Luego de haber estado varios meses en medio de los filisteos, finalmente el Arca del Pacto regresó a Israel. El primer lugar en que posó fue en Bet-Semes (lit. Casa del Aceite).
Pero no se quedó mucho tiempo allí, ya que el pueblo no respetó la santidad del Arca. Creyeron que podían acercarse sin estar santificados, y la Santidad de Dios los quemó (1 Sam. 6:19).
(1 Sam. 6:20-21) Y los hombres de Bet-semes dijeron: ¿Quién puede estar delante del SEÑOR, este Dios santo? ¿Y a quién subirá al alejarse de nosotros? (21) Y enviaron mensajeros a los habitantes de Quiriat-jearim, diciendo: Los filisteos han devuelto el arca del SEÑOR; descended, y subidla con vosotros.
PERECEN EN EL LUGAR SANTO
Algo similar sucedió a los hijos de Israel en el desierto. Muchos murieron cuando algunos se creyeron tener el derecho de estar en el Tabernáculo, al igual que los sacerdotes.
(Num. 17:12-13) Entonces los hijos de Israel hablaron a Moisés, diciendo: He aquí, perecemos, estamos perdidos; todos nosotros estamos perdidos. (13) Cualquiera que se acerca al tabernáculo del SEÑOR, muere. ¿Hemos de perecer todos?
Ante esa pregunta, Dios les respondió aclarándoles que los únicos que podían acercarse al Arca y entrar al Lugar Santo eran los sacerdotes (Num. 18:1-8).
Desde el principio, todos estábamos llamados a ser “sacerdotes” (Exo. 19:5-6; 1 Ped. 2:9). Pero la realidad es que no todos están dispuestos a pagar el precio que esto requiere.
(1 Pedro 1:14-16) Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais en vuestra ignorancia, (15) sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; (16) porque escrito está: Sed santos, porque Yo soy Santo.
David también hace mención de quiénes pueden estar en el Lugar Santo.
(Sal. 24:3-6) ¿Quién subirá al monte del SEÑOR? ¿Y quién podrá estar en su lugar santo? (4) El de manos limpias y corazón puro; el que no ha alzado su alma a la falsedad, ni jurado con engaño. (5) Ese recibirá bendición del SEÑOR, y justicia del Dios de su salvación. (6) Tal es la generación de los que le buscan, de los que buscan tu rostro, como Jacob.
La Biblia dice que no hay justo, ni aun uno (Rom. 3:19; Ecl. 7:20). Nadie merece estar en Su Presencia. Sin embargo, Él abrió el camino hacia Su Presencia con el sacrificio de Jesucristo (Heb. 10:19-22). Yeshua abrió el camino, pero nosotros debemos caminarlo. Quién busca el Rostro de Dios, lo encuentra. Es un camino de subida, pero se puede lograr con arrepentimiento y con la ayuda del Señor.
Cada uno decide hasta qué nivel avanza en el camino hacia Dios.
EN CASA DE ABINADAB
Cuando los habitantes de Bet-semes se deshicieron del Arca, quienes la recibieron fueron los habitantes de Quiriat-jearim (lit. ciudad de bosques). Ellos la tomaron y la llevaron a la casa de Abinadab, quien era de linaje sacerdotal.
(1 Sam. 7:1) Y vinieron los hombres de Quiriat-jearim, tomaron el arca del SEÑOR y la llevaron a la casa de Abinadab en la colina, y consagraron a Eleazar su hijo para que guardara el arca del SEÑOR.
Abinadab (lit. Mi padre es noble)
Eleazar (lit. Dios ayudó)
Este pueblo hizo lo que se debía hacer, y no tuvieron problemas con el Arca. Ellos dejaron el Arca al cuidado de un sacerdote.
El Arca se quedó allí desde ese momento hasta que David la trasladó a Jerusalén (2 Sam. 6:3-4). Ya no regresó más a Silo.
ISRAEL AÑORÓ AL SEÑOR
El Arca del Pacto quedó a cargo de Eleazar, pero quedó en el olvido de los israelitas por mucho tiempo. Pero un día, les hizo falta la Presencia del Señor.
(1 Sam. 7:2) Y sucedió que pasó mucho tiempo, veinte años, desde el día en que el arca quedó en Quiriat-jearim; y toda la casa de Israel añoraba al SEÑOR.
La traducción de Las Américas dice que Israel “añoraba” al Señor.
La versión Reina Valera dice que Israel “lamentaba” en pos de Jehová.
En hebreo, la palabra es Nahah que significa: gemir, lamentar, llorar, añorar.
Lo que sucedió en Israel, también puede ocurrir hoy. Cuando no buscamos la presencia de Dios ni cultivamos una relación diaria con Él, nos vamos alejando poco a poco. Al principio no nos damos cuenta de la lejanía, pero con el tiempo se hace más evidente.
LLAMADO AL ARREPENTIMIENTO
El profeta Samuel aprovechó esa añoranza colectiva para llamar al pueblo al arrepentimiento.
(1 Sam. 7:3) Entonces Samuel habló a toda la casa de Israel, diciendo: Si os volvéis al SEÑOR con todo vuestro corazón, quitad de entre vosotros los dioses extranjeros y las Astorets, y dirigid vuestro corazón al SEÑOR, y servidle sólo a El; y El os librará de la mano de los filisteos.
¿Cuál fue la respuesta del pueblo?
(1 Sam. 7:4) Los hijos de Israel quitaron los baales y las Astorets, y sirvieron sólo al SEÑOR.
Si dejamos de buscar a Dios es porque hemos estado buscando otras cosas. Cualquier cosa que ocupe el lugar del Señor se convierte en un ídolo del corazón.
Cuando nos suceda esto, debemos hacer lo mismo que Samuel instruyó a los israelitas. No sólo los llamó al arrepentimiento (heb. teshuva, lit. regresar) sino que también los convocó a oración y ayuno colectivo.
(1 Sam. 7:5-6) Y Samuel dijo: Reunid en Mizpa a todo Israel, y yo oraré al SEÑOR por vosotros. (6) Y se reunieron en Mizpa, y sacaron agua y la derramaron delante del SEÑOR, ayunaron aquel día y dijeron allí: Hemos pecado contra el SEÑOR. Y Samuel juzgó a los hijos de Israel en Mizpa.
La respuesta del pueblo al sentirse lejos de Dios fue la siguiente:
> reconocieron de donde habían caído
> se congregaron, en unidad
> botaron sus ídolos
> dirigieron su corazón al Señor
> sacaron agua y la derramaron. [El agua representa la Palabra de Dios—Efe. 5:26]
> ayunaron
Un llamado similar nos hace el autor de Hebreos:
(Hebreos 10:22) acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura.
En estos versículos se enfatiza que se reunió TODO el pueblo de Israel (vv.2, 3, 5). Todas las tribus unidas se reunieron con el mismo propósito: volver a Dios.
Al verlos unidos, el enemigo se sintió amenazado…
TEMOR DE LOS FILISTEOS
Los filisteos tuvieron temor al oír que los israelitas se habían reunido en Mizpa. Por lo tanto, ellos decidieron atacar a Israel, como medida preventiva.
(1 Sam. 7:7) Cuando los filisteos oyeron que los hijos de Israel se habían reunido en Mizpa, los príncipes de los filisteos subieron contra Israel. Cuando oyeron esto los hijos de Israel, tuvieron temor de los filisteos.
Tanto los filisteos como los israelitas fueron movidos por el temor. El miedo nos lleva a ponernos a la defensiva, y aun a tomar decisiones que no convienen.
Los israelitas tuvieron miedo, pero en esta ocasión se enfocaron en Dios. Pidieron a Samuel que intercediera por ellos ante el Señor.
(1 Sam. 7:8-9) Entonces los hijos de Israel dijeron a Samuel: No dejes de clamar al SEÑOR nuestro Dios por nosotros, para que El nos libre de la mano de los filisteos. (9) Tomó Samuel un cordero de leche y lo ofreció como completo holocausto al SEÑOR; y clamó Samuel al SEÑOR por Israel y el SEÑOR le respondió.
CLAMA Y RESPONDERÉ
Cuando uno clama a Dios, Él responde.
(Jer. 33:2-3) Así dice el SEÑOR que hizo la tierra, el SEÑOR que la formó para establecerla; el SEÑOR es su nombre: (3) Clama a mí, y yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces.
(Jer. 29:12-13) Me invocaréis, y vendréis a rogarme, y yo os escucharé. (13) Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón.
¿Cómo respondió el Señor al clamor de Israel en ese tiempo?
(1 Sam. 7:10-13) Mientras Samuel estaba ofreciendo el holocausto, los filisteos se acercaron para pelear con Israel. Mas el SEÑOR tronó con gran estruendo aquel día contra los filisteos y los confundió, y fueron derrotados delante de Israel. (11) Saliendo de Mizpa los hombres de Israel, persiguieron a los filisteos, hiriéndolos hasta más allá de Bet-car. (12) Entonces Samuel tomó una piedra y la colocó entre Mizpa y Sen, y la llamó Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ha ayudado el SEÑOR. (13) Los filisteos fueron sometidos y no volvieron más dentro de los límites de Israel. Y la mano del SEÑOR estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel.
Aunque los filisteos habían vencido muchas veces a los israelitas, en esta ocasión Dios se pudo del lado de Israel, porque ellos se habían arrepentido. Ellos ni siquiera tuvieron que pelear, porque Dios milagrosamente asustó y confundió al enemigo, y salió huyendo.
Así se cumplió parte del canto profético de Ana, madre de Samuel.
(1 Sam. 2:9-10) El guarda los pies de sus santos, mas los malvados son acallados en tinieblas, pues no por la fuerza ha de prevalecer el hombre. (10) Los que contienden con el SEÑOR serán quebrantados, El tronará desde los cielos contra ellos. El SEÑOR juzgará los confines de la tierra, a su rey dará fortaleza, y ensalzará el poder de su ungido.
SEÑAL
Samuel levantó una piedra en ese lugar como señal de la ayuda que Dios les dio. El nombre que le dio al lugar fue “Eben-ezer”.
Eben = piedra;
Ezer = ayuda
¿Por qué era tan importante ese lugar?
(1 Sam. 5:1) Los filisteos tomaron el arca de Dios y la llevaron de Eben-ezer a Asdod.
Ese era el lugar donde los filisteos habían capturado el Arca. Ahora, luego de arrepentirse, el Señor los derrotó en el mismo lugar. Esto fue una gran lección para Israel.
La respuesta del Señor no sólo fue temporal, sino permanente.
Los filisteos ya no volvieron a molestar a Israel en todo el tiempo de Samuel. Además, lo que el enemigo les había robado, fue restituido.
(1 Sam. 7:14) Las ciudades que los filisteos habían tomado de Israel fueron restituidas a Israel, desde Ecrón hasta Gat, e Israel libró su territorio de la mano de los filisteos. Y hubo paz entre Israel y los amorreos.
Este es un principio bíblico que se aplica en todos los tiempos. Si el pueblo se arrepiente, con ayuno y oración, el Señor escuchará y perdonará a Su pueblo, y le restaurará lo que el enemigo le haya robado. [Otro ejemplo está en Joel 2:12-26]
MINISTERIO DE SAMUEL
Samuel sirvió a Israel como juez y también como profeta. Su vida entera fue dedicada a servir a Dios y a Su pueblo.
(1 Sam. 7:15-17) Samuel juzgó a Israel todos los días de su vida. (16) Cada año acostumbraba hacer un recorrido por Betel, Gilgal y Mizpa, y juzgaba a Israel en todos estos lugares. (17) Después volvía a Ramá, pues allí estaba su casa, y allí juzgaba a Israel; y edificó allí un altar al SEÑOR.
Samuel no se quedaba en un solo lugar, sino visitaba varias ciudades representativas de toda la nación:
* En Betel servía a Efraín y a las otras tribus del norte.
* En Gilgal, atendía a la tribu de Benjamín y a las tribus que estaban al otro lado del río Jordán.
* En Mizpa, estaba al acceso de las tribus del sur: Judá, Simeón y Gad.
* Ramá era su sede principal y donde estableció su hogar.
...pero ya no volvió a Silo.
Luego que el Arca fuera llevada por los filisteos y que Eli y sus hijos hubieran muerto, el Tabernáculo en Silo fue abandonado. Todo el sistema sacerdotal se vio afectado.
Samuel dejó Silo y se fue a vivir a Ramá, donde vivían sus padres Ana y Elcana (1 Sam. 1:19-20; 2:11).
Ramá era un pueblo ubicado en el territorio de Benjamín, en la zona montañosa cerca de la frontera con Efraín. Estaba aproximadamente a ocho kms de Jerusalén, cerca de Gabaón donde posteriormente fue trasladado el Tabernáculo.
Me he alegrado de este comentario, y me ha llevado a varias conclusiones, muy rico y beneficioso.... muchas gracias y bendiciones
ResponderEliminarexelente reflexion sobre este capitulo. Dios los bendiga
ResponderEliminarCuanto vale volver a Dios, arrepentido, siendo obedientes,procurando vivir en santidad cada día de nuestra vida.
ResponderEliminarQue bendición poder tener acceso a estos estudios nos ayuda a entender y predicar mejor la palabra de DIOS y a obedecer y vivir en santidad no olvidándonos de orar sin cesar y someternos cada día a la voluntad de DIOS.
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