jueves, 27 de diciembre de 2012

GENESIS 21: NACE LA PROMESA





Por lo general, las promesas de Dios tienen un tiempo de espera.  En el caso de Abraham, él tuvo que esperar 25 años para el cumplimiento de la suya.  No sólo la espera fue larga, sino que las circunstancias eran adversas al cumplimiento de la promesa. Pero cuando Dios promete, Él cumple, pues para Él nada es imposible (Gen. 18:14; Jer. 32:17,27; Luc. 1:37). 
(Génesis 21:1-2)  Entonces el SEÑOR visitó a Sara como había dicho, e hizo el SEÑOR por Sara como había prometido.  (2)  Y Sara concibió y dio a luz un hijo a Abraham en su vejez, en el tiempo señalado que Dios le había dicho. 

Sea cual sea el tiempo de espera, Dios cumple lo que promete.  Y El lo envía en el momento indicado, en el tiempo señalado.
(Habacuc 2:3)  Porque es aún visión para el tiempo señalado; se apresura hacia el fin y no defraudará. Aunque tarde, espérala; porque ciertamente vendrá, no tardará.

Abraham tenía 100 años cuando nació Isaac. 
(Gen. 21:3-7)  Y Abraham le puso el nombre de Isaac al hijo que le nació, que le dio a luz Sara.  (4)  Y circuncidó Abraham a su hijo Isaac a los ocho días, como Dios le había mandado.  (5)  Abraham tenía cien años cuando le nació su hijo Isaac.  (6)  Y dijo Sara: Dios me ha hecho reír; cualquiera que lo oiga se reirá conmigo.  (7)  Y añadió: ¿Quién le hubiera dicho a Abraham que Sara amamantaría hijos? Pues bien, le he dado a luz un hijo en su vejez. 


¿RISA O BURLA?
Isaac (en hebreo Yitzjak) significa “reirá”.
Su nombre está relacionado con la risa que provocó a Abraham la idea de tener un hijo de Sara. 
(Gen. 17:17-19)  Entonces Abraham se postró sobre su rostro y se rió, y dijo en su corazón: ¿A un hombre de cien años le nacerá un hijo? ¿Y Sara, que tiene noventa años, concebirá?  (18)  Y dijo Abraham a Dios: ¡Ojalá que Ismael viva delante de ti!  (19)  Pero Dios dijo: No, sino que Sara, tu mujer, te dará un hijo, y le pondrás el nombre de Isaac; y estableceré mi pacto con él, pacto perpetuo para su descendencia después de él.


También Sara se rió (Gen. 18:12-15; Gen. 21:6-7)
Es la risa que provoca algo que parece imposible.

El nombre de Yitzjak significa “risa”, pero puede ser dos tipos de risa:
* de regocijo, (heb. Tzajak, צחק)
* de burla (heb. Miztajek, מְצַחֵק)

Para Sara, su hijo Isaac era motivo de regocijo…pero para Ismael, el niño era motivo de burla. 
(Gen. 21:8-9)  Y el niño creció y fue destetado, y Abraham hizo un gran banquete el día que Isaac fue destetado.  (9)  Y Sara vio al hijo que Agar la egipcia le había dado a luz a Abraham burlándose de su hijo Isaac.


CONFLICTO ENTRE HERMANOS
Luego del nacimiento de Isaac, volvió a salir a flote el conflicto entre Sara y Agar, el cual se transmitió a sus hijos Ismael e Isaac.

Ante esto, Sara pidió la intervención de Abraham…
(Génesis 21:10) y dijo a Abraham: Echa fuera a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de ser heredero juntamente con mi hijo Isaac. 

El conflicto era de “herencias”. Pero no sólo se trataba de la herencia material, sino de la herencia espiritual, del Pacto con Dios.

Sin lugar a dudas, la decisión que Abraham debía tomar era difícil y trascendental.
(Génesis 21:11)  Y el asunto angustió a Abraham en gran manera por tratarse de su hijo. 

El texto en hebreo dice literalmente que el asunto era “malo a sus ojos”.
Humanamente parecía injusto echar fuera a Ismael ya que también era su hijo.  Por muchos años, él lo había considerado como el hijo que Dios le había prometido. 

Cuando no encontramos una solución humana, debemos buscar la respuesta divina.  Veamos lo que Dios dijo sobre el asunto:
(Génesis 21:12-13)  Mas Dios dijo a Abraham: No te angusties por el muchacho ni por tu sierva; presta atención a todo lo que Sara te diga, porque por Isaac será llamada tu descendencia.  (13)  Y también del hijo de la sierva haré una nación, por ser tu descendiente. 

En la antigüedad, quien llevaba el nombre del padre era el primogénito.  Al decir: “Por Isaac será llamada tu descendencia”, el Señor le estaba diciendo a Abraham que Isaac llevaría su nombre, no Ismael.  Isaac era el primogénito de la promesa, el hijo del pacto divino. 

Esto no quiere decir que Ismael se quedaría sin nada.  El también recibiría parte de su herencia material, y Dios cuidaría de él y su descendencia para formar una gran nación.  Sin embargo, ellos no tomarían parte del pacto divino.  Esto no fue por decisión de Abraham ni Sara, sino por decisión divina.



A pesar de lo difícil que era lo que Dios le estaba pidiendo, Abraham obedeció.
(Génesis 21:14-16)  Se levantó, pues, Abraham muy de mañana, tomó pan y un odre de agua y los dio a Agar poniéndoselos sobre el hombro, y le dio el muchacho y la despidió. Y ella se fue y anduvo errante por el desierto de Beerseba.  (15)  Y el agua en el odre se acabó, y ella dejó al muchacho debajo de uno de los arbustos,  (16)  y ella fue y se sentó enfrente, como a un tiro de arco de distancia, porque dijo: Que no vea yo morir al niño. Y se sentó enfrente y alzó su voz y lloró. 

Esto parece muy “cruel”.  Pero pronto veremos que el corazón de Dios no es de desprecio ni crueldad.  Dios estaba pendiente de Ismael, y oyó su clamor.
(Génesis 21:17-21)  Y oyó Dios la voz del muchacho que lloraba; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está.  (18)  Levántate, alza al muchacho y sostenlo con tu mano; porque yo haré de él una gran nación.  (19)  Entonces Dios abrió los ojos de ella, y vio un pozo de agua; y fue y llenó el odre de agua y dio de beber al muchacho.  (20)  Y Dios estaba con el muchacho, que creció y habitó en el desierto y se hizo arquero.  (21)  Y habitó en el desierto de Parán, y su madre tomó para él una mujer de la tierra de Egipto. 

El Señor tenía contempladas bendiciones para Ismael, sin embargo, él no debía formar parte en ese momento de la promesa hecha a Abraham.

Pablo explica en Romanos quiénes son los hijos de la promesa:
(Romanos 9:7-16)  ni son todos hijos por ser descendientes de Abraham, sino que por Isaac será llamada tu descendencia.  (8)  Esto es, no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son considerados como descendientes.  (9)  Porque esta es una palabra de promesa: Por este tiempo volveré, y Sara tendrá un hijo.  (10)  Y no sólo esto , sino que también Rebeca, cuando concibió mellizos de uno, nuestro padre Isaac  (11)  (porque cuando aún los mellizos no habían nacido, y no habían hecho nada, ni bueno ni malo, para que el propósito de Dios conforme a su elección permaneciera, no por las obras, sino por aquel que llama),  (12)  se le dijo a ella: El mayor servirá al menor.  (13)  Tal como está escrito: A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí.  (14)  ¿Qué diremos entonces? ¿Que hay injusticia en Dios? ¡De ningún modo!  (15)  Porque El dice a Moisés: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y tendré compasión del que yo tenga compasión.  (16)  Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.

La elección y la decisión son de Dios. 

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