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jueves, 7 de mayo de 2020

DANIEL 4:1-19. Carta y Sueño del árbol

Hoy comenzamos un nuevo capítulo en el libro de Daniel. Según los estudiosos, el tiempo transcurrido entre el capítulo 3 y 4 es de aproximadamente 30 años. En ese caso, Daniel tendría aproximadamente 50 años, y Nabucodonosor sería un hombre mayor. El rey estaría en la edad en que una persona mira hacia el pasado para analizar lo que hecho con su vida.

NUEVO INTERLOCUTOR
Sabemos que Daniel es el autor del libro que estamos estudiando. Sin embargo, en el capítulo cuatro nos encontramos con otro interlocutor sorpresivo:
(Daniel 4:1) Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada.

Las palabras vienen directamente de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y sus palabras fueron transcritas por Daniel en su libro. El mensaje va dirigido a todo el mundo.

Y, ¿cuál es el mensaje que el rey más poderoso de la historia quiere transmitir al final de su vida?
(Daniel 4:2) Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación.

TRES RECONOCIMIENTOS
Con éste, ya van tres reconocimientos que Nabucodonosor hace de Jehová, Dios de Israel:

1.    El Dios de Daniel es Dios de Dioses y Señor de los reyes, revelador de misterios (Dan. 2:47)
2.    No hay dios que pueda librar como Jehová, Dios de Israel (Dan. 3:28-30)
3.    Dios Altísimo (heb. El-Elion) (Dan. 4:2)

El común denominador es el reconocimiento que Jehová es Dios Altísimo (heb. El-Elion), es decir, no hay nada ni nadie sobre él.

Es maravilloso este reconocimiento del Dios verdadero por parte del rey más poderoso; sin embargo, esto no quiere decir que Nabucodonosor haya reconocido a Jehová como su Dios. En el texto vemos que llegó es a reconocerlo sólo como “uno” de sus dioses, ya que también se refiere a Bel (o Baal) como su dios principal (Dan. 4:8).

La Biblia deja claro que no existe otro dios más que Jehová.
(Deuteronomio 4:39) Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro.
(Isaías 45:6) para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo.

Por otro lado, no vemos en el rey una actitud de sumisión al Dios de Israel. La Biblia nos enseña que la relación con Dios debe ir acompañada de obediencia, y no quedarse sólo como una confesión (Mateo 7:21).

SUEÑO DE UN ÁRBOL
Aunque Nabucodonosor reconoció a Jehová como Dios Altísimo, al avanzar en la historia veremos que el rey pasará por su mayor lección de humildad. Pero antes de la prueba de humildad, Dios le dio al rey la oportunidad de “aprender por las buenas”, y esa oportunidad vino como una advertencia a través de un sueño…
(Daniel 4:4-5) Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio. Vi un sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron.

Nótese que estaba “tranquilo y floreciente”; en otras palabras, estaba en un momento de paz y prosperidad. En el mejor momento de su vida, el rey tuvo otro sueño, que contrasta con el primer sueño (Dan. cap. 2) cuando estaba en un momento vulnerable al principio de su reinado (2º año de su reinado).

El rey no entendió el significado de su sueño, así que de nuevo convocó a los sabios y adivinos para que lo interpretaran.
(Daniel 4:6-7) Por esto mandé que vinieran delante de mí todos los sabios de Babilonia, para que me mostrasen la interpretación del sueño. Y vinieron magos, astrólogos, caldeos y adivinos, y les dije el sueño, pero no me pudieron mostrar su interpretación.

Ninguno mago ni adivino de Babilonia pudo interpretar el sueño; por lo tanto, llamaron a Daniel (Beltsasar), quien había probado anteriormente tener ese don.
(Daniel 4:8-9) hasta que entró delante de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en quien mora el espíritu de los dioses santos. Conté delante de él el sueño, diciendo: Beltsasar, jefe de los magos, ya que he entendido que hay en ti espíritu de los dioses santos, y que ningún misterio se te esconde, declárame las visiones de mi sueño que he visto, y su interpretación.

EL SUEÑO
A continuación, leeremos los detalles del sueño, tal como Nabucodonosor lo narró a Daniel:
(Daniel 4:10-12) Estas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya altura era grande. Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra. Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne.

Nótese que la copa del árbol que llegaba hasta el cielo. Sin duda, esta imagen nos trae recuerdos de la Torre de Babel cuya cúspide buscaba alcanzar el cielo (Gen. 11:4). Esa torre fue construida en el mismo lugar donde Nabucodonosor tenía la capital de su imperio, donde él tuvo este sueño.

El mensaje profético viene en la siguiente parte del sueño:
(Daniel 4:13-17) Vi en las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y santo descendía del cielo. Y clamaba fuertemente y decía así: Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas. Mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo; sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra. Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos. La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres.

INTERPRETACIÓN DEL SUEÑO
Los sabios de Babilonia no pudieron interpretar el sueño de Nabucodonosor, pero el rey no se conformó con eso, y buscó respuesta. Como dice la Palabra:
(Proverbios 25:2) Es gloria de Dios encubrir una cosa, pero la gloria de los reyes es investigar un asunto.

Como ya mencionamos, el rey sabía que Daniel podría darle la interpretación, y sabía de donde provenía su sabiduría:
(Daniel 4:18) Yo el rey Nabucodonosor he visto este sueño. Tú, pues, Beltsasar, dirás la interpretación de él, porque todos los sabios de mi reino no han podido mostrarme su interpretación; mas tú puedes, porque mora en ti el espíritu de los dioses santos.

Sin embargo, en esta ocasión no fue tan fácil transmitir la interpretación.
(Daniel 4:19) Entonces Daniel, cuyo nombre era Beltsasar, quedó atónito casi una hora, y sus pensamientos lo turbaban. El rey habló y dijo: Beltsasar, no te turben ni el sueño ni su interpretación. Beltsasar respondió y dijo: Señor mío, el sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para los que mal te quieren.

Daniel no se turbó porque no hubiera recibido la interpretación del sueño, sino por la dificultad de trasmitirle al rey un mensaje que era fuerte y no muy grato.

En la próxima entrada leeremos la revelación que Daniel recibió sobre el sueño del rey…


Lección anterior: Daniel 3:9-30
Lección siguiente: Daniel 4:20-37 

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