sábado, 22 de noviembre de 2014

HECHOS 28: Pablo en Roma


En el camino a Roma, Pablo sufrió un naufragio, pero Dios lo salvó a él y a todos los que iban en la embarcación. Pero no sólo los salvó de morir en el mar, sino puso en su camino a gente que les ayudaron a recuperarse (a quienes después les llegó la oportunidad de salvación espiritual)…
(Hechos 28:1-2) Estando ya a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta. (2) Y los naturales nos trataron con no poca humanidad; porque encendiendo un fuego, nos recibieron a todos, a causa de la lluvia que caía, y del frío.

Seguramente Pablo estaba pensando que ya lo peor había pasado, pero ocurrió algo más…  
(Hechos 28:3-4) Entonces, habiendo recogido Pablo algunas ramas secas, las echó al fuego; y una víbora, huyendo del calor, se le prendió en la mano. (4) Cuando los naturales vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir.

La gente local seguramente reconoció el tipo de serpiente que mordió a Pablo, y sabían que iba a morir.  Les pareció irónico que él se hubiera salvado del naufragio sólo para morir por la mordida de una serpiente.  Atribuyeron esa “mala suerte” a algo malo que él había hecho.  Pero Pablo se quedó tranquilo, no sólo porque tenía limpia su conciencia sino porque sabía que él todavía tenía un propósito que cumplir en Roma.  Así como Dios lo había salvado del naufragio y del intento de asesinato en Jerusalén, Pablo sabía que Dios lo libraría del veneno de la serpiente.

Lo que al principio parecía una tragedia luego se tornó en un milagro.  Dios permitió que el suceso con la serpiente sirviera como testimonio para todos los presentes:
(Hechos 28:5-6) Pero él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún daño padeció. (6) Ellos estaban esperando que él se hinchase, o cayese muerto de repente; mas habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, cambiaron de parecer y dijeron que era un dios.

Pero ese no fue el único milagro que presenciaron…
(Hechos 28:7-10) En aquellos lugares había propiedades del hombre principal de la isla, llamado Publio, quien nos recibió y hospedó solícitamente tres días. (8) Y aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y de disentería; y entró Pablo a verle, y después de haber orado, le impuso las manos, y le sanó. (9) Hecho esto, también los otros que en la isla tenían enfermedades, venían, y eran sanados; (10) los cuales también nos honraron con muchas atenciones; y cuando zarpamos, nos cargaron de las cosas necesarias.

La estadía en Malta cumplió un propósito.  No sólo los maltenses ayudaron a Pablo, sino que también él los ayudó, y más importante aún, les dejó el Evangelio.  Los tres meses que tuvieron que invernar en la isla no se desperdiciaron, sino que dejaron en la isla el testimonio de quién es el Dios verdadero. 

Cuando pasó el invierno, los náufragos tomaron otro barco que los llevaría a Roma…
(Hechos 28:11-14) Pasados tres meses, nos hicimos a la vela en una nave alejandrina que había invernado en la isla, la cual tenía por enseña a Cástor y Pólux. (12) Y llegados a Siracusa, estuvimos allí tres días. (13) De allí, costeando alrededor, llegamos a Regio; y otro día después, soplando el viento sur, llegamos al segundo día a Puteoli. (14) donde habiendo hallado hermanos, nos rogaron que nos quedásemos con ellos siete días; y luego fuimos a Roma.

Lo curioso es que cuando Pablo arribó a Italia, no se presentó de inmediato ante el emperador, sino que primero se encontró con los hermanos de la fe.

Probablemente Pablo se preguntaba cómo lo iban a recibir los hermanos, luego de haber leído la carta que les había enviado tres años atrás (Epístola a los Romanos). Pero no tenía de qué preocuparse, porque los creyentes de Roma lo recibieron bien, y esto lo animó mucho. 
(Hechos 28:15) de donde, oyendo de nosotros los hermanos, salieron a recibirnos hasta el Foro de Apio y las Tres Tabernas; y al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró aliento.

Un grupo de creyentes llegaron a encontrarse con Pablo antes de que llegara a la ciudad (aproximadamente a una distancia de 25 kms).  Era evidente que Dios iba delante de Pablo preparándole camino, pues encontraba gracia dondequiera que iba.  Aun el centurión que guardaba a Pablo no se opuso a que éste hiciera estas paradas en el camino; no sería de extrañar que el centurión llegara a creer en Dios por todo lo que vio en el camino (Fil. 1:12-13). 

Eventualmente llegó el momento en que el centurión tuvo que llevar a Pablo ante las autoridades.
(Hechos 28:16) Cuando llegamos a Roma, el centurión entregó los presos al prefecto militar, pero a Pablo se le permitió vivir aparte, con un soldado que le custodiase.

Aun estando bajo custodia, Pablo encontró favor ante los hombres, y le permitieron estar bajo arresto domiciliario en lugar de la cárcel común.  Aunque no podía salir ni visitar la sinagoga local, él llamó a los líderes judíos para hablarles, tal como lo había hecho en todas las ciudades a las que visitaba. 
(Hechos 28:17-20) Aconteció que tres días después, Pablo convocó a los principales de los judíos, a los cuales, luego que estuvieron reunidos, les dijo: Yo, varones hermanos, no habiendo hecho nada contra el pueblo, ni contra las costumbres de nuestros padres, he sido entregado preso desde Jerusalén en manos de los romanos; (18) los cuales, habiéndome examinado, me querían soltar, por no haber en mí ninguna causa de muerte. (19) Pero oponiéndose los judíos, me vi obligado a apelar a César; no porque tenga de qué acusar a mi nación. (20) Así que por esta causa os he llamado para veros y hablaros; porque por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena.

Pablo les explicó que la razón de su prisión era básicamente religiosa, pero en realidad él no había faltado en nada a Dios, ni la Torá.  Explicó que los romanos lo pusieron en prisión para protegerlo, pero aún ellos lo encontraron sin culpa.  La razón por la que estaba allí era porque tuvo que apelar al César para evitar que sus enemigos judíos lo mataran.

La reacción de los judíos en Roma fue la siguiente:
(Hechos 28:21-22) Entonces ellos le dijeron: Nosotros ni hemos recibido de Judea cartas acerca de ti, ni ha venido alguno de los hermanos que haya denunciado o hablado algún mal de ti. (22) Pero querríamos oír de ti lo que piensas; porque de esta secta nos es notorio que en todas partes se habla contra ella.

Sabiendo que Pablo era creyente en Jesús, los judíos en Roma querían saber lo que él pensaba de esa nueva secta: “el Camino”, es decir, los que creían que Jesús era el Mesías. 

Años atrás los judíos romanos habían tenido problemas por una controversia relacionada con el Camino.  Hubo división entre los que creían en Cristo y los que se oponían, y el conflicto llegó a ser tal que se llegaron a pelear en las calles.  Debido a estos disturbios, el emperador Claudio tomó la decisión de expulsar a todos los judíos de Roma en el año 49.  No fue sino hasta diez años después que se les permitió a los judíos regresar a Roma.  Para entonces, la comunidad judía contaba con una benefactora: la esposa de Nerón, quien se había convertido al judaísmo.

La reunión de Pablo con los líderes judíos de Roma no fue la última.  Siguió reuniéndose con ellos y con otros creyentes.
(Hechos 28:23) Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas.

Los judíos en Roma reaccionaron como en todos los lugares—unos creyeron, y otros no.
(Hechos 28:24) Y algunos asentían a lo que se decía, pero otros no creían.

Tal vez a Pablo no le extrañó las diferentes reacciones a su mensaje, pues lo había visto en casi todos los lugares.  Entendió que el corazón es duro, y no todos buscan la verdad ni quieren entender, tal como lo expresó el profeta Isaías:
(Hechos 28:25-27) Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo: (26) Ve a este pueblo, y diles:  De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis; (27) Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyeron pesadamente, y sus ojos han cerrado, para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y yo los sane.

La reacción de quien “oye espiritualmente” es el arrepentimiento, que lleva a la obediencia, y luego restauración.  La palabra hebrea para “oír” es: Shema, que implica: escuchar + hacer (una va con la otra, y no pueden desligarse).  “Oír—Shema” lleva a hacer y obedecer; de lo contrario, “no se escuchó”. 

Pablo lamentó que muchos del pueblo judío no habían “oído (heb. Shemá)”.  Pero el mensaje seguiría su curso, y ahora llegaría a los gentiles.
(Hechos 28:28-29) Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán. (29) Y cuando hubo dicho esto, los judíos se fueron, teniendo gran discusión entre sí.

DOS AÑOS EN ROMA
El Libro de los Hechos termina diciendo que Pablo permaneció dos años en Roma, en arresto domiciliario.  Pero aún desde allí, él siguió compartiendo acerca de Jesús. 
(Hechos 28:30-31) Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, (31) predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.

Sin duda, la narrativa parece inconclusa.  Puede ser que Lucas ya no quiso escribir sobre el final de Pablo, o tal vez ya no estuvo presente.  Lo que se sabe del final de Pablo es por tradición…

PABLO ANTE NERON
La tradición cuenta que Pablo fue decapitado en Roma por orden del emperador Nerón.  Algunos dicen que Pablo murió luego de los dos años de arresto en Roma. Otros dicen que en este primer juicio, Pablo fue encontrado inocente y fue puesto en libertad.  En ese tiempo fue a España; pero al regresar, volvió a ser apresado, y en esa ocasión sí lo condenaron. 

Pero la muerte no tomó a Pablo por sorpresa.  En una de sus últimas epístolas, Pablo escribió a Timoteo, y se despidió de su discípulo porque sabía que ya le había llegado su hora.  Ya había cumplido su misión, y ya estaba listo para reunirse con el Señor, lo cual él deseaba sobre todas las cosas (Fil. 1:21-23). 
(2 Timoteo 4:5-8)  Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio. (6) Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. (7) He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.  (8) Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

No se sabe a ciencia cierta lo que pasó con Pablo en sus últimos días, pero lo que sí sabemos es que él vivió para el Señor.  El dedicó su vida a llevar el Evangelio tanto a judíos como a gentiles, y sus cartas han servido a los creyentes de todos los tiempos y lugares desde entonces hasta la actualidad.  Así como Pablo imitó a Cristo, nosotros somos invitados a imitarle para traer la luz de Dios a este mundo. Amén.



11 comentarios:

  1. Pablo fue un servidor de Dios muy fuerte, el enseño y enforzo a cumplir la palabra de dios, con amor y misericordia. El enseño a vivir con dicha en lo mucho y en lo poco. El tambien enseño a ser gran persona sin ser orgulloso, y mucho mas a ser misericordioso y apiadarse de los que necesitan, tanto amor como palabra o cualquier otra necesidad, porque Dios nos bendice para compartir no para accumularlas o para enorgullecernos sobre otros. Que Dios los bendiga hermanos. Un feliz y prospero año nuevo les deseo en cristo Jesus. Amen!

    ResponderEliminar
  2. Bendiciones soy de panama y lo mas resaltante en pablo era que pablo no tenia temor,ni miedo alguno a las dificultades o circurnstancia de la vida,solo le interesaba agradar a Dios y predicar a cristo...

    ResponderEliminar
  3. Gloria a Dios por su perseverancia su entrega al servicio del sr jesucristo Apostol con mayuscula

    ResponderEliminar
  4. Una pregunta Pablo si llego siempre ante el cesar o ya no se supo?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por la historia se sabe que Pablo llegó a Roma, y fue juzgado, y allí murió (pero es por fuentes extra bíblicas)

      Eliminar
  5. Una pregunta Pablo si llego siempre ante el cesar o ya no se supo?

    ResponderEliminar
  6. Quisiera mas estudio biblico soy panameño y vivo en penonome

    ResponderEliminar
  7. Hermoso y excelente escrito, de mucha ayuda.

    ResponderEliminar

Son bienvenidos las dudas y comentarios (con el entendido que se hagan con respeto)...