En el camino a
Roma, Pablo sufrió un naufragio, pero Dios lo salvó a él y a todos los que iban
en la embarcación. Pero no sólo los salvó de morir en el mar, sino puso en su
camino a gente que les ayudaron a recuperarse (a quienes después les llegó la
oportunidad de salvación espiritual)…
(Hechos 28:1-2) Estando ya
a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta. (2) Y los naturales nos trataron
con no poca humanidad; porque encendiendo un fuego, nos recibieron a todos, a
causa de la lluvia que caía, y del frío.
Seguramente Pablo
estaba pensando que ya lo peor había pasado, pero ocurrió algo más…
(Hechos 28:3-4) Entonces, habiendo
recogido Pablo algunas ramas secas, las echó al fuego; y una víbora, huyendo
del calor, se le prendió en la mano. (4) Cuando los naturales vieron la víbora
colgando de su mano, se decían unos a otros: Ciertamente este hombre es
homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir.
La gente local
seguramente reconoció el tipo de serpiente que mordió a Pablo, y sabían que iba
a morir. Les pareció irónico que él se
hubiera salvado del naufragio sólo para morir por la mordida de una
serpiente. Atribuyeron esa “mala suerte”
a algo malo que él había hecho. Pero
Pablo se quedó tranquilo, no sólo porque tenía limpia su conciencia sino porque
sabía que él todavía tenía un propósito que cumplir en Roma. Así como Dios lo había salvado del naufragio
y del intento de asesinato en Jerusalén, Pablo sabía que Dios lo libraría del
veneno de la serpiente.
Lo que al
principio parecía una tragedia luego se tornó en un milagro. Dios permitió que el suceso con la serpiente sirviera
como testimonio para todos los presentes:
(Hechos 28:5-6) Pero él, sacudiendo
la víbora en el fuego, ningún daño padeció. (6) Ellos estaban esperando que él
se hinchase, o cayese muerto de repente; mas habiendo esperado mucho, y viendo
que ningún mal le venía, cambiaron de parecer y dijeron que era un dios.
Pero ese no fue
el único milagro que presenciaron…
(Hechos 28:7-10) En aquellos
lugares había propiedades del hombre principal de la isla, llamado Publio, quien
nos recibió y hospedó solícitamente tres días. (8) Y aconteció que el padre de
Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y de disentería; y entró Pablo a
verle, y después de haber orado, le impuso las manos, y le sanó. (9) Hecho
esto, también los otros que en la isla tenían enfermedades, venían, y eran
sanados; (10) los cuales también nos honraron con muchas atenciones; y cuando
zarpamos, nos cargaron de las cosas necesarias.
La estadía en
Malta cumplió un propósito. No sólo los
maltenses ayudaron a Pablo, sino que también él los ayudó, y más importante
aún, les dejó el Evangelio. Los tres
meses que tuvieron que invernar en la isla no se desperdiciaron, sino que dejaron
en la isla el testimonio de quién es el Dios verdadero.
Cuando pasó el
invierno, los náufragos tomaron otro barco que los llevaría a Roma…
(Hechos 28:11-14) Pasados
tres meses, nos hicimos a la vela en una nave alejandrina que había invernado
en la isla, la cual tenía por enseña a Cástor y Pólux. (12) Y llegados a
Siracusa, estuvimos allí tres días. (13) De allí, costeando alrededor, llegamos
a Regio; y otro día después, soplando el viento sur, llegamos al segundo día a
Puteoli. (14) donde habiendo hallado hermanos, nos rogaron que nos quedásemos
con ellos siete días; y luego fuimos a Roma.
Lo curioso es que
cuando Pablo arribó a Italia, no se presentó de inmediato ante el emperador,
sino que primero se encontró con los hermanos de la fe.
Probablemente
Pablo se preguntaba cómo lo iban a recibir los hermanos, luego de haber leído
la carta que les había enviado tres años atrás (Epístola a los Romanos). Pero
no tenía de qué preocuparse, porque los creyentes de Roma lo recibieron bien, y
esto lo animó mucho.
(Hechos 28:15) de donde, oyendo
de nosotros los hermanos, salieron a recibirnos hasta el Foro de Apio y las
Tres Tabernas; y al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró aliento.
Un grupo de
creyentes llegaron a encontrarse con Pablo antes de que llegara a la ciudad
(aproximadamente a una distancia de 25 kms).
Era evidente que Dios iba delante de Pablo preparándole camino, pues encontraba
gracia dondequiera que iba. Aun el
centurión que guardaba a Pablo no se opuso a que éste hiciera estas paradas en
el camino; no sería de extrañar que el centurión llegara a creer en Dios por
todo lo que vio en el camino (Fil. 1:12-13).
Eventualmente
llegó el momento en que el centurión tuvo que llevar a Pablo ante las
autoridades.
(Hechos 28:16) Cuando
llegamos a Roma, el centurión entregó los presos al prefecto militar, pero a
Pablo se le permitió vivir aparte, con un soldado que le custodiase.
Aun estando bajo
custodia, Pablo encontró favor ante los hombres, y le permitieron estar bajo
arresto domiciliario en lugar de la cárcel común. Aunque no podía salir ni visitar la sinagoga
local, él llamó a los líderes judíos para hablarles, tal como lo había hecho en
todas las ciudades a las que visitaba.
(Hechos 28:17-20) Aconteció
que tres días después, Pablo convocó a los principales de los judíos, a los
cuales, luego que estuvieron reunidos, les dijo: Yo, varones hermanos, no
habiendo hecho nada contra el pueblo, ni contra las costumbres de nuestros
padres, he sido entregado preso desde Jerusalén en manos de los romanos; (18) los
cuales, habiéndome examinado, me querían soltar, por no haber en mí ninguna
causa de muerte. (19) Pero oponiéndose los judíos, me vi obligado a apelar a
César; no porque tenga de qué acusar a mi nación. (20) Así que por esta causa
os he llamado para veros y hablaros; porque por la esperanza de Israel estoy
sujeto con esta cadena.
Pablo les explicó
que la razón de su prisión era básicamente religiosa, pero en realidad él no
había faltado en nada a Dios, ni la Torá.
Explicó que los romanos lo pusieron en prisión para protegerlo, pero aún
ellos lo encontraron sin culpa. La razón
por la que estaba allí era porque tuvo que apelar al César para evitar que sus
enemigos judíos lo mataran.
La reacción de
los judíos en Roma fue la siguiente:
(Hechos 28:21-22)
Entonces ellos le dijeron: Nosotros ni hemos recibido de Judea cartas
acerca de ti, ni ha venido alguno de los hermanos que haya denunciado o hablado
algún mal de ti. (22) Pero querríamos oír de ti lo que piensas; porque de esta
secta nos es notorio que en todas partes se habla contra ella.
Sabiendo que
Pablo era creyente en Jesús, los judíos en Roma querían saber lo que él pensaba
de esa nueva secta: “el Camino”, es decir, los que creían que Jesús era el
Mesías.
Años atrás los
judíos romanos habían tenido problemas por una controversia relacionada con el
Camino. Hubo división entre los que
creían en Cristo y los que se oponían, y el conflicto llegó a ser tal que se
llegaron a pelear en las calles. Debido
a estos disturbios, el emperador Claudio tomó la decisión de expulsar a todos
los judíos de Roma en el año 49. No fue
sino hasta diez años después que se les permitió a los judíos regresar a
Roma. Para entonces, la comunidad judía
contaba con una benefactora: la esposa de Nerón, quien se había convertido al
judaísmo.
La reunión de
Pablo con los líderes judíos de Roma no fue la última. Siguió reuniéndose con ellos y con otros
creyentes.
(Hechos 28:23) Y habiéndole
señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y
les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles
acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas.
Los judíos en
Roma reaccionaron como en todos los lugares—unos creyeron, y otros no.
(Hechos 28:24) Y algunos
asentían a lo que se decía, pero otros no creían.
Tal vez a Pablo
no le extrañó las diferentes reacciones a su mensaje, pues lo había visto en
casi todos los lugares. Entendió que el
corazón es duro, y no todos buscan la verdad ni quieren entender, tal como lo
expresó el profeta Isaías:
(Hechos 28:25-27)
Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo
esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a
nuestros padres, diciendo: (26) Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo
veréis, y no percibiréis; (27) Porque el corazón de este pueblo se ha
engrosado, y con los oídos oyeron pesadamente, y sus ojos han cerrado, para que
no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan de corazón, y se
conviertan, y yo los sane.
La reacción de
quien “oye espiritualmente” es el arrepentimiento, que lleva a la obediencia, y
luego restauración. La palabra hebrea
para “oír” es: Shema, que implica: escuchar + hacer (una va con la otra,
y no pueden desligarse). “Oír—Shema”
lleva a hacer y obedecer; de lo contrario, “no se escuchó”.
Pablo lamentó que
muchos del pueblo judío no habían “oído (heb. Shemá)”. Pero el mensaje seguiría su curso, y ahora llegaría
a los gentiles.
(Hechos 28:28-29) Sabed, pues,
que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán. (29) Y
cuando hubo dicho esto, los judíos se fueron, teniendo gran discusión entre sí.
DOS AÑOS EN ROMA
El Libro de los
Hechos termina diciendo que Pablo permaneció dos años en Roma, en arresto
domiciliario. Pero aún desde allí, él
siguió compartiendo acerca de Jesús.
(Hechos 28:30-31) Y Pablo
permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a
él venían, (31) predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor
Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.
Sin duda, la
narrativa parece inconclusa. Puede ser
que Lucas ya no quiso escribir sobre el final de Pablo, o tal vez ya no estuvo
presente. Lo que se sabe del final de
Pablo es por tradición…
PABLO ANTE NERON
La tradición
cuenta que Pablo fue decapitado en Roma por orden del emperador Nerón. Algunos dicen que Pablo murió luego de los
dos años de arresto en Roma. Otros dicen que en este primer juicio, Pablo fue
encontrado inocente y fue puesto en libertad.
En ese tiempo fue a España; pero al regresar, volvió a ser apresado, y
en esa ocasión sí lo condenaron.
Pero la muerte no
tomó a Pablo por sorpresa. En una de sus
últimas epístolas, Pablo escribió a Timoteo, y se despidió de su discípulo
porque sabía que ya le había llegado su hora. Ya había cumplido su misión, y ya estaba listo
para reunirse con el Señor, lo cual él deseaba sobre todas las cosas (Fil.
1:21-23).
(2 Timoteo 4:5-8) Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones,
haz obra de evangelista, cumple tu ministerio. (6) Porque yo ya estoy para ser
sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. (7) He peleado la buena
batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. (8) Por lo demás, me está guardada la corona
de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a
mí, sino también a todos los que aman su venida.
No se sabe a
ciencia cierta lo que pasó con Pablo en sus últimos días, pero lo que sí sabemos
es que él vivió para el Señor. El dedicó
su vida a llevar el Evangelio tanto a judíos como a gentiles, y sus cartas han
servido a los creyentes de todos los tiempos y lugares desde entonces hasta la
actualidad. Así como Pablo imitó a
Cristo, nosotros somos invitados a imitarle para traer la luz de Dios a este
mundo. Amén.
Pablo fue un servidor de Dios muy fuerte, el enseño y enforzo a cumplir la palabra de dios, con amor y misericordia. El enseño a vivir con dicha en lo mucho y en lo poco. El tambien enseño a ser gran persona sin ser orgulloso, y mucho mas a ser misericordioso y apiadarse de los que necesitan, tanto amor como palabra o cualquier otra necesidad, porque Dios nos bendice para compartir no para accumularlas o para enorgullecernos sobre otros. Que Dios los bendiga hermanos. Un feliz y prospero año nuevo les deseo en cristo Jesus. Amen!
ResponderEliminarConcuerdo con sus comentarios. Dtb.
EliminarAmen
ResponderEliminarBendiciones soy de panama y lo mas resaltante en pablo era que pablo no tenia temor,ni miedo alguno a las dificultades o circurnstancia de la vida,solo le interesaba agradar a Dios y predicar a cristo...
ResponderEliminarDevemos ser imitadores del Apóstol Pablo
EliminarGloria a Dios por su perseverancia su entrega al servicio del sr jesucristo Apostol con mayuscula
ResponderEliminarUna pregunta Pablo si llego siempre ante el cesar o ya no se supo?
ResponderEliminarPor la historia se sabe que Pablo llegó a Roma, y fue juzgado, y allí murió (pero es por fuentes extra bíblicas)
EliminarUna pregunta Pablo si llego siempre ante el cesar o ya no se supo?
ResponderEliminarQuisiera mas estudio biblico soy panameño y vivo en penonome
ResponderEliminarHermoso y excelente escrito, de mucha ayuda.
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