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sábado, 6 de junio de 2015

DEVARIM 8: Cuídate de no olvidar

El capítulo octavo contiene dos temas principales:
I.  la relación de la obediencia y la Tierra Prometida
II. las Pruebas en el Desierto

I.  LA TIERRA Y LOS MANDAMIENTOS
El capítulo ocho de Devarim comienza señalando que si los israelitas guardan los mandamientos, Dios abrirá para ellos las puertas a la Tierra Prometida…
(Deu. 8:1) Todos los mandamientos que yo os ordeno hoy, tendréis cuidado de ponerlos por obra, a fin de que viváis y os multipliquéis, y entréis y toméis posesión de la tierra que el SEÑOR juró dar a vuestros padres.

Noten que no sólo se trata de “entrar” a la Tierra, sino de “tomar posesión”, lo cual implica echar fuera a los enemigos y establecer allí un estilo de vida acorde al orden de Dios.  Si el pueblo de Israel guarda los mandamientos, les vendrá bendición.
(Deu. 28:2-4) Y todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te alcanzarán, si obedeces al SEÑOR tu Dios: Bendito serás en la ciudad, y bendito serás en el campo.  Bendito el fruto de tu vientre, el producto de tu suelo, el fruto de tu ganado, el aumento de tus vacas y las crías de tus ovejas.

(Deu. 28:8)  El SEÑOR mandará que la bendición sea contigo en tus graneros y en todo aquello en que pongas tu mano, y te bendecirá en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da.

Si hacemos las cosas como Dios manda, nos irá bien y vendrá bendición. 

UNA BUENA TIERRA
En este capítulo, la Biblia describe la clase de tierra que el Señor le dio a Israel por heredad:  
(Deu. 8:7-9)  Porque el SEÑOR tu Dios te trae a una tierra buena, a una tierra de corrientes de aguas, de fuentes y manantiales que fluyen por valles y colinas;  una tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados; una tierra de aceite de oliva y miel; una tierra donde comerás el pan sin escasez, donde nada te faltará; una tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes puedes sacar cobre. 



En estos versículos se mencionan los 7 frutos clásicos de la Tierra de Israel: trigo, cebada, olivas, uvas, higos, granadas y miel (probablemente se refiere a la miel obtenida de los dátiles). 

A pesar de tener grandes aéreas rocosas y amplios desiertos, Israel también tiene valles y colinas con tierra fértil.  Es una tierra fructífera y de gran abundancia.  Hay agua suficiente para alimentar los cultivos, pero más adelante (cap.11) veremos que ésta proviene del cielo literalmente. 

Ante esto, la Biblia nos enseña a que no debemos olvidar de dónde vienen todas estas bendiciones.
(Deu. 8:10)  Cuando hayas comido y te hayas saciado, bendecirás al SEÑOR tu Dios por la buena tierra que El te ha dado. 

[Nota: de este versículo viene la idea entre los judíos de pronunciar una bendición al terminar cada comida—aunque tradicionalmente también recitan otra bendición antes de comer.]

CUIDATE DE NO OLVIDAR
Una de las principales lecciones de este capítulo es: “Cuídate de no olvidar”.  Una y otra vez se repiten las frases: “no olvides” y “recuerda”.  La Biblia resalta esto porque el ser humano tiende a olvidarse de Dios cuando todo le va bien.  Por eso advierte lo siguiente:
(Deu. 8:11-14)  Cuídate de no olvidar al SEÑOR tu Dios dejando de guardar sus mandamientos, sus ordenanzas y sus estatutos que yo te ordeno hoy;  no sea que cuando hayas comido y te hayas saciado, y hayas construido buenas casas y habitado en ellas, y cuando tus vacas y tus ovejas se multipliquen, y tu plata y oro se multipliquen, y todo lo que tengas se multiplique, entonces tu corazón se enorgullezca, y te olvides del SEÑOR tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto de la casa de servidumbre. 

La obediencia trae bendición; eso es bueno, y es lo que Dios desea para nosotros.  Tristemente, luego de haber recibido el beneficio, mucha gente tiende a olvidarse que la bendición viene de Dios. 
(Deu. 8:17-18)  No sea que digas en tu corazón: "Mi poder y la fuerza de mi mano me han producido esta riqueza."  Mas acuérdate del SEÑOR tu Dios, porque El es el que te da poder para hacer riquezas, a fin de confirmar su pacto, el cual juró a tus padres como en este día. 

El reconocimiento debe ser para Dios.


II. PRUEBAS EN EL DESIERTO



Otra cosa que deben recordar los israelitas son las pruebas en el desierto.

(Deu. 8:2)  Y te acordarás de todo el camino por donde el SEÑOR tu Dios te ha traído por el desierto durante estos cuarenta años, para humillarte, probándote, a fin de saber lo que había en tu corazón, si guardarías o no sus mandamientos. 

A veces el Señor permite que pasemos por pruebas en nuestra vida para evidenciar lo que en realidad hay en nuestro corazón. Nuestra reacción ante las circunstancias hará evidente lo que en realidad somos y pensamos. 

Las pruebas en la vida no son para “hacernos sufrir” sino que nos sirven para crecer y madurar.  Así como en la escuela pasan exámenes para ver si los alumnos aprendieron lo que ya les fue enseñado, de igual manera el Señor permite que pasemos ciertas pruebas en la vida para comprobar si ya hemos aprendido.  En teoría, todos deseamos obedecer a Dios, pero en la vida diaria es donde “se prueba” si uno es obediente o no.  Las pruebas sacan a luz la verdad. 
(Proverbios 17:3)  El crisol es para la plata y el horno para el oro, pero el SEÑOR prueba los corazones.

(1 Pedro 1:6-7) …aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas,  para que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo.

La buena noticia es que el Señor no nos hará pasar por pruebas más allá de lo estemos preparados para superar. 
(1 Corintios 10:13)  No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana;  pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.

(Santiago 1:12)  Bienaventurado el varón que soporta la tentación;  porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.


PRUEBA DE HUMILDAD
Las pruebas son instrumentos de humildad porque nos llevan a reconocer las propias limitaciones, y a la vez reconocer la soberanía y poder de Dios.

Tal como leímos arriba (Deu. 8:2), Dios llevó a los israelitas por el camino del desierto para “humillarlos y probarlos”.  En la traducción, esto suena como algo negativo, pero en realidad es algo positivo.  Para poder entenderlo, debemos marcar la diferencia entre humildad y humillación…

Humillación: agravio contra el honor de una persona; ofensa, degradación
Humildad: reconocimiento de la propia limitación.

El versículo en Devarim no se refiere a una humillación sino a la virtud de la humildad.  En hebreo es Aná, que significa: deprimir, o bajar lo que estaba exaltado.  También se puede traducir como: someterse, afligir, debilitar, oprimir, quebrantar.

La humildad implica reconocer que Dios es quien manda, y por ende uno se somete a Él.

El profeta Sofonías nos enseña que la humildad es una virtud que debemos desear y buscar. 
(Sofonías 2:3)  Buscad al SEÑOR, vosotros todos, humildes de la tierra que habéis cumplido sus preceptos; buscad la justicia, buscad la humildad. Quizá seréis protegidos el día de la ira del SEÑOR.

La humildad es indispensable para poder guardar los mandamientos de Dios.  Dispone nuestros corazones a recibir corrección y a ser enseñados por el Señor.  Se necesita de humildad para reconocer que Dios tiene la razón.
(Salmo 25:8-9)  Bueno y recto es el SEÑOR; por tanto, El muestra a los pecadores el camino.  Dirige a los humildes en la justicia, y enseña a los humildes su camino.

Mientras que el mundo nos inculca a tener orgullo y soberbia, la Biblia nos enseña a buscar la humildad como una mayor virtud.  En el Reino de Dios, la única forma de ser levantados es primero humillándonos delante del Señor, reconociendo que Él es soberano.
(1 Pedro 5:5-6) …Revestíos de humildad en vuestro trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que El os exalte a su debido tiempo.


PROVISIÓN DE DIOS
En este capítulo aprendemos que las pruebas tienen un propósito…
(Deu. 8:3)  Y te humilló, y te dejó tener hambre, y te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del SEÑOR. 

La prueba del hambre en el desierto tenía un propósito: llevar al pueblo de Dios a reconocer que lo más importante en la vida es Dios.  Nuestra relación con el Señor es más importante aun que sus necesidades primarias, pues TODO depende de Él. 

A través de esta prueba, los israelitas también aprendieron a confiar en Dios para su provisión.  Dios no sólo proveyó a los israelitas de alimento, sino de todo lo que necesitaban…
(Deu. 8:4)  Tu ropa no se gastó sobre ti, ni se hinchó tu pie durante estos cuarenta años. 

PRUEBAS COMO DISCIPLINA
Cada prueba tiene un propósito, y debemos buscarlo y aprenderlo para no desperdiciar la lección del momento.  Uno de estos propósitos también puede ser: disciplina…
(Deu. 8:5)  Por tanto, debes comprender en tu corazón que el SEÑOR tu Dios te estaba disciplinando así como un hombre disciplina a su hijo. 

Este es un mensaje recurrente en la Biblia: si Dios disciplina, es porque nos ama.  Aquí Moisés nos dice que debemos comprender esto para entender por qué Dios permite ciertas cosas, y también para que aprendamos las lecciones que Dios quiere enseñarnos para nuestro propio bien. 

Leamos otras instancias en que la Biblia transmite este mensaje:
(Pro. 3:11-12)  Hijo mío, no rechaces la disciplina del SEÑOR ni aborrezcas su reprensión, porque el SEÑOR a quien ama reprende, como un padre al hijo en quien se deleita.

En Hebreos se cita este versículo, y el escritor expande más sobre el tema:
(Hebreos 12:5-11)  además, habéis olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige: Hijo mío, no tengas en poco la disciplina del Señor, ni te desanimes al ser reprendido por Él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Es para vuestra corrección que sufrís; Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline?  Pero si estáis sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos.  Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos?  Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero El nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad.  Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia.

La disciplina no es un simple castigo ni mucho menos “una venganza”; más bien, es una expresión de amor, y aún podemos considerarla como una bendición…
(Job. 5:17-18) He aquí, cuán bienaventurado es el hombre a quien Dios reprende; no desprecies, pues, la disciplina del Todopoderoso.  Porque El inflige dolor, pero da alivio; El hiere, pero sus manos también sanan.
(Salmo 94:12) Bienaventurado el hombre a quien corriges, SEÑOR, y lo instruyes en tu ley.

¿Quieres “evitar” la corrección del Señor?  Moisés dice que debemos asegurarnos de hacer las cosas como Dios manda…
(Deu. 8:6)  Guardarás, pues, los mandamientos del SEÑOR tu Dios, para andar en sus caminos y para temerle. 

PARA HACERTE BIEN
En Deuteronomio 8 queda claro que el propósito de las pruebas es para nuestro bien…
(Deu. 8:15-16)  El te condujo a través del inmenso y terrible desierto, con sus serpientes abrasadoras y escorpiones, tierra sedienta donde no había agua; El sacó para ti agua de la roca de pedernal.  En el desierto te alimentó con el maná que tus padres no habían conocido, para humillarte y probarte, y para finalmente hacerte bien. 

El Señor manda pruebas y aún disciplina a sus hijos por amor, pero la respuesta a esto dependerá completamente de nosotros.  Por eso Moisés hace esta advertencia final:
(Deu. 8:19-20)  Y sucederá que si alguna vez te olvidas del SEÑOR tu Dios, y vas en pos de otros dioses, y los sirves y los adoras, yo testifico contra vosotros hoy, que ciertamente pereceréis.  Como las naciones que el SEÑOR destruye delante de vosotros, así pereceréis, porque no oísteis la voz del SEÑOR vuestro Dios.


*  Más lecciones de Deuteronomio: DEVARIM (Deut.)

*  Clase de Biblia en audio: DEVARIM AUDIO


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