jueves, 8 de julio de 2010

Mensaje a LAODICEA (parte II)


NOMBRE DE JESÚS

Ante la iglesia de Laodicea, Jesús se presenta de la siguiente manera:
(Apocalipsis 3:14) “…El Amén, el Testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios…”

a. Amén
Amén” es una palabra hebrea que significa: seguridad, fidelidad, verdad. Cuando uno dice: “amen” es porque uno está seguro de algo, confirma que es verdad. En español se podría traducir como “¡Así es!”.

La primera vez que Dios se describe así es en Isaías, pero comúnmente es traducido como “Dios de la verdad”.
(Isaías 65:16-17)  Porque el que es bendecido en la tierra, será bendecido por el Dios de la verdad (heb. El-Amen); y el que jura en la tierra, jurará por el Dios de la verdad (heb. El-Amen); porque han sido olvidadas las angustias primeras, y porque están ocultas a mis ojos. (17) Pues he aquí, yo creo cielos nuevos y una tierra nueva, y no serán recordadas las cosas primeras ni vendrán a la memoria.

Lo que parece imposible, para “Dios de Verdad, Amén” no es problema. Lo que Él promete, lo cumplirá.

Esto mismo nos enseña Pablo.
(2 Corintios 1:20)  Pues tantas como sean las promesas de Dios, en El [Jesús] todas son sí; por eso también por medio de El, Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros.

Jesús es el Amén. En él se cumplen todas las promesas de Dios. El las lleva a cabo y las lleva a su cumplimiento.


b. Testigo fiel y verdadero
Jesús también se describe como el Testigo Fiel, tal como se menciona en el capítulo uno (Apoc. 1:5).

Testigo es aquel que da testimonio de algo que presenció. Jesús es el único que ha visto a Dios, por lo tanto, nos puede revelar cómo es Él. Da testimonio de lo que ha oído del Padre, y lo transmite fielmente (Juan 7:28-29; 8:13-19,25-29; 18:37).

Jesús habla la verdad, tal y como es. No se deja llevar por la opinión de los hombres ni se deja impresionar por las apariencias. El conoce la verdad completa, y da testimonio de ella.

Pero Jesús no sólo da testimonio de Dios en palabra, sino también en obra. Con su vida, nos revela quién es Dios en medio de un mundo apartado de Él.

La palabra griega para “testigo” es “martus”, que también se puede traducir como “mártir”. Los mártires son los testigos que están dispuestos a morir por la verdad que conocen como cierta. Jesús fue perseguido por hablar la verdad, pero Él fue testigo fiel hasta la muerte (Juan 8:37-59), y aun después de la muerte. En los últimos tiempos, nosotros seremos llamados a seguir su ejemplo: a dar testimonio de la verdad y estar dispuestos a morir por ello.

En Su segunda venida, el Señor se presentará con el nombre de “Fiel y Verdadero”.
(Apocalipsis 19:11)  Y vi el cielo abierto, y he aquí, un caballo blanco; el que lo montaba se llama Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y hace la guerra.

Esta descripción de Jesús contrasta con el estado de la iglesia de Laodicea, quienes estaban viviendo una falsedad y una fantasía. Se creían ricos, pero eran pobres y estaban desnudos; creían ver, pero eran ciegos. Por eso el Señor los llama a que abran sus ojos.


c. Principio de la creación
Jesús también se presenta a esta iglesia como “el Principio de la Creación de Dios”.

Esto no quiere decir que fue creado de primero, pues Él es Dios; más bien significa que Él estuvo a cargo de la creación. La palabra que se traduce como “principio”, en griego es “arke”, que también quiere decir: jefe, gobernante, principado, poder, dominio.

Jesús no sólo estuvo presente en la creación del mundo, sino que participó de una forma activa.
(Juan 1:1-3)  En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. (2) El estaba en el principio con Dios. (3) Todas las cosas fueron hechas por medio de El, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

(Colosenses 1:15-18)  El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. (16) Porque en El fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de El y para El. (17) Y El es antes de todas las cosas, y en El todas las cosas permanecen. (18) El es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia; y El es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que El tenga en todo la primacía.

Jesús es Creador y el Sustentador de todo. Él es quien tiene el poder sobre todas las cosas y sobre todo poder y dominio. Esto es algo que debían entender los creyentes de Laodicea, ya que ellos se creían autosuficientes. Debían reconocer no sólo que dependían de Dios, sino que Él tiene la autoridad.

CONFORMIDAD
La crítica principal que el Señor hace a la iglesia de Laodicea es su conformidad, su tibieza.
(Apocalipsis 3:15-16)   Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! (16) Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

Los habitantes de esta ciudad sabían perfectamente el efecto negativo que tenían las aguas tibias para quien las tomaban, ya que ellos compraban agua que provenía de fuentes termales del pueblo vecino.

Es una iglesia complaciente, que se conforma con el estado en el que está. Jesús les dice que sería mejor que estuvieran “fríos”, porque así por lo menos se darían cuenta de su necesidad. Pero si se creen que están bien, no hay esperanza de que cambien.
(Apocalipsis 3:17)  Porque dices: "Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad"; y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo.

Por esa razón, Jesús los sacude con un mensaje tan fuerte.
(Apocalipsis 3:19)  Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete.

Cuando el Señor nos llama la atención, lo hace porque los ama. Nos reprende cuando aun hay tiempo para rectificar.
(Proverbios 3:11-12)  Hijo mío, no rechaces la disciplina del SEÑOR ni aborrezcas su reprensión, (12) porque el SEÑOR a quien ama reprende, como un padre al hijo en quien se deleita.

(1 Corintios 11:32)  Pero cuando somos juzgados, el Señor nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo.

El Testigo fiel habló la verdad, “sin pelos en la lengua”. La iglesia necesita oír la verdad, porque esa es la única forma de reaccionar y tomar acción, antes que sea demasiado tarde.

Cuando uno se cree rico, piensa que no necesita de nada (Oseas 12:8-9). Ese era el estado mental de Laodicea. Pero Jesús les hace ver que les falta lo que es verdaderamente importante.
(Apocalipsis 3:18)  Te aconsejo que de mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver.

Aquí el Señor no está hablando de obtener “salvación”, porque como creyentes ya la tienen. Más bien está hablando de subir de nivel en su vida espiritual. Se han quedado como niños, cuando tienen que madurar, especialmente los tiempos finales.

Lo que deben obtener es:

a. Oro refinado
El oro refinado no se obtiene con facilidad. Primero se excava y se saca de la mina. Luego se limpia y se refina pasándolo por fuego.

El oro en la Biblia representa lo divino. Puede representar nuestra fe en Dios, la cual puede ser puesta a prueba. Es fácil tener fe en Dios “en las buenas, pero, ¿sigues creyendo en Él también ante las pruebas y aflicciones?
(1 Pedro 1:6-7)  En lo cual os regocijáis grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas, (7) para que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo.

Nosotros podemos poner a prueba nuestra fe en la vida diaria, o esperar a que sea puesta a prueba en la tribulación final. Pero es mejor hacerlo antes, para que descubramos si nuestra fe en Dios es real y profunda, o si es sólo de labios—si en lugar de oro es paja.
(1 Corintios 3:12-15)  Ahora bien, si sobre este fundamento alguno edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, (13) la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada; el fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno. (14) Si permanece la obra de alguno que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. (15) Si la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como por fuego.


b. Vestiduras blancas
En Laodicea se fabricaban vestimentas hechas de lana negra. Pero el Señor les ofrecía algo mejor: vestiduras blancas, finas y suaves.

Más adelante en Apocalipsis vemos que las vestiduras se emblanquecen con la sangre del Cordero.
(Apocalipsis 7:13-14)  Y uno de los ancianos habló diciéndome: Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido? (14) Y yo le respondí: Señor mío, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que vienen de la gran tribulación, y han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.

Luego de recibir la justificación como regalo del Señor, debemos comenzar a vivir con un buen testimonio, como es digno de los hijos de Dios, como la Novia del Cordero.
(Apocalipsis 19:8)  Y a ella le fue concedido vestirse de lino fino, resplandeciente y limpio, porque las acciones justas de los santos son el lino fino.

El Señor también dice:
(Apocalipsis 16:15)  He aquí, vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y guarda sus ropas, no sea que ande desnudo y vean su vergüenza.


c. Colirio para los ojos
Los creyentes en Laodicea tenían ceguera espiritual. No es que fueran ciegos, sino que veían borroso. No veían las cosas desde la perspectiva espiritual. La línea entre lo bueno y lo malo estaba borrosa.

Parte importante de la ceguera es no reconocer que uno necesita más de Dios.

(Juan 9:41)  Jesús les dijo: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero ahora, porque decís: "Vemos", vuestro pecado permanece.

Si uno cree que ya está bien, no pedirá que esos “puntos ciegos” que no podemos ver (pero los demás sí) nos sean revelados para poder sanarlos.

Pedro dijo que el ciego es quien no tiene las virtudes del Espíritu.
(2 Pedro 1:9)  Porque el que carece de estas virtudes es ciego o corto de vista, habiendo olvidado la purificación de sus pecados pasados.

Juan también dice que el ciego es el que no ama al prójimo.
(1 Juan 2:9-11)  El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas. (10) El que ama a su hermano, permanece en la luz y no hay causa de tropiezo en él. (11) Pero el que aborrece a su hermano, está en tinieblas y anda en tinieblas, y no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

La medicina para la ceguera espiritual es el colirio: es reconocer que necesitamos transformarnos a la imagen del Señor. Necesitamos amor y los demás dones del Espíritu.

¿Quién ha alcanzado la medida de la estatura de la plenitud de Cristo?
Mientras no lo hayamos hecho, tenemos algo que cambiar, que mejorar, que perfeccionar.
(Efesios 4:13-24)  ...hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; (14) para que ya no seamos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error; (15) sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo, (16) de quien todo el cuerpo (estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen), conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor. (17) Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el Señor: que ya no andéis así como andan también los gentiles, en la vanidad de su mente, (18) entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón; (19) y ellos, habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas. (20) Pero vosotros no habéis aprendido a Cristo de esta manera, (21) si en verdad lo oísteis y habéis sido enseñados en El, conforme a la verdad que hay en Jesús, (22) que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, (23) y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente, (24) y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad.

¿Dónde podemos comprar ese oro refinado, las vestiduras blancas y el colirio?
El Señor dice: “te aconsejo que lo compres de mí” (3:18).

¿Cómo podemos comprarlo? ¿Con qué dinero?
(Isaías 55:1-3)  Todos los sedientos, venid a las aguas; y los que no tenéis dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad vino y leche sin dinero y sin costo alguno. (2) ¿Por qué gastáis dinero en lo que no es pan, y vuestro salario en lo que no sacia? Escuchadme atentamente, y comed lo que es bueno, y se deleitará vuestra alma en la abundancia. (3) Inclinad vuestro oído y venid a mí, escuchad y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros un pacto eterno, conforme a las fieles misericordias mostradas a David.

Jesús no espera que seamos ricos, pero sí espera que tengamos hambre y sed de Él. No espera que seamos “perfectos”, pero sí que seamos honestos y reconozcamos nuestra condición, pues sólo así podremos cambiar y estar abiertos para recibir Su ayuda.

¿Quién busca ir a la mesa? Es quien tiene hambre y sed. La iglesia de Laodicea creían que lo tenían todo, pero no tenían lo más importante—el Señor no estaba allí.


LLAMO A LA PUERTA
Ya habíamos mencionado que Jesús estaba fuera de la iglesia de Laodicea. Poco a poco lo sacaron, tal vez sin darse cuenta. Lo desplazaron, lo hicieron a un lado, y armaron planes sin tomarlo en cuenta.

Aun así, Jesús no se olvidó de ellos. Tocó a la puerta y los llamó; los invitó antes que fuera demasiado tarde.
(Apocalipsis 3:20-22)  He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.

Sentarse a comer en la misma mesa implica tener compañerismo cercano. En tiempos antiguos, la gente no invitaba a comer a su casa a cualquiera, sino sólo lo hacía en la familia y con los amigos de confianza o con aquellos con que hubieran hecho un pacto o alianza.

Jesús no quiere mantener una relación lejana e indiferente con su iglesia. Él desea tener una relación cercana e íntima con nosotros. Mientras más lo conozcamos, más lo amaremos.

La referencia a comer con el Señor también tiene relación con las Bodas del Cordero.
(Apocalipsis 19:7-9)  Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a El la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado. (8) Y a ella le fue concedido vestirse de lino fino, resplandeciente y limpio, porque las acciones justas de los santos son el lino fino. (9) Y el ángel me dijo: Escribe: "Bienaventurados los que están invitados a la cena de las bodas del Cordero." Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.

El Señor no sólo quiere que participemos como simples invitados, sino que nos sentemos a Su lado, en la mesa del Novio, como la Novia. Esta idea también está relacionada con la promesa al vencedor…


AL VENCEDOR
La promesa para el vencedor es sentarse junto al trono del Señor.
(Apocalipsis 3:21)  Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono.

Jesús nos invita a sentarnos a su derecha, como la Novia, la Esposa del Rey, la corregente.

De esto habló Jesús a sus discípulos la noche antes de morir.
(Lucas 22:28-30)  Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas; (29) y así como mi Padre me ha otorgado un reino, yo os otorgo (30) que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino; y os sentaréis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.

El Señor les explicó esa noche que en su primera venida Él se presentó como el Mesías Sufriente, quien vino a morir por nuestros pecados. Pero en su segunda venida, aparecerá como el Rey que vendrá a gobernar sobre toda la Tierra y a traer justicia.

Las señales de los tiempos apuntan a que el Señor está pronto por venir.  Preparémonos.  Abramos la puerta al Señor, y desarrollemos una relación más cercana con Él. 
(Isaías 55:6-7)  Buscad al SEÑOR mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cerca. (7) Abandone el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al SEÑOR, que tendrá de él compasión, al Dios nuestro, que será amplio en perdonar.


2 comentarios:

  1. Dios añada benediction y saviduria A cada maestro necesitamos hombres y mujeres que se dejan guiar por el Espiritu Santo. Dios le bendiga mas

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