Este capítulo
está relacionado con el segundo mandamiento: No tendrás otros dioses (Deu.
5:7-10)…
NO HARÁS ALIANZA
Los israelitas
estaban a punto de entrar a la Tierra Prometida; sin embargo, esa tierra no estaba
deshabitada, ya que allí vivían naciones cananeas. Ante esto, Dios se compromete a ayudarlos a
desplazar a los enemigos; pero en el proceso, el Señor solicita que también los
israelitas hagan su parte:
(Deu. 7:1-2) Cuando el SEÑOR tu Dios te haya
introducido en la tierra donde vas a entrar para poseerla y haya echado de
delante de ti a muchas naciones: los hititas, los gergeseos, los amorreos, los
cananeos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos, siete naciones más grandes y
más poderosas que tú, y cuando el SEÑOR tu Dios los haya entregado delante de
ti, y los hayas derrotado, los destruirás por completo. No harás alianza con
ellos ni te apiadarás de ellos.
Lo que Dios hará:
> Los
introducirá a la Tierra para poseerla
> Les ayudará
a vencer a los enemigos
Lo que Israel
debe hacer:
> Derrotar a
los enemigos
> No hacer
alianza
> No apiadarse
> Destruir todo
vestigio pagano
El Señor sabía
que los israelitas iban a tener la tentación de hacer alianza con los pueblos,
pues ésa era la salida fácil. Aunque
esto suene cordial y pacífico, el problema es que los cananeos no sólo eran
idólatras sino que su maldad había llegado al colmo; por lo tanto, si los
israelitas se aliaban con ellos, entonces imitarían sus malas costumbres
paganas, y esto los llevaría a apartarse de Dios. Por esta razón, Dios instruye a Su Pueblo a
no hacer alianza con esas naciones paganas.
En la Biblia hay espacio para la piedad, pero
no a costa de la justicia y el bien. Más adelante (en la Ley de la Guerra, en
Deut. 20) veremos que antes de conquistar una ciudad, Dios instruye hacer una
llamado de paz (Deu 20:10), dándoles a todos la oportunidad de someterse. El hecho de rendirse implicaba someterse al Dios
de Israel, y al estilo de vida de Israel según el orden de Dios.
Si se someten, podrán vivir; si no lo hacen,
deben ser destruidos.
Suena drástica la medida de “destruir a los
enemigos”, pero ésta era la única solución.
Si los israelitas hacían alianza con los cananeos (no sólo alianzas
políticas sino también matrimoniales), terminarían contaminándose, y al final
ellos también serían destruidos.
(Deu. 7:3-4)
Y no contraerás matrimonio con ellos; no darás tus hijas a sus hijos, ni
tomarás sus hijas para tus hijos. Porque
ellos apartarán a tus hijos de seguirme para servir a otros dioses; entonces la
ira del SEÑOR se encenderá contra ti, y El pronto te destruirá.
El rechazo a los cananeos y a los amorreos no
era por razones étnicas, sino por razones de fe. Esos pueblos adoraban a otros dioses, y esto
tenía trascendencia en todo su estilo de vida.
Por eso, el Señor instruyó a los israelitas destruir todo vestigio de
adoración pagana en la Tierra Prometida.
(Deu. 7:5-6)
Mas así haréis con ellos: derribaréis sus altares, destruiréis sus
pilares sagrados, y cortaréis sus imágenes de Asera, y quemaréis a fuego sus
imágenes talladas. Porque tú eres pueblo
santo para el SEÑOR tu Dios; el SEÑOR tu Dios te ha escogido para ser pueblo
suyo de entre todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra.
NO IMITEN LA INIQUIDAD DE CANAAN
El propósito central de eliminar a los enemigos
era acabar con la idolatría y la iniquidad en la Tierra. En este capítulo de Devarim no se menciona
cuáles eran las abominaciones de los cananeos, pero sí en Levítico y más
adelante en Deuteronomio…
(Lev. 18:1-5) Y el SEÑOR habló a Moisés, diciendo:
Habla a los hijos de Israel y diles: Yo soy el SEÑOR vuestro Dios. No haréis
como hacen en la tierra de Egipto en la cual morasteis, ni haréis como hacen en
la tierra de Canaán adonde yo os llevo; no andaréis en sus estatutos. Habréis
de cumplir mis leyes y guardaréis mis estatutos para vivir según ellos; yo soy
el SEÑOR vuestro Dios. Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis leyes, por los
cuales el hombre vivirá si los cumple; yo soy el SEÑOR.
Luego de esta introducción, la Biblia señala
una larga lista de pecados de índole sexual (Lev. 18:6-23). Después termina diciendo:
(Lev. 18:24-30)
No os contaminéis con ninguna de estas cosas, porque por todas estas cosas
se han contaminado las naciones que voy a echar de delante de vosotros. Porque
esta tierra se ha corrompido, por tanto, he castigado su iniquidad sobre ella,
y la tierra ha vomitado a sus moradores. Pero en cuanto a vosotros, guardaréis
mis estatutos y mis leyes y no haréis ninguna de estas abominaciones, ni el
nativo ni el forastero que reside entre vosotros (porque los hombres de esta
tierra que fueron antes de vosotros han hecho todas estas abominaciones, y la
tierra se ha contaminado), no sea que la tierra os vomite por haberla
contaminado, como vomitó a la nación que estuvo antes de vosotros. Porque todo
el que haga cualquiera de estas abominaciones, aquellas personas que las hagan,
serán cortadas de entre su pueblo. Por tanto, guardaréis mi ordenanza, no
practicando ninguna de las costumbres abominables que se practicaron antes de
vosotros, para que no os contaminéis con ellas; yo soy el SEÑOR vuestro Dios.
Aquí se ve claramente que el problema no es
contra los cananeos en sí sino contra el pecado. Más adelante en Deuteronomio se menciona
otras abominaciones por las cuales fueron expulsados los habitantes.
(Deu 18:9-12)
Cuando entres en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da, no aprenderás a
hacer las cosas abominables de esas naciones. No sea hallado en ti nadie que
haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación,
ni hechicería, o sea agorero, o hechicero, o encantador, o médium, o
espiritista, ni quien consulte a los muertos. Porque cualquiera que hace estas
cosas es abominable al SEÑOR; y por causa de estas abominaciones el SEÑOR tu
Dios expulsará a esas naciones de delante de ti.
También al final del capítulo 12 dice lo
siguiente:
(Deu. 12:28-31)
Escucha con cuidado todas estas palabras que te mando, para que te vaya
bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre, porque estarás haciendo lo
que es bueno y justo delante del SEÑOR tu Dios. Cuando el SEÑOR tu Dios haya
destruido delante de ti las naciones que vas a desposeer, y las hayas
desposeído y habites en su tierra, cuídate de no caer en una trampa
imitándolas, después que hayan sido destruidas delante de ti, y de no buscar
sus dioses, diciendo: ¿Cómo servían estas naciones a sus dioses para que yo
haga lo mismo? No procederás así para con el SEÑOR tu Dios, porque toda acción
abominable que el SEÑOR odia ellos la han hecho en honor de sus dioses; porque
aun a sus hijos y a sus hijas queman en el fuego en honor a sus dioses.
¿POR QUÉ DIOS ESCOGIÓ A ISRAEL?
Ante el rechazo a los otros pueblos, es natural
que nos preguntemos: ¿qué tiene de especial el pueblo de Israel para haber sido
elegido sobre los demás? Aquí se aclara:
(Deu. 7:7-8)
El SEÑOR no puso su amor en vosotros ni os escogió por ser vosotros más
numerosos que otro pueblo, pues erais el más pequeño de todos los pueblos; mas
porque el SEÑOR os amó y guardó el juramento que hizo a vuestros padres, el
SEÑOR os sacó con mano fuerte y os redimió de casa de servidumbre, de la mano
de Faraón, rey de Egipto.
El Señor mismo aclara que no escogió a Israel
por ser mejor que otros pueblos. La
ventaja comparativa de Israel es tener a Yehová como su Dios.
(Deu. 7:9-10)
Reconoce, pues, que el SEÑOR tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda su
pacto y su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que le aman y
guardan sus mandamientos; pero al que le odia, le da el pago en su misma cara,
destruyéndolo; y no se tarda en castigar al que le odia, en su misma cara le
dará el pago.
A lo largo del libro de Devarim (Deuteronomio),
vemos un mensaje que se repite: hay bendición para quienes guardan el orden de
Dios; por el contrario, maldición alcanzará a los que quebranten la ley de
Dios. Éste es el secreto de la
vida:
(Deu. 7:11) Guarda, por tanto, el mandamiento y
los estatutos y los decretos que yo te mando hoy, para cumplirlos.
La bendición vendrá a Israel no por ser “el
pueblo escogido” sino porque ellos conocen el orden de Dios. Si Israel obedece los mandamientos le irá
bien; pero si se aparta del camino de Dios, verá las consecuencias de ello,
como cualquier otra nación.
VENDRÁ BENDICIÓN
En los siguientes versículos, Moisés describe
la bendición que recibirán los israelitas como consecuencia de guardar la ley
de Dios:
(Deu. 7:12-15) Y sucederá que porque escuchas
estos decretos y los guardas y los cumples, el SEÑOR tu Dios guardará su pacto
contigo y su misericordia que juró a tus padres. Y te amará, te bendecirá y te
multiplicará; también bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra,
tu cereal, tu mosto, tu aceite, el aumento de tu ganado y las crías de tu
rebaño en la tierra que El juró a tus padres que te daría. Bendito serás más que todos los pueblos; no
habrá varón ni hembra estéril en ti, ni en tu ganado. Y el SEÑOR apartará de ti
toda enfermedad; y no pondrá sobre ti ninguna de las enfermedades malignas de
Egipto que has conocido, sino que las pondrá sobre los que te odian.
Si el pueblo de Israel quiere recibir todas
estas bendiciones, tendrá que extirpar el mal de la Tierra Prometida…
(Deu. 7:16) Y destruirás a todos los pueblos
que el SEÑOR tu Dios te entregue; tu ojo no tendrá piedad de ellos; tampoco
servirás a sus dioses, porque esto sería un tropiezo para ti.
MIEDO AL PODER DE LAS OTRAS NACIONES
Una de las razones por las que Israel podría
caer en la tentación de hacer alianza con las naciones cananeas es porque éstas
eran más poderosas militarmente que Israel.
Moisés sabía que los israelitas se sentirían incapaces de vencerlos, y
vendría duda a sus corazones.
(Deu. 7:17) Si dijeras en tu corazón: Estas
naciones son más poderosas que yo, ¿cómo podré desposeerlas?
De antemano, Moisés les da la respuesta:
(Deu. 7:18-19) no tengas temor de ellas; recuerda bien lo que
el SEÑOR tu Dios hizo a Faraón y a todo Egipto: las grandes pruebas que tus
ojos vieron, las señales y maravillas, y la mano poderosa y el brazo extendido
con el cual el SEÑOR tu Dios te sacó. Así el SEÑOR tu Dios hará con todos los
pueblos a los cuales temes.
Israel había sido testigo de los milagros de
Dios en Egipto y en el desierto, por lo tanto no debían dudar del poder de
Dios. No importa si los enemigos son
gigantes o sus ciudades son amuralladas, podrán vencerlos con la ayuda de Dios. En los siguientes versículos describe cómo…
(Deu. 7:20-21) Además, el SEÑOR tu Dios enviará la
avispa contra ellos, hasta que perezcan los que queden y se escondan de
ti. No te espantes de ellos, porque el
SEÑOR tu Dios está en medio de ti, Dios grande y temible.
La mención de la “avispa” no es literal, sino
de forma figurada. En hebreo es: Tsirah,
que viene de la raíz tsara que significa: azote, o arrasar. En Éxodo lo relaciona con terror y
confusión.
(Exo 23:27-28) Enviaré mi terror delante de ti, y
llenaré de confusión a todo pueblo donde llegues; y haré que todos tus enemigos
ante ti vuelvan la espalda. Y enviaré avispas delante de ti para que echen
fuera al heveo, al cananeo y al hitita de delante de ti.
Josué describió la conquista usando también
esta imagen:
(Josué 24:11-14) Pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó; y los
habitantes de Jericó pelearon contra vosotros, y también los amorreos, los
ferezeos, los cananeos, los hititas, los gergeseos, los heveos y los jebuseos.
Y los entregué en vuestras manos. Entonces envié delante de vosotros avispas
que expulsaron a los dos reyes de los amorreos de delante de vosotros, pero no
fue por vuestra espada ni por vuestro arco. Y os di una tierra en que no
habíais trabajado, y ciudades que no habíais edificado, y habitáis en ellas; de
viñas y olivares que no plantasteis, coméis. Ahora pues, temed al SEÑOR y
servidle con integridad y con fidelidad; quitad los dioses que vuestros padres
sirvieron al otro lado del río y en Egipto, y servid al SEÑOR.
Israel debe estar consciente que aunque ellos
tengan que pelear, Dios es quien les da la victoria.
(Deu. 7:23-24)
Pero el SEÑOR tu Dios las entregará delante de ti, y producirá entre
ellas gran confusión hasta que perezcan.
(24) Y entregará en tus manos a
sus reyes de modo que harás perecer sus nombres de debajo del cielo; ningún
hombre podrá hacerte frente hasta que tú los hayas destruido.
Notemos que Dios no “quita” los problemas, sino
permite que uno los enfrente. ¿Por
qué? Probablemente porque necesitamos
aprender algo en el proceso.
POCO A POCO
Otro punto interesante en la descripción de la
conquista es que se hará “poco a poco”, y señala por qué…
(Deu. 7:22-24)
Y el SEÑOR tu Dios echará estas naciones de delante de ti poco a poco;
no podrás acabar con ellas rápidamente, no sea que las bestias del campo
lleguen a ser demasiado numerosas para ti.
También en Éxodo se menciona este concepto:
(Exo 23:29-30)
No los echaré de delante de ti en un solo año, a fin de que la tierra no
quede desolada y se multipliquen contra ti las bestias del campo. Poco a poco
los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la
tierra.
Cuando una ciudad es conquistada, pero no es
habitada de inmediato, lo que llega a suceder es que animales silvestres
comienzan a invadir las casas y terrenos baldíos, y lo destruyen. Es mejor ir conquistando en la medida en que
se pueda ocupar la tierra.
Este principio también se aplica al ámbito
espiritual. Jesús explicó que cuando un
hombre es liberado de un espíritu inmundo, debe ser llenado por el Espíritu de
Dios; de lo contrario, si queda desocupado, volverá a ser ocupado por espíritus
malos.
(Mateo 12:43-45) Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa
por lugares áridos buscando descanso y no lo halla. Entonces dice:
"Volveré a mi casa de donde salí"; y cuando llega, la encuentra
desocupada, barrida y arreglada. Va entonces, y toma consigo otros siete
espíritus más depravados que él, y entrando, moran allí; y el estado final de aquel
hombre resulta peor que el primero. Así será también con esta generación
perversa.
También este principio lo vemos en el
crecimiento espiritual, porque no llegamos a ser perfectos de un día para otro
luego de conocer al Señor; más bien, poco a poco vamos venciendo los enemigos
internos.
LOS ÍDOLOS SON ANATEMA
La conclusión del capítulo vuelve al tema
principal: No tendrás otros dioses. La
Biblia explica claramente lo que debemos hacer con los ídolos:
(Deu. 7:25-26)
Las esculturas de sus dioses quemarás a fuego; no codiciarás la plata o
el oro que las recubren, ni lo tomarás para ti, no sea que por ello caigas en
un lazo, porque es abominación al SEÑOR tu Dios. Y no traerás cosa abominable a tu casa, pues
serás anatema como ella; ciertamente la aborrecerás y la abominarás, pues es
anatema.
Anatema en hebreo
es Jerem, y significa: algo que ha sido dedicado. También puede traducirse como prohibido o
maldito. Curiosamente, esta palabra
literalmente significa: red, o algo perforado.
Esta descripción
se aplica a los ídolos. Siendo estos
abominables y fuente de maldición, lo único que queda hacer con ellos es
destruirlos; pues si no se hace, se convertirá en una trampa que nos hará caer.
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