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lunes, 1 de junio de 2015

DEVARIM 7: No Harán Alianzas

Este capítulo está relacionado con el segundo mandamiento: No tendrás otros dioses (Deu. 5:7-10)…



NO HARÁS ALIANZA
Los israelitas estaban a punto de entrar a la Tierra Prometida; sin embargo, esa tierra no estaba deshabitada, ya que allí vivían naciones cananeas.  Ante esto, Dios se compromete a ayudarlos a desplazar a los enemigos; pero en el proceso, el Señor solicita que también los israelitas hagan su parte:
(Deu. 7:1-2) Cuando el SEÑOR tu Dios te haya introducido en la tierra donde vas a entrar para poseerla y haya echado de delante de ti a muchas naciones: los hititas, los gergeseos, los amorreos, los cananeos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos, siete naciones más grandes y más poderosas que tú, y cuando el SEÑOR tu Dios los haya entregado delante de ti, y los hayas derrotado, los destruirás por completo. No harás alianza con ellos ni te apiadarás de ellos. 

Lo que Dios hará:
> Los introducirá a la Tierra para poseerla
> Les ayudará a vencer a los enemigos

Lo que Israel debe hacer:
> Derrotar a los enemigos
> No hacer alianza
> No apiadarse
> Destruir todo vestigio pagano

El Señor sabía que los israelitas iban a tener la tentación de hacer alianza con los pueblos, pues ésa era la salida fácil.  Aunque esto suene cordial y pacífico, el problema es que los cananeos no sólo eran idólatras sino que su maldad había llegado al colmo; por lo tanto, si los israelitas se aliaban con ellos, entonces imitarían sus malas costumbres paganas, y esto los llevaría a apartarse de Dios.  Por esta razón, Dios instruye a Su Pueblo a no hacer alianza con esas naciones paganas.

En la Biblia hay espacio para la piedad, pero no a costa de la justicia y el bien. Más adelante (en la Ley de la Guerra, en Deut. 20) veremos que antes de conquistar una ciudad, Dios instruye hacer una llamado de paz (Deu 20:10), dándoles a todos la oportunidad de someterse.  El hecho de rendirse implicaba someterse al Dios de Israel, y al estilo de vida de Israel según el orden de Dios. 
Si se someten, podrán vivir; si no lo hacen, deben ser destruidos.

Suena drástica la medida de “destruir a los enemigos”, pero ésta era la única solución.  Si los israelitas hacían alianza con los cananeos (no sólo alianzas políticas sino también matrimoniales), terminarían contaminándose, y al final ellos también serían destruidos. 
(Deu. 7:3-4)  Y no contraerás matrimonio con ellos; no darás tus hijas a sus hijos, ni tomarás sus hijas para tus hijos.  Porque ellos apartarán a tus hijos de seguirme para servir a otros dioses; entonces la ira del SEÑOR se encenderá contra ti, y El pronto te destruirá. 

El rechazo a los cananeos y a los amorreos no era por razones étnicas, sino por razones de fe.  Esos pueblos adoraban a otros dioses, y esto tenía trascendencia en todo su estilo de vida.  Por eso, el Señor instruyó a los israelitas destruir todo vestigio de adoración pagana en la Tierra Prometida.
(Deu. 7:5-6)  Mas así haréis con ellos: derribaréis sus altares, destruiréis sus pilares sagrados, y cortaréis sus imágenes de Asera, y quemaréis a fuego sus imágenes talladas.  Porque tú eres pueblo santo para el SEÑOR tu Dios; el SEÑOR tu Dios te ha escogido para ser pueblo suyo de entre todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra. 

NO IMITEN LA INIQUIDAD DE CANAAN
El propósito central de eliminar a los enemigos era acabar con la idolatría y la iniquidad en la Tierra.  En este capítulo de Devarim no se menciona cuáles eran las abominaciones de los cananeos, pero sí en Levítico y más adelante en Deuteronomio…
(Lev. 18:1-5) Y el SEÑOR habló a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Yo soy el SEÑOR vuestro Dios. No haréis como hacen en la tierra de Egipto en la cual morasteis, ni haréis como hacen en la tierra de Canaán adonde yo os llevo; no andaréis en sus estatutos. Habréis de cumplir mis leyes y guardaréis mis estatutos para vivir según ellos; yo soy el SEÑOR vuestro Dios. Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis leyes, por los cuales el hombre vivirá si los cumple; yo soy el SEÑOR.

Luego de esta introducción, la Biblia señala una larga lista de pecados de índole sexual (Lev. 18:6-23).  Después termina diciendo:
(Lev. 18:24-30)  No os contaminéis con ninguna de estas cosas, porque por todas estas cosas se han contaminado las naciones que voy a echar de delante de vosotros. Porque esta tierra se ha corrompido, por tanto, he castigado su iniquidad sobre ella, y la tierra ha vomitado a sus moradores. Pero en cuanto a vosotros, guardaréis mis estatutos y mis leyes y no haréis ninguna de estas abominaciones, ni el nativo ni el forastero que reside entre vosotros (porque los hombres de esta tierra que fueron antes de vosotros han hecho todas estas abominaciones, y la tierra se ha contaminado), no sea que la tierra os vomite por haberla contaminado, como vomitó a la nación que estuvo antes de vosotros. Porque todo el que haga cualquiera de estas abominaciones, aquellas personas que las hagan, serán cortadas de entre su pueblo. Por tanto, guardaréis mi ordenanza, no practicando ninguna de las costumbres abominables que se practicaron antes de vosotros, para que no os contaminéis con ellas; yo soy el SEÑOR vuestro Dios.

Aquí se ve claramente que el problema no es contra los cananeos en sí sino contra el pecado.  Más adelante en Deuteronomio se menciona otras abominaciones por las cuales fueron expulsados los habitantes.
(Deu 18:9-12)  Cuando entres en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da, no aprenderás a hacer las cosas abominables de esas naciones. No sea hallado en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni hechicería, o sea agorero, o hechicero, o encantador, o médium, o espiritista, ni quien consulte a los muertos. Porque cualquiera que hace estas cosas es abominable al SEÑOR; y por causa de estas abominaciones el SEÑOR tu Dios expulsará a esas naciones de delante de ti.

También al final del capítulo 12 dice lo siguiente:
(Deu. 12:28-31)  Escucha con cuidado todas estas palabras que te mando, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre, porque estarás haciendo lo que es bueno y justo delante del SEÑOR tu Dios. Cuando el SEÑOR tu Dios haya destruido delante de ti las naciones que vas a desposeer, y las hayas desposeído y habites en su tierra, cuídate de no caer en una trampa imitándolas, después que hayan sido destruidas delante de ti, y de no buscar sus dioses, diciendo: ¿Cómo servían estas naciones a sus dioses para que yo haga lo mismo? No procederás así para con el SEÑOR tu Dios, porque toda acción abominable que el SEÑOR odia ellos la han hecho en honor de sus dioses; porque aun a sus hijos y a sus hijas queman en el fuego en honor a sus dioses.

¿POR QUÉ DIOS ESCOGIÓ A ISRAEL?
Ante el rechazo a los otros pueblos, es natural que nos preguntemos: ¿qué tiene de especial el pueblo de Israel para haber sido elegido sobre los demás?  Aquí se aclara:
(Deu. 7:7-8)  El SEÑOR no puso su amor en vosotros ni os escogió por ser vosotros más numerosos que otro pueblo, pues erais el más pequeño de todos los pueblos; mas porque el SEÑOR os amó y guardó el juramento que hizo a vuestros padres, el SEÑOR os sacó con mano fuerte y os redimió de casa de servidumbre, de la mano de Faraón, rey de Egipto. 

El Señor mismo aclara que no escogió a Israel por ser mejor que otros pueblos.  La ventaja comparativa de Israel es tener a Yehová como su Dios.
(Deu. 7:9-10)  Reconoce, pues, que el SEÑOR tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda su pacto y su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos; pero al que le odia, le da el pago en su misma cara, destruyéndolo; y no se tarda en castigar al que le odia, en su misma cara le dará el pago. 

A lo largo del libro de Devarim (Deuteronomio), vemos un mensaje que se repite: hay bendición para quienes guardan el orden de Dios; por el contrario, maldición alcanzará a los que quebranten la ley de Dios.  Éste es el secreto de la vida: 
(Deu. 7:11) Guarda, por tanto, el mandamiento y los estatutos y los decretos que yo te mando hoy, para cumplirlos. 

La bendición vendrá a Israel no por ser “el pueblo escogido” sino porque ellos conocen el orden de Dios.  Si Israel obedece los mandamientos le irá bien; pero si se aparta del camino de Dios, verá las consecuencias de ello, como cualquier otra nación.

VENDRÁ BENDICIÓN
En los siguientes versículos, Moisés describe la bendición que recibirán los israelitas como consecuencia de guardar la ley de Dios:
(Deu. 7:12-15) Y sucederá que porque escuchas estos decretos y los guardas y los cumples, el SEÑOR tu Dios guardará su pacto contigo y su misericordia que juró a tus padres. Y te amará, te bendecirá y te multiplicará; también bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu cereal, tu mosto, tu aceite, el aumento de tu ganado y las crías de tu rebaño en la tierra que El juró a tus padres que te daría.  Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá varón ni hembra estéril en ti, ni en tu ganado. Y el SEÑOR apartará de ti toda enfermedad; y no pondrá sobre ti ninguna de las enfermedades malignas de Egipto que has conocido, sino que las pondrá sobre los que te odian. 

Si el pueblo de Israel quiere recibir todas estas bendiciones, tendrá que extirpar el mal de la Tierra Prometida…
(Deu. 7:16) Y destruirás a todos los pueblos que el SEÑOR tu Dios te entregue; tu ojo no tendrá piedad de ellos; tampoco servirás a sus dioses, porque esto sería un tropiezo para ti. 

MIEDO AL PODER DE LAS OTRAS NACIONES
Una de las razones por las que Israel podría caer en la tentación de hacer alianza con las naciones cananeas es porque éstas eran más poderosas militarmente que Israel.  Moisés sabía que los israelitas se sentirían incapaces de vencerlos, y vendría duda a sus corazones. 
(Deu. 7:17) Si dijeras en tu corazón: Estas naciones son más poderosas que yo, ¿cómo podré desposeerlas?

De antemano, Moisés les da la respuesta:
(Deu. 7:18-19)  no tengas temor de ellas; recuerda bien lo que el SEÑOR tu Dios hizo a Faraón y a todo Egipto: las grandes pruebas que tus ojos vieron, las señales y maravillas, y la mano poderosa y el brazo extendido con el cual el SEÑOR tu Dios te sacó. Así el SEÑOR tu Dios hará con todos los pueblos a los cuales temes. 

Israel había sido testigo de los milagros de Dios en Egipto y en el desierto, por lo tanto no debían dudar del poder de Dios.  No importa si los enemigos son gigantes o sus ciudades son amuralladas, podrán vencerlos con la ayuda de Dios.  En los siguientes versículos describe cómo…
(Deu. 7:20-21) Además, el SEÑOR tu Dios enviará la avispa contra ellos, hasta que perezcan los que queden y se escondan de ti.  No te espantes de ellos, porque el SEÑOR tu Dios está en medio de ti, Dios grande y temible.




La mención de la “avispa” no es literal, sino de forma figurada.  En hebreo es: Tsirah, que viene de la raíz tsara que significa: azote, o arrasar.  En Éxodo lo relaciona con terror y confusión. 
(Exo 23:27-28) Enviaré mi terror delante de ti, y llenaré de confusión a todo pueblo donde llegues; y haré que todos tus enemigos ante ti vuelvan la espalda. Y enviaré avispas delante de ti para que echen fuera al heveo, al cananeo y al hitita de delante de ti.

Josué describió la conquista usando también esta imagen:
(Josué 24:11-14)  Pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó; y los habitantes de Jericó pelearon contra vosotros, y también los amorreos, los ferezeos, los cananeos, los hititas, los gergeseos, los heveos y los jebuseos. Y los entregué en vuestras manos. Entonces envié delante de vosotros avispas que expulsaron a los dos reyes de los amorreos de delante de vosotros, pero no fue por vuestra espada ni por vuestro arco. Y os di una tierra en que no habíais trabajado, y ciudades que no habíais edificado, y habitáis en ellas; de viñas y olivares que no plantasteis, coméis. Ahora pues, temed al SEÑOR y servidle con integridad y con fidelidad; quitad los dioses que vuestros padres sirvieron al otro lado del río y en Egipto, y servid al SEÑOR.

Israel debe estar consciente que aunque ellos tengan que pelear, Dios es quien les da la victoria.
(Deu. 7:23-24)  Pero el SEÑOR tu Dios las entregará delante de ti, y producirá entre ellas gran confusión hasta que perezcan.  (24)  Y entregará en tus manos a sus reyes de modo que harás perecer sus nombres de debajo del cielo; ningún hombre podrá hacerte frente hasta que tú los hayas destruido. 

Notemos que Dios no “quita” los problemas, sino permite que uno los enfrente.  ¿Por qué?  Probablemente porque necesitamos aprender algo en el proceso. 

POCO A POCO
Otro punto interesante en la descripción de la conquista es que se hará “poco a poco”, y señala por qué…
(Deu. 7:22-24)  Y el SEÑOR tu Dios echará estas naciones de delante de ti poco a poco; no podrás acabar con ellas rápidamente, no sea que las bestias del campo lleguen a ser demasiado numerosas para ti. 

También en Éxodo se menciona este concepto:
(Exo 23:29-30)  No los echaré de delante de ti en un solo año, a fin de que la tierra no quede desolada y se multipliquen contra ti las bestias del campo. Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra.

Cuando una ciudad es conquistada, pero no es habitada de inmediato, lo que llega a suceder es que animales silvestres comienzan a invadir las casas y terrenos baldíos, y lo destruyen.  Es mejor ir conquistando en la medida en que se pueda ocupar la tierra.

Este principio también se aplica al ámbito espiritual.  Jesús explicó que cuando un hombre es liberado de un espíritu inmundo, debe ser llenado por el Espíritu de Dios; de lo contrario, si queda desocupado, volverá a ser ocupado por espíritus malos.
(Mateo 12:43-45)  Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso y no lo halla. Entonces dice: "Volveré a mi casa de donde salí"; y cuando llega, la encuentra desocupada, barrida y arreglada. Va entonces, y toma consigo otros siete espíritus más depravados que él, y entrando, moran allí; y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero. Así será también con esta generación perversa.

También este principio lo vemos en el crecimiento espiritual, porque no llegamos a ser perfectos de un día para otro luego de conocer al Señor; más bien, poco a poco vamos venciendo los enemigos internos. 

LOS ÍDOLOS SON ANATEMA
La conclusión del capítulo vuelve al tema principal: No tendrás otros dioses.  La Biblia explica claramente lo que debemos hacer con los ídolos:
(Deu. 7:25-26)  Las esculturas de sus dioses quemarás a fuego; no codiciarás la plata o el oro que las recubren, ni lo tomarás para ti, no sea que por ello caigas en un lazo, porque es abominación al SEÑOR tu Dios.  Y no traerás cosa abominable a tu casa, pues serás anatema como ella; ciertamente la aborrecerás y la abominarás, pues es anatema.

Anatema en hebreo es Jerem, y significa: algo que ha sido dedicado.  También puede traducirse como prohibido o maldito.  Curiosamente, esta palabra literalmente significa: red, o algo perforado.  

Esta descripción se aplica a los ídolos.  Siendo estos abominables y fuente de maldición, lo único que queda hacer con ellos es destruirlos; pues si no se hace, se convertirá en una trampa que nos hará caer.


*  Más lecciones de Deuteronomio: DEVARIM (Deut.)

*  Clase de Biblia en audio: DEVARIM AUDIO




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