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lunes, 2 de enero de 2023

MALAQUIAS 1:6-14. Honra al Padre, sirve al Señor

 En el estudio de hoy veremos la segunda parte del capítulo uno, que abarca los versículos 6 al 14. En la primera parte del capítulo uno, vimos que Dios le dice a Su Pueblo que los ama, pero el pueblo responde diciendo: ¿En qué nos has amado? 


A lo largo del libro de Malaquías veremos este patrón de preguntas y respuestas entre Dios y Su Pueblo. El propósito es llevarlos a meditar sobre el deterioro de su relación con Dios. 


En el versículo 6, Dios se queja de la falta de respeto del Pueblo hacia Él… 

(Malaquías 1:6a) El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy señor, ¿dónde está mi temor? …


Antes de entrar a ver por qué Dios dice esto, veamos lo que la Biblia dice sobre estos dos tipos de relación que el Señor menciona acá, pues Él se presenta:

  1. como PADRE, y,
  2. como SEÑOR.


DIOS COMO PADRE

La primera mención de Dios “como padre” la encontramos en Éxodo: 

(Exodo 4:22) “…Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.”


Los profetas también lo mencionan: 

(Jeremías 31:9) “…porque soy un padre para Israel, y Efraín es mi primogénito.”.

(Isaías 63:16) “…Tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre”.


La Biblia dice que Israel es el primogénito de Dios; sin embargo, Pablo habla de otros hijos de Dios:

(Gálatas 3:26) pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. 


Todos los que creen en Jesús, son hechos hijos de Dios. Tal como dice Pablo:

(Romanos 8:15) “…habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”


El apóstol Juan también habla del Padre celestial, y dice:

(1 Juan 3:1-2) Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.


Este último versículo revela mucho, porque no sólo nos dice que Dios nos acepta como hijos, sino que también quiere que seamos transformados para ser como Él—para ser dignos hijos de Dios, dándole honra como Padre. 


DIOS COMO SEÑOR

Ahora veamos lo que la Biblia dice sobre Dios como Señor:

Por definición, SEÑOR es quien manda y tiene autoridad. 

Si Dios es el Señor, entonces esto implica que Su Pueblo es SU SIERVO; por lo tanto, se espera que ellos estén sujetos a Dios y le obedezcan.


En Lucas, Jesús dice: 

(Lucas 6:46) ¿Por qué me llamáis, “Señor, Señor”, y no hacéis lo que yo digo? 


Jesús explicó que no sólo se trata de usar el título de Señor, sino de obedecerle.

(Mateo 7:21-23) No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.


La frase que se traduce como “hacedores de maldad”, en griego es: “Anomia”, que literalmente significa: “Sin ley”. Lo que Dios manda se encuentra en sus mandamientos, en la Ley de Dios (hebreo: Torá). 


Reconocer que Dios es Señor implica hacer Su Voluntad y cumplir sus mandamientos.

Quien no hace la Voluntad del Padre, entonces no es parte de Su Reino. La entrada al Reino es por gracia, pero la permanencia implica obediencia al Rey.


¿DONDE ESTÁ MI HONRA Y MI TEMOR?

Regresemos ahora a Malaquías, y leamos de nuevo la queja del Señor:

(Malaquías 1:6a) El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy señor, ¿dónde está mi temor? …


La queja es doble:

  1. No lo honran como PADRE
  2. No le temen como SEÑOR.  


Una queja similar presenta el profeta Isaías, en el primer capítulo: 

(Isaías 1:2-4) Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crie hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento. …Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás.


Al leer esto, debemos preguntarnos si nosotros estamos honrando a Dios como Padre y le hemos obedecido como Señor.


REACCIÓN DEL PUEBLO

Veamos ahora cómo respondió el pueblo ante el reclamo del Señor. Ellos dijeron:

(Malaquías 1:6b) …¿En qué hemos menospreciado tu nombre?

(Malaquías 1:7b) …¿En qué te hemos deshonrado?…


De nuevo, vemos que el Pueblo responde con preguntas, lo cual hace evidente que ellos no tienen idea alguna de lo que están haciendo. El pueblo está en completa negación o ignorancia. 


Ante eso, Dios va a darles ejemplos de cómo lo han deshonrado y menospreciado. Comencemos con la respuesta corta, y luego iremos a los detalles que se presentan en los siguientes versículos…


MENOSPRECIO Y DESHONRA

A la pregunta: “¿En qué hemos menospreciado tu nombre?” (Mal. 1:6b), 

el Señor responde: “…En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo” (Mal. 1:7a).


A la pregunta: “¿En qué te hemos deshonrado?” (Mal. 1:7b), 

el Señor responde: “…En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable” (Mal. 1:7c).


Las dos respuestas se refieren a los sacrificios que se hacían en el Templo. En el Altar del Holocausto se ofrecen los sacrificios que el pueblo lleva, ya sea corderos, becerros, cabritos, y aún palomas y ofrendas de grano. Parte de los sacrificios se consumen en el fuego del Altar, y otra parte debía ser asignada como comida para los levitas. Por eso, el Señor hace referencia a la mesa y al pan, ya que parte de los sacrificios era alimento para los levitas, que servían a Dios en el Templo. 


SACRIFICIO DEFECTUOSO

En el siguiente versículo se define qué es exactamente lo que estaban haciendo mal con los sacrificios: 

(Malaquías 1:8) Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos.


El problema es que la gente estaba llevando al Tabernáculo animales enfermos y defectuosos para ofrecerlos a Dios. Eso era una falta de respeto absoluta hacia el Señor, y Él los confronta, haciéndoles ver que nunca le darían eso a un líder secular. [Nota: El título que menciona del líder es Pajá, que se refiere a un gobernador regional de Persia, ya que en ese tiempo todavía estaban bajo el imperio persa]. Si no le darían una ofrenda así al líder persa, ¿por qué se atreverían a ofrecerlo a Dios? En eso lo deshonraban como Padre. 


CALIDAD DE LOS SACRIFICIOS

Esto no sólo era una falta de respeto hacia Dios, sino que también era prohibido según la Ley. En Levítico está delineada la calidad que debían tener los sacrificios que se presentaban en el Templo: 

(Levítico 22:19-20,22) para que sea aceptado, ofreceréis macho sin defecto de entre el ganado vacuno, de entre los corderos, o de entre las cabras. Ninguna cosa en que haya defecto ofreceréis, porque no será acepto por vosotros. …Ciego, perniquebrado, mutilado, verrugoso, sarnoso o roñoso, no ofreceréis estos a Jehová, ni de ellos pondréis ofrenda encendida sobre el altar de Jehová.


Esto no es una sugerencia, sino una norma (Levítico 1:2-4). Tampoco es una exigencia vana, sino que es muy simbólica, ya que sabemos que los sacrificios que se hacían en el Templo son una sombre del sacrificio que Jesús hizo por nosotros en la cruz como Cordero de Dios.

(1 Pedro 1:18-19) sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.


SEÑALA A LOS SACERDOTES

El mensaje de Malaquías es para TODO EL PUEBLO; sin embargo, aquí hace una mención especial de los SACERDOTES. 

(Malaquías 1:6) …dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre…


El Señor les llama la atención en especial a los sacerdotes, porque ellos eran los encargados de enseñar al pueblo sobre el orden de Dios. Una cosa es que el pueblo presente sacrificios defectuosos, y otra aún peor es que los sacerdotes lo acepten. En lugar de ayudar el pueblo, los sacerdotes se hicieron cómplices. 


RECHAZO DE LOS SACERDOTES

El problema con los sacerdotes es que, no sólo recibieron a los animales defectuosos, sino que después despreciaban la carne de esos sacrificios. Recordemos que los levitas comían una porción de lo que se ofrendaba en el Templo. Pero leamos cuál era la queja de los levitas:

(Malaquías 1:12-13) Y vosotros lo habéis profanado cuando decís: Inmunda es la mesa de Jehová, y cuando decís que su alimento es despreciable. Habéis además dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová.


Los sacerdotes actuaban mal, recibiendo animales enfermos, y luego se quejaban que tenían que comerlos. Así, despreciaban la porción que Dios les había otorgado. Esto es similar a cuando desobedecemos la Palabra de Dios, y luego nos quejamos por las consecuencias de nuestras malas decisiones.


LLAMADO AL ARREPENTIMIENTO

En medio de toda esta queja, el Señor los llama al arrepentimiento, porque todavía podían corregir. Pero deja claro que no dejará pasar por alto esa falta de respeto.

(Malaquías 1:9) Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero, ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos.


En la próxima entrada, comenzaremos a estudiar el capítulo dos de Malaquías…


***


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