios a Ecrón. Y sucedió que cuando el arca de Dios llegó a Ecrón, los Ecronitas clamaron y dijeron: "Han traído el arca del Dios de Israel hasta nosotros para matarnos a nosotros y a nuestro pueblo." (11) Por tanto, mandaron a reunir a todos los príncipes de los Filisteos, y les dijeron: "Saquen de aquí el arca del Dios de Israel, y que vuelva a su sitio, para que no nos mate a nosotros y a nuestro pueblo." Porque había un pánico mortal por toda la ciudad; la mano de Dios se hizo muy pesada allí. (12) Y los hombres que no murieron fueron heridos con tumores, y el clamor de la ciudad subió hasta el cielo.
YA NO QUIEREN EL ARCA
Los filisteos se quedaron con el Arca durante varios meses, pero finalmente decidieron deshacerse de ella. Reconocieron el poder del Dios de Israel. No se convirtieron ni se sometieron, pero estuvieron dispuestos a darle una ofrenda.
(1 Sam. 6:1-6) El arca del SEÑOR estuvo en la tierra de los filisteos siete meses. (2) Entonces los filisteos llamaron a los sacerdotes y a los adivinos, diciendo: ¿Qué haremos con el arca del SEÑOR? Decidnos cómo la hemos de enviar a su lugar. (3) Y ellos dijeron: Si enviáis el arca del Dios de Israel, no la enviéis vacía; sino que ciertamente devolveréis a El una ofrenda por la culpa. Entonces seréis sanados y conoceréis por qué su mano no se ha apartado de vosotros. (4) Y los filisteos preguntaron: ¿Cuál será la ofrenda por la culpa que hemos de devolverle? Y ellos dijeron: Cinco tumores de oro y cinco ratones de oro conforme al número de los príncipes de los filisteos, porque la misma plaga estuvo sobre todos vosotros y sobre vuestros príncipes. (5) Haréis, pues, semejanzas de vuestros tumores, y semejanzas de vuestros ratones que asolan la tierra, y daréis gloria al Dios de Israel; quizá El aliviará su mano de sobre vosotros, de sobre vuestros dioses y de sobre vuestra tierra. (6) ¿Por qué entonces endurecéis vuestros corazones, como endurecieron sus corazones los egipcios y Faraón? Cuando El los trató severamente, ¿no dejaron ir al pueblo, y se fueron?
Ya habían pasado unos 500 años desde que los israelitas habían salido de Egipto, pero los pueblos cananeos no habían olvidado lo que Dios había hecho con Israel. Lamentablemente los israelitas parecían haberlo olvidado.
EL RETORNO DEL ARCA
En realidad, los filisteos no “devolvieron” el Arca, sino que simplemente la soltaron el Arca y lo dejaron todo en las manos de Dios. Esto fue lo que decidieron hacer los líderes filisteos:
(1 Sam. 6:7-9) Ahora pues, tomad y preparad un carro nuevo y dos vacas con crías sobre las cuales no se haya puesto yugo; uncid las vacas al carro y llevad sus becerros a casa, lejos de ellas. (8) Y tomad el arca del SEÑOR y colocadla en el carro; y poned en una caja a su lado los objetos de oro que le entregaréis como ofrenda por la culpa. Luego, dejadla ir, y que se vaya. (9) Y observad: si sube por el camino de su territorio a Bet-semes, entonces El nos ha hecho este gran mal. Pero si no, entonces sabremos que no fue su mano la que nos hirió; nos sucedió por casualidad.
Los filisteos todavía tenían duda de que si lo que les había pasado era “mera casualidad” o si era la mano de Dios. Por ello, decidieron ponerlo a prueba. Lo que ellos estaban haciendo era en contra de la naturaleza, ya que estaban separando a las vacas de sus crías. Lo natural hubiera salido que ellas fueran a buscar a sus crías. Pero no pasó así…
(1 Sam. 6:10-12) Entonces los hombres lo hicieron así; tomaron dos vacas con crías, las uncieron al carro y encerraron sus becerros en casa. (11) Colocaron el arca del SEÑOR en el carro, y la caja con los ratones de oro y las semejanzas de sus tumores. (12) Y las vacas tomaron el camino recto en dirección a Bet-semes; iban por el camino, mugiendo mientras iban, y no se desviaron ni a la derecha ni a la izquierda. Y los príncipes de los filisteos las siguieron hasta el límite de Bet-semes.
Las vacas obedecieron a Dios, aunque iba en contra de su naturaleza. Ellas llevaron el Arca de regreso a la tierra de Israel, a pesar que dejaban a tras a sus crías. Las vacas iban lamentándose, pero siguieron adelante, sin desviarse a la derecha ni a la izquierda. ¡Cuánto debemos aprender de esas vacas!
El destino final de la carroza con el Arca fue Bet-Semes (lit. casa de aceite).
Los israelitas se alegraron de tener el Arca de vuelta.
(1 Sam. 6:13-15) El pueblo de Bet-semes estaba segando el trigo en el valle, y alzaron sus ojos y vieron el arca, y se alegraron al verla. (14) Y el carro llegó al campo de Josué el bet-semita y se detuvo allí donde había una gran piedra; y ellos partieron la madera del carro y ofrecieron las vacas en holocausto al SEÑOR. (15) Los levitas bajaron el arca del SEÑOR y la caja que estaba con ella, en la cual estaban los objetos de oro, y las colocaron sobre la gran piedra; y los hombres de Bet-semes ofrecieron holocaustos e hicieron sacrificios aquel día al SEÑOR.
Pero la alegría no les duró mucho... Dios también hizo justicia con ellos. El castigo no fue sólo para los filisteos, sino también para los israelitas.
(1 Sam. 6:19) El Señor hirió a los hombres de Bet-semes porque habían mirado dentro del arca del SEÑOR. De todo el pueblo hirió a cincuenta mil setenta hombres, y el pueblo lloró porque el SEÑOR había herido al pueblo con gran mortandad.
¿Por qué se lamentaron por las muertes en lugar de reconocer su falta y arrepentirse? Así de duro tenían su corazón. En lugar de aprender de sus errores, reconocerlos, pedir perdón y acercarse a Dios, prefirieron alejarse de Él.
(1 Sam. 6:20-21) Y los hombres de Bet-semes dijeron: ¿Quién puede estar delante del SEÑOR, este Dios santo? ¿Y a quién subirá al alejarse de nosotros? (21) Y enviaron mensajeros a los habitantes de Quiriat-jearim, diciendo: Los filisteos han devuelto el arca del SEÑOR; descended, y subidla con vosotros.
Al final, no hubo mucha diferencia entre los filisteos y los habitantes de Bet-Semes. Ellos se deshicieron del Arca como si se tratara de una plaga. No lo apreciaron, sino que lo enviaron a otro pueblo.
¿Quiénes eran los habitantes de Bet-semes? En Jueces leemos que los israelitas que habían heredado ese pueblo no explusaron a los habitantes nativos. (Jue. 1:33) Neftalí no expulsó a los habitantes de Bet-semes, ni a los habitantes de Bet-anat, sino que habitó entre los cananeos, los habitantes de aquella tierra; y los habitantes de Bet-semes y de Bet-anat fueron sometidos a trabajos forzados.
Al final se mezclaron con ellos.
Lo mismo nos puede pasar a nosotros…Si no sacamos el pecado que habita dentro de nosotros cuando Dios lo pide, al final éste llega a controlarnos . Esto no quiere decir que seamos perfectos de un día para el otro. Toma tiempo limpiar nuestra vida del pecado. Pero así como los israelitas debían ir sacando poco a poco al enemigo de la Tierra, nosotros también debemos ir avanzando poco a poco, sacando el mal de nuestras vidas. Aunque a veces sintamos que no podemos hacer por nuestras propias fuerzas, no importa porque Dios dice que nos ayudará a hacerlo.
(Exodo 23:27-30) Enviaré mi terror delante de ti, y llenaré de confusión a todo pueblo donde llegues; y haré que todos tus enemigos ante ti vuelvan la espalda. (28) Y enviaré avispas delante de ti para que echen fuera al heveo, al cananeo y al hitita de delante de ti. (29) No los echaré de delante de ti en un solo año, a fin de que la tierra no quede desolada y se multipliquen contra ti las bestias del campo. (30) Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra.
Tomemos posesión de la vida que Dios desea para nosotros, echando fuera al enemigo, sin hacer alianza con ellos.
Como podemos decir creemos y amamos a Dios sin realmente conocer su poder, obras y maravillas que su Palabra, la Biblia nos describe?
ResponderEliminarjesus es la luz y nunca la luz se relaciona con las tinieblas.
ResponderEliminarsomos hijos de Dios y somos luz.
nunca permitamos que el pecado entre a nuestro crzn, debemos vencerla no con mis fuerzas sino con el poder de Dios.
jesus te ama hermano
hermnao estan buenos sus devocionales una bendicion solo queria aclarar que Ashdod y gaza son dos ciudades diferentes hoy en dia Ashdod y Ashkelon son ciudades israelies y gaza esta mas al sur en la frontera con rafiaj a una horas de egipto Dios lo bendiga hermano
ResponderEliminarBuen mensaje para aquellos que en algún momento nos descuidamos de las cosas de Dios. Obediencia te pido nada más, señor.
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