Comencemos por analizar qué es una BENDICIÓN. En español, “bendecir” significa literalmente “hablar bien de alguien”. Pero en el idioma hebreo implica mucho más. Una bendición no sólo es un “buen deseo”, sino que son palabras que buscan levantar y edificar al que la va a recibir.
(Efesios 4:29) Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
La Biblia dice que hay poder en lo que uno dice, tanto para bien como para mal.
(Proverbios 18:21) Muerte y vida están en poder de la lengua, y los que la aman comerán su fruto.
Las palabras tienen efecto sobre los demás, aún más de lo que imaginamos. Y las palabras que provienen de personas en liderazgo tienen aún más peso por su autoridad. Por eso, Dios pidió a los sacerdotes que bendijeran al pueblo, y les dijo cómo hacerlo a través de la bendición sacerdotal, en Números 6.
Esta bendición es conocida en hebreo como: “Birkat Kohanim”, que también es llamada: “Bendición Aarónica”, ya que Aarón era el sumo sacerdote en ese tiempo, y a él y a sus hijos (los sacerdotes, heb. Kohanim) les fue encargado pronunciar esta bendición especifica sobre el pueblo de Israel.
BENDICIÓN SACERDOTAL
La bendición sacerdotal no es una bendición “para” los sacerdotes, sino una que ellos deben impartir sobre el pueblo.
(Números 6:22-23) Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles:
A continuación leeremos las palabras de esta bendición especial, que es corta. Parece sencilla, pero tiene una gran profundidad que analizaremos a continuación. La bendición sacerdotal es la siguiente (Num. 6:24-26):
Jehová te bendiga, y te guarde;
Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia;
Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.
BENDICION CON EL NOMBRE
La bendición comienza con la pronunciación del Nombre de Dios: Jehová, el cual es declarado sobre el pueblo. Y se repite tres veces.
En algunas traducciones ponen “el Señor” (o con mayúsculas: SEÑOR), en lugar del nombre de Dios: Jehová. Pero debemos estar conscientes que parte del propósito de la bendición es pronunciar e invocar el Nombre de Jehová, porque hay un efecto poderoso en ello.
(Números 6:27) Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.
No entraré en el debate de cómo se pronuncia el Nombre (Yehová, Yahweh, Yah, Jehová, etc.), porque eso ha sido tema de controversia…pero lo menciono porque la bendición misma pone relevancia e importancia en ello.
En la actualidad se ha perdido la práctica de usar el Nombre propio de Dios, traducido al español como: JEHOVÁ. Este es el nombre con el que Dios mismo se identifica en la Biblia. Así se presentó ante el pueblo de Israel.
(Éxodo 3:13-15) Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.
JEHOVÁ significa: Yo soy el que Soy: El que es, que era y que ha de venir. Todo lo que Él es se resume en Su Nombre.
Los judíos han evitado pronunciar el nombre santo, y sólo dicen: HaShem (lit. el Nombre) o Adonai (Señor). Esta práctica viene desde la Diáspora tras la destrucción del Segundo Templo. Por eso, en la actualidad no se sabe cómo se pronuncia Su Nombre. Los judíos dicen que se estableció esta tradición por respeto a la santidad del Nombre; sin embargo, debemos considerar si esa tradición de hombres nos alejó de la bendición de recibir Su Nombre.
Cuando el sacerdote proclama esta bendición sobre el pueblo, está invocando el Nombre de Jehová sobre ellos. En hebreo dice literalmente “pondrás mi Nombre” (V’Simu et Shemi) sobre los Hijos de Israel.
Poner el nombre implica una señal de pertenencia e identificación. Si los israelitas llevan el Nombre de Dios es porque ya son considerados de su familia. Los que son aceptados como hijos de Dios tienen sus privilegios, pero también tienen la responsabilidad de comportarse como hijos del Rey.
La bendición proviene de CONOCER A DIOS—saber quién es Él, cómo es, de lo que es capaz, entender su carácter, confiar en sus promesas y entrar en una relación íntima, personal y profunda con Él, todo lo cual nos llevará a obedecerle y vivir como Él manda.
BENDICIÓN: FRASE POR FRASE
Ahora analicemos, frase por frase, la bendición sacerdotal (Birkat Kohanim):
a. JEHOVÁ TE BENDIGA
Aunque el sacerdote es quien pronuncia esta bendición, él invoca a Jehová, Dios de Israel, para que sea Él mismo quien bendice a la persona. Y no hay nadie que pueda bendecirnos mejor que Dios porque Él nos conoce aún mejor que nosotros mismos, y nos desea todo el bien que necesitamos.
b. JEHOVÁ TE GUARDE
“Guardar” en hebreo es Shamar, que literalmente significa: poner un cerco de espinas alrededor de algo para protegerlo y cuidarlo.
Después de darnos la bendición, Dios quiere que la mantengamos y que nadie nos la robe, que la guardemos y la conservemos (Salmo 121:1-8).
“Guardar” (heb. Shamar) es la misma palabra que se usa para obedecer, es decir, “guardar los mandamientos” (Exo 20:6). La obediencia es la que abre la puerta a las bendiciones (Deu. 4:40; Deu. 12:28: Deu. 28:1-2).
c. HAGA RESPLANDECER SU ROSTRO SOBRE TI
La palabra “rostro” se repite dos veces en la oración. En hebreo es Panim, que también puede traducirse como: estar delante de, enfrente, a la vista, ante su presencia.
El verbo que se traduce como “resplandecer”, viene de la palabra Ohr: luz. Si uno está ante la presencia de Dios, uno recibirá Su Luz.
Lo contrario sería “esconder el rostro”. Esto fue lo que Dios hizo cuando Su Pueblo fue infiel, y desobedecieron (Deu. 31:16-18).
(Deu. 31:18) Pero ciertamente esconderé mi rostro en aquel día por todo el mal que habrá hecho, pues se volverá a otros dioses.
Pero cuando su pueblo obedece, Jehová resplandece su rostro sobre Su Pueblo. Esto es lo que oró David:
(Salmo 27:8-11) Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová; No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; Mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación. Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá. Enséñame, oh Jehová, tu camino, y guíame por senda de rectitud a causa de mis enemigos.
Un buen resultado de estar a la Luz de Dios es que uno la refleja a los que están alrededor. Esto fue lo que le sucedió a Moisés.
(Éxodo 34:29) … al descender del monte, Moisés no sabía que la piel de su rostro resplandecía por haber hablado con Dios.
Los creyentes somos llamados a ser luz al mundo, reflejando a otros lo bueno que es Dios.
(Salmo 4:6) Muchos dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? ¡Alza, oh Jehová, sobre nosotros la luz de tu rostro!
(Mateo 5:16) Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
(Salmo 67:1-2) Dios tenga piedad de nosotros y nos bendiga, y haga resplandecer su rostro sobre nosotros; para que sea conocido en la tierra tu camino, entre todas las naciones tu salvación.
d. TENGA DE TI MISERICORDIA
La Biblia habla de varios tipos de “misericordia”. La que se menciona acá en hebreo es: “Janan”, que literalmente significa doblarse o inclinarse en bondad hacia un inferior. Es moverse a favor de alguien mediante una petición. Este tipo de misericordia se puede traducir como “gracia”, que es un favor no merecido.
Nadie merece estar en la Presencia, porque todos hemos pecado.
(Romanos 3:23) por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.
Pero Dios nos redimió a través de Su Hijo, para que podamos regresar a Su Presencia (Rom. 3:24-25). Esto es por su gracia y misericordia.
e. JEHOVÁ ALCE SOBRE TI SU ROSTRO
“Alzar el rostro” es el equivalente a sonreír y tener una disposición favorable hacia alguien. Esto implica tener una inclinación hacia la misericordia.
En un sentido opuesto, encontramos la expresión de “rostro caído”, la cual se aplica a alguien que está molesto y lleno de ira, y no manifiesta gracia hacia el otro.
En la Biblia, se describe a Caín con “rostro caído”, ya que él estaba molesto con Dios por no haber aceptado su ofrenda (Gen. 4:6). También se describe a Dios con rostro caído contra Su Pueblo cuando han sido infieles.
En realidad todos pecamos, y en algún momento el rostro de Dios puede caerse contra nosotros. Pero la bendición sacerdotal declara sobre el Pueblo que el rostro de Dios puede alzarse de nuevo, porque Él es misericordioso. Esto es lo que dice Jeremías:
(Jeremías 3:12) Vuélvete, oh rebelde Israel, dice Jehová; no haré caer mi ira sobre ti, porque misericordioso soy yo, dice Jehová, no guardaré para siempre el enojo.
Donde dice: “No haré caer mi ira”, en hebreo literalmente dice: “Mi rostro no caerá”.
Aunque el Señor tenga el “rostro caído” por un momento a causa de nuestro pecado, Él puede extender su misericordia y “alzarlo de nuevo” si el pueblo se arrepiente y regresa a Él (Jeremías 3:13-14).
La expresión “alzar el rostro” se aplica a alguien que va a pedir un favor. Por ejemplo: cuando un súbdito se presenta ante el rey, lo hace con los ojos bajos, en señal de humildad. Pero cuando el rey atiende su causa y concede su petición, el súbdito puede levantar su vista y agradecer al rey.
f. PONGA EN TI PAZ
La definición tradicional de “paz” es: ausencia de conflicto; sin embargo, el concepto bíblico de “paz” va más allá. En hebreo es Shalom, que literalmente quiere decir: estar completo. Implica no tener necesidad de nada; es tener bienestar total e integral, en todas las áreas de la vida. El deseo de Dios es que Su pueblo no tenga necesidad de nada y que esté en completa paz.
Todas estas frases de bendición fue las que Dios pidió que se declararan sobre Su Pueblo para que fueran bendecidos.
En el próximo episodio estudiaremos el capítulo 7…
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Más estudios de este libro: NUMEROS
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