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martes, 27 de octubre de 2015

DEVARIM 25:1-3, 11-12. Leyes Sociales VI

(Deuteronomio)

JUSTICIA Y DISCIPLINA
Cuando hay un conflicto entre dos personas, lo mejor es que puedan arreglarlo entre ellos.  En el caso que no lleguen a un acuerdo, podrán llevar su caso ante un el juez para arbitrar. 
(Deu. 25:1)  Si hubiere pleito entre algunos, y acudieren al tribunal para que los jueces los juzguen, éstos absolverán al justo, y condenarán al culpable. 



Con la ley en la mano, el juez determinará quién tiene la razón.  En el caso que uno deba ser castigado, el juez dictará la pena en la medida justa. 
(Deu. 25:2)  Y si el delincuente mereciere ser azotado, entonces el juez le hará echar en tierra, y le hará azotar en su presencia; según su delito será el número de azotes. 

Para que un castigo sea efectivo, no debe ser tan liviano que no deje una lección, ni tan fuerte que sea resentido o la persona sea humillada.  Por esta razón, la Torá pone un límite al número de azotes que una persona puede recibir... 
(Deu. 25:3)  Se podrá dar cuarenta azotes, no más; no sea que, si lo hirieren con muchos azotes más que éstos, se sienta tu hermano envilecido delante de tus ojos. 

El propósito del castigo es disciplinar o corregir.  Se castiga a una persona para que esta aprenda y corrija su comportamiento, pero no con el fin de que sea humillado delante de los demás.  La medida justa para los castigos es un principio que no sólo aplica a los azotes, sino a cualquier otro modo de disciplina.

En tiempos de la Biblia, los azotes eran la forma más común de castigo.  Muchos de los apóstoles recibieron azotes por parte de los líderes religiosos, para desanimarlos de enseñar que Jesús era el Mesías (Hechos 5:40; 2 Cor. 11:24).  Esto no les tomó por sorpresa, ya que Jesús les advirtió que eso sucedería (Mar. 13:9). 

Pablo fue azotado cinco veces, con el máximo castigo de azotes.  
(2 Corintios 11:24)  Cinco veces he recibido de los judíos treinta y nueve azotes .

¿Por qué 39, y no 40?  Porque los religiosos se cuidaban de cumplir la Torá a cabalidad, y restaban uno en caso que se equivocaran en el conteo.  

En el caso de Jesús, los azotes le fueron dispensados por los romanos (Mar. 15:15).  No sólo él no los merecía, sino que lo dejó desfigurado ya que los romanos castigaban con azotes que tenían puntas metálicas que desgarraban la piel.  Eso es más tortura que castigo, y no es lo que habla la Torá.  Jesús no merecía los azotes que recibió, pues Él era justo.  Pero él se sometió como un preámbulo a la cruz, y recibió los azotes con un propósito…
(Isaías 53:4-5)  Ciertamente El llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores; con todo, nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido.  Mas El fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre El, y por sus heridas hemos sido sanados.

EN MEDIO DE UNA RIÑA
Más adelante en el capítulo se vuelve a mencionar el tema de conflicto con el prójimo, pero algo inusual…
(Deu. 25:11-12)  Si algunos riñeren uno con otro, y se acercare la mujer de uno para librar a su marido de mano del que le hiere, y alargando su mano asiere de sus partes vergonzosas, le cortarás entonces la mano; no la perdonarás. 

Esta es una ley que se presta a muchas interpretaciones.  Algunos comentaristas judíos dicen que la mujer no es la esposa de la víctima, sino del que asalta.  Por lo tanto, la consideran como una agresora también, y por eso se justifica frenarla aún de forma violenta—lo cual no se haría en términos normales.

En lo personal, creo que la explicación de esta ley es más simple: tenemos a dos personas peleando, y a una tercera que no sólo se mete en medio de la riña, sino que lo hace atacando en forma sucia.  

En realidad, la mujer nunca debió entrometerse, sino dejar que los hombres arreglen su pleito entre ellos.  Esto es lo que dice el proverbio…
(Proverbio 26:17)  El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno es como el que toma al perro por las orejas.

La lección es: Quien se mete en pleito ajeno, termina lastimado.  El pleito no era de la mujer, sino de los otros, y ellos tenían que resolverlo.  En caso que ellos no lo resuelvan, llevarán la disputa ante el juez.  En esa instancia, la mujer será juzgada aparte, y castigada como si hubiera atacado a alguien, no en defensa propia.


BUEY SIN BOZAL
En el siguiente versículo, la Torá cambia de tema al trato de animales de trabajo…
(Deu. 25:4)  No pondrás bozal al buey cuando trillare. 

El bozal es una especie de canasto calado que se coloca en los hocicos de los caballos o bestias de labor con el fin de evitar que estos se paren a comer hierba del campo. 

La Biblia no prohíbe poner bozal cuando ara, sino sólo se hace mención de cuando trillan el grano.   Trillar es triturar el cereal, separando el grano de la paja.  Los bueyes ayudan a halar la trilla, que es una tabla con cuchillas en la parte inferior, que sirve para cortar y triturar las espigas de trigo.  En el proceso de la trilla, los bueyes pueden estar tentados a comer del trigo triturado, y la Biblia dice que se les permita, y no se les ponga bozal para evitar que coman. 

Aunque este versículo debe tomarse literalmente, Pablo enseña que este mismo principio también aplica a los hombres…
(1 Cor. 9:9-11) Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente por nosotros?  Pues por nosotros se escribió;  porque con esperanza debe arar el que ara,  y el que trilla,  con esperanza de recibir del fruto.  Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?

En la carta a Timoteo, Pablo compara este mandamiento con otro referente al obrero (Lev. 19:13: Deu. 24:14-15).
(1 Timoteo 5:18) Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario.


*  Más lecciones de Deuteronomio: DEVARIM (Deut.)
*  Clase de Biblia en audio: DEVARIM AUDIO

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